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«Nosotros no estamos en Quito para negociar a la carrera cualquier cosa» Juan Camilo Restrepo

Las negociaciones entre el ELN y las delegaciones del Gobierno cumplen un año en octubre. Cerosetenta habló con el jefe negociador Juan Camilo Restrepo sobre los retos y el futuro de este proceso.

por

Sebastián Payán R.


30.08.2017

Foto: Presidencia de la República

El 1 de septiembre culmina el tercer ciclo de negociaciones entre el Gobierno Nacional de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional. Se espera que el mayor avance en este ciclo sea un cese del fuego bilateral temporal, esto debido a la llegada del papa Francisco a Colombia. Juan Camilo Restrepo, jefe negociador, manifestó que están enfocados en llegar a este cese para estar a la altura de la visita del pontífice. Restrepo asegura que parte de este proceso ha sido entender las diferencias entre las Farc y el ELN. Cada grupo opera de manera distinta y por eso el proceso de negociación no es el mismo, en gran parte porque este último comenzó en la recta final del actual gobierno y su panorama está ligado al futuro político de Colombia.

¿Cómo llegó a ser jefe negociador?

Fue de un momento a otro. Yo había colaborado con el presidente Santos en el ministerio de Agricultura. Cuando me retiré, le dije que sí podía serle útil en algo que tuviera que ver con el posconflicto que contara conmigo. Y después me llamó a que le colaborará en el fin del conflicto con el ELN, en llegar a un posconflicto. Y estoy en esas desde octubre de 2016.

¿Cuál fue su primera aproximación en esta negociación?

Esto es un tema nuevo, hay que estudiar la psicología del ELN, su historia. El ELN tiene sus peculiaridades, es complejo. No se puede asimilar con las Farc. Es más, ellos son muy celosos con que se les vea como un apéndice de las Farc. Si se tiene en cuenta que las negociaciones con las Farc llevaron cinco años, nosotros apenas estamos comenzando. Han habido conversaciones previas, confidenciales,  pero esta es la primera vez que empieza una discusión pública y formal.

¿Esa comparación con el proceso de las Farc es positiva o negativa?

Tiene cosas buenas y cosas malas. Las malas es que como lo acabo de mencionar, el ELN es muy celoso de guardar y preservar su identidad. En el fondo si no fuera así, sería muy sencillo simplemente suscribir los acuerdos con las Farc al ELN y listo. Eso se haría en una semana. Pero no, las cosas no son así. Entonces hay que tener en cuenta las diferencias. El ELN es un grupo mucho menos homogéneo y monolítico que las Farc. Es más bien una federación de frentes, de grupos alzados en armas. A diferencia de las Farc, su dirigencia vive en Venezuela, protegida por el gobierno venezolano. Ese es un factor de complejidad. Ellos tienen sus maneras de ver el mundo y las realidades que son mucho menos pragmáticas que las Farc. Son más ideologizadas y todo eso crea complejidades que se deben tener en cuenta. No se pueden simplificar las cosas.

 

Nosotros no estamos casándonos con unas fechas determinadas. Queremos ir tan rápido como la prudencia lo permita, no estamos en Quito para negociar a la carrera cualquier cosa, dentro de eso vamos a ver qué tan lejos podemos llegar.

¿Cómo se procedió en la negociación?

Hubo unas conversaciones previas de carácter confidencial en las que se habló mucho, durante casi dos años. En realidad el ELN prácticamente ha tenido contacto informales con muchos gobiernos de aquí para atrás. Entonces nosotros hemos empezado a desarrollar una agenda con ellos, se han creado dos grupos de trabajo o mesas: la primera que tiene que ver con la participación de la sociedad civil, ese es un tema al cual el ELN le da mucha importancia. Que la gente hable, y que de ese hablar salgan unos insumos para la mesa de negociación. Y la segunda mesa trata sobre asuntos humanitarios y en especial en cómo ir desescalar el conflicto. El secuestro, el enrolamiento de niños, los atentados, las minas antipersonales son factores que irán disminuyendo intensidad hasta llegar a un cese del fuego y de hostigamientos. Esa es la segunda gran temática que estamos abordando.

¿Cómo es que han sido manejados en las negociaciones el tema de reclutamiento de menores, los secuestros y los atentados?

Esa es otra de las diferencias que hay con las Farc, ellos renunciaron al secuestro antes de sentarse a negociar. El ELN no lo ha hecho. Y lo mantiene por una argumentación bastante disparatada por lo demás y que desde luego que el gobierno no comparte. Desde el punto de vista de ellos, el secuestro se justifica como un método de financiación de su lucha armada, por eso estamos muy interesados en darle un desarrollo práctico al acuerdo al que ya se llegó, el del derecho humanitario. De manera que si el ELN dice que acepta el derecho internacional humanitario, como ya lo aceptó, ahora lo que seguiría es que renuncien al secuestro. No porque el gobierno se los imponga, sino porque es el Derecho Internacional Humanitario el que se los impone.

Entonces en este momento no hay puntos de un acuerdo…

Pues empezamos a hacer pequeños acuerdos, porque estamos comenzando. Porque todavía no hay grandes acuerdos como los de La Habana. En la primera gran ronda de negociaciones que duró seis semanas concluimos que en esa mesa humanitaria, la guía directora de las deliberaciones se regirá por el Derecho Internacional Humanitario. Se vuelve un término de referencia. Vamos a empezar a hacer un programa de desminado humanitario con el ELN. Son logros parciales pero que a medida que vayan sumando, se vuelven una masa crítica para un acuerdo de mayor envergadura.

¿Cómo ven este proceso de negociación teniendo en cuenta que habrá un cambio de gobierno en 2018?

Es un punto importante. Cuando comenzaron las negociaciones con las Farc, comenzaba el gobierno de Santos. Ahora, cuando comienzan estas negociaciones, estamos en la recta final de su presidencia. Nosotros aspiramos, si hay la voluntad política del ELN, a llevar este acuerdo tan lejos como sea posible en este gobierno. Eso no significa que estemos desesperados por negociar cualquier cosa con tal de firmar un acuerdo de paz en este gobierno. Pero sí llevarlo a un punto donde políticamente sea más difícil para el próximo gobierno echarlo para atrás ¿Y cuál es ese límite? Por lo menos avanzar en un desescalamiento del conflicto. Sacar a los civiles no combatientes de los riesgos del conflicto. Y poner las primeras piedras para trazar un cese al fuego. Ese podría ser un escenario muy satisfactorio.

¿Cómo ha sido el manejo mediático desde su punto de vista? ¿Sienten menos presión?

Evidentemente este proceso está con menos reflectores de los medios que el que estuvo el de La Habana. Allá todos los días las Farc daban una rueda de prensa, todos los días los corresponsales hacían despachos hacia Colombia, la opinión pública se nutría diariamente. Estas negociaciones, y yo creo que para bien, se están adelantando en un ambiente de más discreción que el que rodeó a la Habana.

Cuando se iniciaron las conversaciones en La Habana se trató con ese sistema de poner unas fechas límites para los acuerdos. Y eso no dio resultado. Nosotros no estamos casándonos con unas fechas determinadas. Queremos ir tan rápido como la prudencia lo permita, no estamos en Quito para negociar a la carrera cualquier cosa, dentro de eso vamos a ver qué tan lejos podemos llegar.

 

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