1. Enfocarme en proyectos personales
Después de entender que todo el tiempo que gastaba en comités, consejos de redacción, reuniones comerciales, pausas activas con el comité de salud ocupacional, simulacros de evacuación y llamadas inoficiosas, podría invertirlo mejor en mis propios proyectos decidí convertirme al freelancismo. Ya sea terminar una novela, comenzar una empresa de contenidos digitales, cultivar bonsáis o aprender finlandés para poder traducir poesía antigua del norte de Finlandia. Al decidir ser freelance usted estará optando por priorizar proyectos personales por encima de cualquier otra cosa.
2. Diversidad de temas
Si usted es de los que se aburre fácilmente o llegó a una redacción por azar y ahora está cansado de tener una etiqueta que reza “periodista cultural” o “periodista deportivo” o “periodista político” o “periodista experto en concursos caninos”, debe saber que en la orilla del freelance eso no existe. No se trata únicamente de una cuestión de glamour que hasta Tin Tin —quien iba del Congo a Bruselas en un abrir y cerrar de ojos— envidiaría. Cuando uno elige este tipo de trabajo, diversidad equivale a supervivencia y entre más historias usted sea capaz de producir más ingresos va a tener. Así que aliste su agenda y cuadre una semana que se verá más o menos así:
Lunes: entrevistar a actores de teatro que llevan más de un siglo en la misma casa del centro. Martes: viajar a un pueblo cercano para conocer a unas siamesas. Miércoles: redactar una nota sobre los beneficios de tomar agua con limón en la mañana. Jueves: hacer reportería sobre el posible colapso del sistema de transporte en Bogotá. Viernes: revisar unas cifras sobre acceso de mujeres a salud reproductiva en diferentes estratos. Sábado: viajar a cubrir un festival de cómic.
3. Soy una mujer orquesta
Ser periodista freelance me ha mostrado lo malcriada que estaba cuando trabajaba en redacciones. Allí tenía una secretaria que me conseguía los datos necesarios para contactar fuentes, un productor que cuadraba por mí las fechas para hacer las entrevistas con fotógrafos y videógrafos y hasta aparecían jefes de prensa que intentaban empujar sus temas con regalos y chocolates. Al trabajar como freelance todo ese equipo se reduce: los contactos los consigo yo, las entrevistas las cuadro yo, los fotógrafos y los videógrafos los contacto yo y los regalos y los chocolates me los compro yo. Para alguien como yo, con tendencias de ermitaño y que siempre se ha frustrado trabajando en equipo, este tipo de arreglos funciona muy bien. Además me ha mostrado una faceta ejecutiva de mí misma que desconocía.
4. Escribir
Es romántico y reconfortante pensar que me estoy ganando la vida escribiendo. Más allá de reconciliarme con mi niña interior —que leía las entrevistas de Oriana Fallaci y soñaba con ser como ella (antes de que se enloqueciera y se volviera anti Islam)—, ser periodista freelance hace que este planteamiento se vuelva bastante literal: si no escribo, no tengo con qué pagar las cuentas. Y, aunque a veces esta premura ha hecho que acepte trabajos absurdos de clientes absurdos y que pase horas frente al teclado fantaseando en los lectores (inexistentes) de todo eso que escribo, ser periodista freelance me ha hecho valorar mi oficio y lo ha hecho mucho más pulido.
Ahora en mi corazón tienen un lugar especial aquellos escritores anónimos que se toman el tiempo de redactar, impecablemente, la parte de atrás de las botellas de jabón, las instrucciones de uso de un reproductor de DVD, los términos y condiciones de la tienda Apple o las preguntas más frecuentes en una página web de aspiradoras.
5. Reescribir
Una de las grandes desventajas de ser freelance es no tener comunicación inmediata con el editor. Por esta razón, muchas veces después de entregar un artículo el correo siguiente no es uno de felicitación por el gran trabajo sino un signo de interrogación desconcertado seguido de «¿no te llegó el mail donde te avisaba que el director de la revista decidió cambiar el ángulo de la historia a algo completamente opuesto?». En las publicaciones impresas las páginas varían según los caprichos de los anunciantes y es común que los editores pidan cambiar la extensión del artículo, lo que lleva a que este sea reescrito en su totalidad. Para dentro de cinco minutos. Porque están en cierre. Este ir y venir de versiones a veces se siente como un mal chiste inspirado en el mito de Sísifo, pero me ha hecho una periodista más ágil a la hora de hacer reportería pues, al tener mucha información y diferentes voces sobre un mismo tema, el proceso de reescritura puede ser menos dispendioso.
6. Disciplina
Ser periodista freelance me ha hecho conectar con mi lado más disciplinado. Yo, que nunca icé bandera por disciplina y que era la oveja negra y recochera del curso, me sorprendo al darme cuenta que, después de llevar dos años trabajando en casa, no siento el mínimo impulso de dejar todo botado y dedicarme a ver Netflix. Disfruto la rutina de trabajar de 9 a 5 en la sala de mi casa y sufro cuando tengo que hacer una vuelta que me descoloca el día laboral. Una de las cosas que se aprenden al ser freelance tiempo completo es a organizar el tiempo, la cabeza y las finanzas.
7. Respeto por los burócratas
Aunque ser freelance puede parecer mucho más divertido que estar cumpliendo con horarios y responsabilidades de oficina, el gran contra a no tener que ir a los seminarios de crecimiento personal y empresarial es una cantidad inimaginable de vueltas burocráticas para poder cobrar el trabajo. Un freelance curtido sabe actualizar el RUT por internet, cambiar la configuración de MiPlanilla dependiendo de los ingresos del mes, su calificación tributaria, la diferencia entre RUT y RIT y tiene al menos cuatro copias extra de la cédula ampliada al 150%. Estas vueltas pueden resultar excesivas para los impacientes pero en el mundo del freelance todos y cada uno de estos documentos son necesarios para recibir un pago.
8. Lo más importante
Nadie te incluye en cadenas de correo o WhatsApp con memes de frases inventadas de Gabo que desean un feliz día del periodista.
Y eso es lo que más agradezco.