OCUPARSE DE LO IMPENSADO: Operar una transformación radical

Notas sobre una conversación con el cineasta y pensador malí Manthia Diawara.

por

Pere Ortín


30.07.2025

A) África es una herida que sueña, baila, ríe, piensa…

África es el continente más golpeado por el capitalismo colonial, esclavista, extractivista y racista; un continente violentado por siglo por las ideas y prácticas supremacistas europeas que, con nuevos disfraces, persisten aún hoy.

Pero África, quizá precisamente por ese pasado-presente tan pesado, es también el lugar que más se resiste y desafía, que más desarma los dogmas de Occidente, que más ensaya nuevas propuestas y formas de vida, pensamiento y artes.

Es sorprendente. Es paradojal. Es real.

Y el pescador y cineasta mailí, Manthia Diawara, lo dice con un tono sereno y una sonrisa sencilla que esconde la fuerza telúrica de un volcán:

“Yo soy optimista… Veo a África curando al mundo.”

África carga heridas profundas, sí, pero también genera anticuerpos culturales, sociales, artísticos y espirituales que nos muestran rutas inéditas. Propuestas que nacen al tiempo del dolor y del gozo, del llanto y la risa; del exilio y de la diáspora, y que, como escribe el pensador camerunés Achille Mbembe, hacen del continente el “gran laboratorio vivo de las mutaciones planetarias”.

B. Manthia Diawara: un creador que incomoda

Diawara, nacido en Mali, es cineasta, crítico cultural, ensayista y profesor. Ha retratado la diáspora africana, la desilusión de las postindependencias, la persistencia del racismo global y también la crisis de la noción de “postcolonialidad” occidental.
En sus documentales y ensayos se cruzan figuras tan fundamentales en la historia de África contemporánea como… 

Chinua Achebe, Sembène Ousmane, Ngũgĩ wa Thiong’o, Frantz Fanon y Édouard Glissant.

“Cuando yo empecé a hacer cine, mi idea era sencilla: hacer las películas que otros no iban a hacer. Películas sobre Angela Davis, sobre Sembène, sobre wa Thiong’o, sobre Wole Soyinka… historias necesarias.”

Diawara no teoriza desde la abstracción tópica del intelectual que hace cine sino desde una experiencia vital y vitalista que desmiente esa fatalidad histórica cliché: ninguna sociedad está condenada; siempre hay un futuro otro por concebir si se actúa en el presente.

C. Creaciones desde el África del exilio para un nuevo “nosotros”

Las obras de Diawara —y de toda una amplia generación de artistas afrocontemporáneos— se construyen desde un “nosotros” diferente que rechaza el individualismo occidental, rehúyen de la reflexión solipsista y se abren a un diálogo permanente con el otro en todas sus formas y desde esa particular condición que proporciona, para bien y para mal, la palabra «exilio».

“El exilio es una forma de pensamiento, una grieta por donde compartimos con el mundo.”

Ese “nosotros” desde el que cuenta Diawara no es algo dado; se crea en las prácticas culturales cotidianas: el cine, la literatura, la música, la danza, la moda, la comida, la arquitectura, la ciudad. Todas otorgan al tiempo circular africano una dimensión política: pensar el porvenir mientras se transforma el presente, hoy, aquí, ahora.

El filósofo Jean-Godefroy Bidima describe este espacio como una zona situada entre el not yet (aún no) y el never more (nunca más). Allí, en ese umbral que se dibuja en en un segundo, Manthia Diawara encuentra su propio motor creativo:

“No hay nostalgia por el pasado. Se trata de explorar, de dinamizar los recursos morales, espirituales, culturales y creativos de nuestras tradiciones para crear futuro.”

D. Desobedecer para pensar

El cine fue para Diawara una herramienta de libertad y desobediencia antes, siendo joven, y también ahora:

“El racismo estaba ya en la cámara. La cámara es un dispositivo ideológico. Pero hoy, con un smartphone, puedes hacer una película… Creo que el cine se ha vuelto libre.”

Su mirada conecta cada día más con el gran respeto que tiene por una renovada juventud africana que ha perdido el complejo de inferioridad que padeció su generación:

“Ya no tienen los complejos que teníamos nosotros… Ya no quieren memorizar a Baudelaire para parecerse a otros. Ahora son libres. Van directos hacia lo que les interesa.”

Esta nueva juventud africana trabaja con la movilidad de las ideas, con acceso a información y referencias globales, pero sin renunciar a sus raíces y contextos. Para Diawara, ahí reside una de sus mayores esperanzas en el marco de su optimismo antropológico:

“Veo a estos jóvenes tomar la palabra en todas partes… ya no hay vuelta atrás.”

