En octubre, María Victoria Angulo, la ministra de educación de Iván Duque, presentará los cambios que este gobierno le quiere hacer al programa Ser Pilo Paga, con el que 40 mil jóvenes de escasos recursos han podido acceder a la educación superior. Según la ministra, una de las modificaciones que están contemplando es recaudar recursos de las universidades privadas para darle continuidad al programa. Esto porque el 79 por ciento de de los pilos que hoy están inscritos han elegido una universidad privada y ese porcentaje ha dado pie para que el programa reciba muchas críticas de quienes opinan que, por cuenta de esta situación, el Estado está financiando la universidad privada y no la pública, que necesita más recursos.
El problema es que la elección de la universidad es potestad exclusiva del pilo. La pregunta entonces es: ¿por qué prefieren la privada? Para responderla, Cerosetenta habló con expertos en educación y con pilos y estas fueron las principales conclusiones.
Hay una cuestión de percepción
Moisés Wasserman, rector de la Universidad Nacional de Colombia entre 2006 y 2012, explica que en el país existe una percepción muy fuerte –y no sólo en el campo educativo– de que lo privado es superior a lo público.
“Si miramos en colegios, por ejemplo, cualquier persona que tiene unos ingresos un poco superiores a los mínimos trata de matricular a sus hijos en educación privada. No es extraño que los jóvenes excepcionales de los sectores apartados de los grandes centros del país hagan una evaluación de oportunidades y traten de buscar lo mejor posible,” agrega.
Algo similar dijo el experto en educación y consultor de Naciones Unidas en esta materia, Julián de Zubiría, en Canal Capital en mayo de este año. “Usted puede escoger en Los Andes que le cuesta el semestre $26 millones y en la Universidad Nacional (…) le cuesta $40 mil. Obviamente no es el costo porque el Gobierno está subsidiando, pero, si pongo a cualquier estudiante de este país, tienden a irse a las universidades más caras y a los programas más costosos”, dijo.
Además, como dice William Mendieta, exsecretario general del Ministerio de Educación en el período de la Ministra Gina Parody y consultor en educación, más universidades públicas han sido sujeto de escándalos por malos manejos, sobre todo en las regiones, lo que ayuda a incrementar la percepción de que son menos buenas que las privadas. Casos recientes son por ejemplo, la Universidad de La Guajira, cuyo rector fue investigado por presuntos hechos de corrupción, la del Chocó (que está siendo investigada por otorgar títulos falsos) y la del Cesar (investigada por presunto fraude en la entrega de títulos sin cumplir los requisitos).
“Esos manejos distan mucho de lo que debería hacer una universidad pública”, dice Mendieta.
En grandes ciudades hay más oferta de privadas
Uno de los requisitos de Ser Pilo Paga es que los estudiantes beneficiarios elijan una universidad acreditada. Y de las 288 instituciones de educación superior que hay en el país, solo 52 tienen acreditación. Aunque hay paridad en números entre las acreditadas públicas y privadas, la mayoría de las acreditadas están concentradas en tres departamentos del país: Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca, donde están 33 de las 52. Mientras tanto, en 14 departamentos –casi la mitad del país– no hay universidades acreditadas y en ocho solo hay una. Por lo tanto, muchos pilos tienen que salir de sus departamentos para buscar universidades y, cuando llegan a otra ciudad, la mayoría de la oferta es privada.
Por ejemplo, en Cauca solo hay una universidad acreditada, Unicauca, en Popayán, que es pública. Mientras que en Cali, a menos de dos horas de distancia, hay al menos tres privadas acreditadas (Icesi, Javieriana y Autónoma) y una pública, la Universidad del Valle.
Eso fue lo que terminó inclinando la balanza para David, un pilo de La Tebaida, Quindío, que forma parte de la primera cohorte de Ser Pilo Paga. “A mí me habría gustado estudiar en la Universidad del Quindío, pero en ese momento no estaba acreditada. Yo me tenía que mover sí o sí de mi departamento. Por eso también me lancé a estudiar en Los Andes”, dice.
