En Colombia, según la Registraduría Nacional, hay 36,024,467 de votantes de los cuales 18,605,726 son mujeres. O sea que el 52 % del potencial de votantes son mujeres. A pesar de esta mayoría, arenas políticas como el Congreso cuentan con solo el 18 % de mujeres electas. Esta es la cifra más alta de la historia con 52 mujeres electas de los 268 miembros. Para ONU Mujeres, el problema es estructural: las mujeres siguen estando rezagadas de la mayoría de espacios políticos y económicos por leyes discriminatorias, bajos niveles educativos, estereotipos de género y la pobreza (que afecta a las mujeres de manera desproporcionada).
En Colombia una de las mujeres más importantes en la política es Claudia López, senadora de la Alianza Verde. En 2014, López obtuvo la segunda mayor votación, en las mujeres candidatas, con 81.045 sufragios.
López confiesa que la fórmula del éxito en su vida ha radicado en “la disciplina, el rigor, el mérito y el amor infinito”. Frente a cuestionamientos por su vida personal expresó: “Me gusta lo que soy y aunque esto irrite a mucha gente a mí me hace feliz, yo tengo una vida tranquila simple, no tengo nada que ocultar. Me acepto como soy”. Con seriedad y su tono firme habló de como la vida le indicó que su camino no era la medicina, ni el derecho sino la política, esto después de un largo periplo por el mundo, estudios en Estados Unidos y una incursión profunda en el periodismo.
La construcción de paz radica en unir y equiparar estas colombias, que la probabilidad de salir adelante dependa de uno y no del lugar en el que le tocó nacer
En el marco de 100 mujeres transformadoras organizado por La Silla Vacia, el Ceper, Movistar y la Fundación Liderazgo & democracia, mujeres líderes dialogaron con López acerca de la política, su visión de país y sus recomendaciones para que más mujeres incursionen en política.
¿Qué necesita una mujer para incursionar en política?
Se necesita cuero, mucha resistencia y resiliencia. Este mundo [político] es especialmente machista y hostil. Desde su diseño institucional es un mundo difícil para las mujeres y mientras logramos cambiar las prácticas e instituciones que hacen esto difícil para las mujeres se necesita cuero, resistencia y resiliencia. Además se necesita prudencia, constancia y generar una visión de liderazgo.
¿Qué le atrae de la política?
Desde los 16 años he estado intentando cambiar este país, con el movimiento de la constituyente, después como investigadora y periodista, esto ha sido una lucha larga. Con la Constituyente creí que lo habíamos logrado, ya que entre los 20 y los 25 años cinco grupos armados se desmovilizaron, derrotamos un régimen bipartidista de 120 años. Pero lo que pasó después es que vino la década más violenta de la historia colombiana: los noventa. Por mi familia siempre estuvo la necesidad de participar en política, desde 1988, cuando cumplí 18 años, esperaba con ansias votar. Pero entre 1988 y 1990 las tres personas por las que quería votar las mataron, cuando llegué a poder tomar un tarjetón ni Luis Carlos Galán, ni Carlos Pizarro, ni Bernardo Jaramillo estaban vivos. ¿Así nos va a tocar? ¿Qué podemos hacer? Esta irreverencia de pensar que nos vamos a dejar, que no importaba el abuso o el plomo, nosotros tenemos dignidad, somos mayoría y se supone que esto es una democracia ¿por qué nos tenemos que dejar someter de una minoría armada o política? Esto debe cambiarse por métodos democráticos y así me he mantenido desde los 16 años.
¿Cómo ve la construcción de paz en Colombia?
Primero hay que entender el conflicto, en Colombia la guerra expropio más de 6 millones de colombianos, nos dejó una Colombia fragmentada: la Colombia rural está en el siglo XVIII, Bogotá y otros cuatro centros urbanos están en el siglo XXI y hay una Colombia intermedia que está en el siglo XX. Por esto creo que la construcción de paz radica en unir y equiparar estas colombias, que la probabilidad de salir adelante dependa de uno y no del lugar en el que le tocó nacer. Pero todo esto debe estar acompañado del Estado y el mercado.
¿Cómo lograr cambios en Colombia?
Estoy convencida que el primer cambio es salir de la balacera, terminar la guerra. Los otros problemas son estructurales: el uso de la violencia, el no monopolio de la fuerza legítima por parte del Estado, la corrupción, la desigualdad, el rentismo económico y lo precario de la economía colombiana. Si me siento a debatir con alguien de izquierda ese orden se altera seguramente empezará por la desigualdad, pero yo considero que la violencia profundiza la desigualdad, la violencia arrasa con todo. El conflicto armado está en su mínimo punto y desde la visión de la ciencia política el fin de un conflicto armado aflora conflictos políticos, esto es lo que estamos viendo en las encuestas con candidatos como Sergio Fajardo y Gustavo Petro en punta de las encuestas. En la medida que surjan estos nuevos liderazgos que cambian la agenda, nuevos temas aparecen, estas serán las primeras elecciones en décadas en las que el tema principal de debate no será qué hacemos con las Farc, eso es increíble, llevamos dos décadas eligiendo un presidente en torno a esto. Por eso están surgiendo nuevos temas: la derrota a la corrupción, construir igualdad, empoderar a las mujeres, integrar a la Colombia rural con la urbana, la agenda cambia. La esclavitud moderna es el clientelismo lo que la evidencia también muestra es que no es el tamaño del Estado sino la eficiencia lo que importa. Todos estos temas, sumado a la derrota de la violencia nos permitirá consolidar cambios estructurales en Colombia.
¿Cómo hacemos para que las mujeres participen activamente en la política?
En verdad no lo sé [risas]. Es muy curioso pero nunca he podido entender por qué a la mayoría de las mujeres no les interesa la política. Uno siempre dice que son los partidos y su machismo, pero nosotros siempre que tenemos una iniciativa política hay más hombres que mujeres, nueve de cada diez voluntarios son hombres,. Esto ocurrió en la consulta anticorrupción. La explicación de porqué no habremos más mujeres en política no aplica aquí, no sé si es por qué no quieren o no las dejan. Es un hecho, las mujeres incluso se estimulan menos a recibir información en política, participan en menor proporción en voluntariado y son mucho más drásticas para juzgar a las mujeres.
*Julián Ramírez es profesional en Lenguas y Cultura y estudiante de Ciencia Política con opción en periodismo de la Universidad de los Andes.