E. Creaciones interculturales: pensar con lo diferente

A todo gagá le llega su dadá

Pere Ortín creó el periodismo dadá como una manera de salir de gagaismo que habita a los medios. Y lo hace desde la filosofía y en modo collage. Este es su cuento.

Click acá para ver

Antes de que existiera ese concepto, las creaciones de los artistas y pensadores africanos siempre fueron, han sido y son interculturales. Por historia, por trauma, por diáspora, han dialogado —muchas veces de manera forzada y de forma violenta— con otras tradiciones culturales, artísticas y de pensamiento. Pero, a diferencia del arte o la creación occidental que a menudo se habla solo a sí mismo, las prácticas africanas generan encuentros, fricciones, aprendizajes cruzados.

Diawara lo formula con claridad:

“Lo diferente no es lo que me separa: lo diferente soy (también) yo.”

Esa lógica rompe la noción de verdad única y universal:

“No hay un solo modo de pensar para crear.
Porque no hay una única forma de idear una creación.
Porque no hay una única Verdad que representar.”

F. Contra la tiranía del algoritmo

Hoy, en nuestro diálogo y al hilo de la proyección de su película «A.I.: African Inteligence» (2022), la conversación gira inevitablemente hacia la tecnología y algunas de las muchas cosas que significa la inteligencia artificial hoy vista desde el continente africano y sus rituales:

“Los rituales y el algoritmo se miran, pero no se entienden… Hay algoritmos africanos que pueden ser universalizados.”

El peligro, advierte Diawara, está en la homogeneización tecnológica que genera el infierno de lo igual:

“Nos aplican algoritmos que ignoran nuestras culturas.
Pero yo creo que desde África podemos crear otros, con otra relación hacia los seres humanos.”

Aquí la creación cultural y la creación tecnológica se tocan y se contaminan: ambas exigen ser situadas, plurales, abiertas a la diferencia.

G. Tiempo africano: la política de lo posible

El tiempo de las creaciones africanas no es lineal ni teleológico: mezcla futuro y presente en un mismo ritmo.
Son prácticas que rehúyen la repetición de lo mismo y se niegan a aceptar la inevitabilidad de las distopías neoliberales.

“Trabajar por un futuro posible significa rechazar lo inevitable; significa proyectarse como cuerpo creativo, como vida creadora de lo común.”

Esta perspectiva se encarna en una ética colectiva: abrir caminos para el vivre-ensemble (vivir juntos), responder no solo a las necesidades materiales, sino también a las culturales y espirituales.

H. Pluralidad radical y escucha atenta

El pensamiento africano contemporáneo, al que Diawara contribuye con fuerza, no busca una Verdad única sino una constelación de sentidos:
pluralidad radical como condición para pensar y crear juntos.

“Yo veo el futuro como un mundo sin complejos… donde un europeo puede ser más africano que yo, y donde eso no nos molesta.”

Es una invitación a descentrar las humanidades, a revisar los archivos del pensamiento y crear una historia-mundo sin centro fijo, hecha de “artes de la vida”: la música, la comida, el baile, la espiritualidad cotidiana.

I. Un horizonte pluriutópico

El mundo que Diawara imagina —y que ya ve en germen— es pluriutópico:

“Veo a África triunfar en urbanismo, en movilidad, y el fin de los golpes de Estado. Veo a latinoamericanos y africanos en solidaridad. Veo un mundo sin complejos.”

No se trata de enfrentar Occidente y África, sino de generar un diálogo más rico, más interesante, más necesario que nunca: crear desde lo diferente para sentir con lo diferente, pensar con lo diferente, dudar con lo diferente.

J. Pensar desde la grieta

“El exilio es una grieta… pero por esa grieta entra luz y se comparte con el mundo.”

Las palabras de Manthia Diawara resuenan como un manifiesto silencioso y vivo:
desobedecer el dogma de las ideas fijas, huir del encierro narcisista, crear y dudar en comunidad para escuchar de forma atenta y rechazar la fatalidad histórica.

África no es solo pasado de dolor. Es presente de invención y futuro en construcción. El mundo que necesitamos germina en sus ciudades, en su juventud, con sus lenguas y culturas híbridas, en sus imaginarios (casi) imposibles.

Con sus trabajos, creadores como Manthia Diawara nos interpelan en forma crítica desde un África que ya no se nos presenta como el vertedero de basura histórica, intelectual, social, cultural y humana del planeta, sino como un universo brillante repleto de ideas novedosas que hacen del continente el gran laboratorio vivo de las mutaciones planetarias y de los contrastes creativos que surgen entre el placer y dolor, justo allí donde la vida renace, cada día, potente y luminosa, a pesar de las muchas y grandes dificultades; en medio de múltiples contradicciones: A-F-R-I-C-A.

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Pere Ortín


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