Las privadas son más eficientes para ‘conquistar’ a los pilos
Según tres pilos con los que habló Cerosetenta (dos que están estudiando en universidades públicas y uno en privada), las universidades privadas le cogen ventaja a las públicas a la hora de ‘cortejarlos’ para que las elijan.
David, estudiante de la Universidad de los Andes, dice que él se presentó a la Universidad del Valle, a la Javeriana de Cali y a los Andes. Aunque pasó en todas, en Los Andes le contestaron más rápido. Y como “tenía que tomar una decisión y la Javeriana y la Del Valle me darían respuesta muy tarde, decidí irme a Bogotá”, cuenta.
Algo parecido les pasó a Steban Guevara y Estefanía Muñoz, dos beneficiarios de Ser Pilo Paga que estudian en la Universidad del Valle. Según ellos, parte de la decisión puede estar impulsada por la cantidad de publicidad de las universidades privadas que reciben los potenciales becarios.
“Es increíble la cantidad de correos electrónicos que me llegaron de instituciones de carácter privado después de que salieron los resultados de las pruebas Saber 11”, cuenta Muñoz.
“Yo me sorprendí mucho cuando comencé a recibir llamadas. No sé de dónde sacaron la información, pero me llamaban a ofrecerme sus programas. Me preguntaban que qué carrera quería estudiar y, si no la tenían, me ofrecían opciones similares”, dice Guevara.
A ellos, la única institución estatal que los contactó fue la Universidad Tecnológica de Pereira. Por eso, ambos creen que si la universidad pública mejorase sus estrategias de publicidad, más pilos las elegirían.
Los cupos en públicas son más competidos
Según el ex rector de la Nacional, Moisés Wasserman, las universidades públicas sufren menos que las privadas lo que él llama el efecto de los “pupitres vacíos”. Es decir, dado que la matrícula de las privadas es más costosa, no siempre alcanzan a llenar los cupos que tienen disponibles. En cambio, las públicas de alta calidad solo pueden admitir entre el 8 y el 10 por ciento de los estudiantes que se postulan. En 2016, por ejemplo, se presentaron 50.620 personas para acceder a uno de los 5.500 cupos disponibles en la Universidad Nacional.
A eso se suma que las universidades públicas como la Nacional de Bogotá tienen un examen diferente al Icfes (o pruebas Saber 11), filtro con el que admiten a sus estudiantes. Los cupos en las públicas son más peleados y se necesitan puntajes muy altos en los exámenes para entrar.
“Pasar a la privada es más fácil”, explica Estefanía Muñoz. “Ellos tienen líneas de corte más bajas. Un amigo mío, por ejemplo, quería estudiar en Univalle pero su puntaje no fue suficiente. La Javeriana, en cambio, lo recibió de una”. Y agrega, “el hecho de yo sea pilo no me garantiza un cupo en la pública. Hay estudiantes de colegios privados que se presentan a la Universidad del Valle con puntajes Saber 11 muy altos, mejores que muchos de Ser Pilo Paga”.
Otro ejemplo: Daniel Felipe Blanco, un pilo de Pitalito, Huila, sacó 454 puntos sobre 500 en las pruebas Saber 11, uno de los puntajes más altos del país. Así, pudo elegir la universidad que quería sobre cualquier otra: la Nacional, donde quería estudiar Ingeniería Mecatrónica y que, como le contó su papá, Alfonso Blanco, a Cerosetenta, escogieron porque estaba en la lista de las mejores universidades del mundo.
De hecho, su resultado fue tan bueno que actualmente está becado en Corea del Sur gracias a ‘Pilos por el mundo’ —convocatoria para que los pilos hagan parte de su carrera fuera del país— y donde llegó después de sacar 1.330 puntos de 1.600 en otra prueba, el examen SAT (Scholarship Aptitude Test). Pero él es una minoría de la minoría.