Plebitusa: De la autocomplacencia al reconocimiento del otro
Lo más sensato es ajustar los Acuerdos un poco y de manera rápida, antes que desconocer a los otros al buscar implementarlos sin cambios o intentar cambiarlos en su esencia.
por
José Jans Carretero P. Miembro del Comité de Paz Uniandes - CEU
Sobre qué hacer tras el Plebiscito he visto varias posiciones: 1. Implementar el Acuerdo tal cual 2. Ajustarlo un poco (no en lo esencial) y de manera rápida 3. Renegociar aspectos fundamentales, sin importar el tiempo que tarde. Sobre estas, pienso que lo más sensato es el camino 2, mientras que las opciones 1 y 3 se basan en el desconocimiento mútuo del otro, de los que quieren mantenerse en sí o en no.
Reconozco que los derechos fundamentales no deberían ser votados, el plebiscito no debió existir en un principio, pero habida cuenta de su existencia, hay una porción grande que piensa que se puede ajustar lo acordado. Sigo pensando que fue un error, pero defiendo su derecho a pensar así, defiendo que es injusto llamarlos a todos ignorantes o indolentes; al contrario, deberíamos esforzarnos un poco más por comprender sus preocupaciones o miedos. Muchos de los que votaron no también han sido víctimas, y lo hicieron desde un lugar que nos cuesta ocupar o comprender. Así, si queremos llamar a la paz, debemos hacer un esfuerzo un poco mayor por acercarnos a esa mitad que voto no, detrás de la cual hay personas y no cavernícolas. Sí, hubo mucha desinformación y engaño, pero tratar de taimada a la mitad del país que votó no está lejos de ser un ejercicio de simpatía o paz. Claro, reconciliación no implica un pacto inerme en el que cedamos todo lo logrado, sino hacer al menos el esfuerzo de entender que la voz y voto de ese otro tiene algunos fundamentos que nos negamos a reconocer.
Si votó sí y todavía cree que este es el mejor de los acuerdos posibles, como yo, lo invito a que en aras de no ser autocomplacientes, nos esforcemos un poco más por acercarnos a quien nos dice lo contrario y está dispuesto a dialogar.
Ahora, tampoco está bien desconocer tantos años de negociación en los que las víctimas han sido el centro, donde ha habido participación amplia de múltiples sectores y se dispone la implementación de medidas que benefician a toda la sociedad. Pretender cambiar la esencia del acuerdo en la opción 3, es igual de poco loable y desconoce a esa otra mitad que votó sí con anhelos de cambio. Para mí la esencia del Acuerdo es que provee transformaciones estructurales para todos, antes que ser una amnistía generalizada que desconozca políticamente a las Farc y no garantice la verdad. Este Acuerdo no es una rendición y alivio de penas para todos, este acuerdo busca cambiar la desigualdad en el campo, ofrecer oportunidades a campesinos con prioridad a mujeres, cambiar política de drogas a un enfoque de salud pública , poner a las víctimas y la verdad en el centro de la justicia transicional, y garantizar una apertura política donde se proteja a quien piense diferente y se acallen las armas. Si, además de desconocer estos puntos, se quiere dilatar su implementación hasta 2018 como forma de especulación electoral, la opción 3 pasa a ser todavía más preocupante. Porque no solo desconoce a quienes votaron sí, sino en especial a quienes claman por el fin del conflicto ya.
Por eso, luego de escuchar muchas posiciones, hago la invitación a que busquemos salidas para ajustar los acuerdos de modo que todos quepamos. Hay puntos innegociables, porque son derechos fundamentales protegidos constitucional e internacionalmente, pero habrán otros temas sobre los cuales cabría repensarnos la cosa con seriedad y premura (Ver análisis). La premura de proteger lo que hemos logrado, reducir el número de víctimas del conflicto a cero «0».
Como dicen los Acuerdos:
«No queremos que haya una víctima más en Colombia (Pág. 4)»