En la india: OM. La nada-brahma. El sonido de Dios. La música del monosílabo sagrado que conecta el cielo con la tierra. Que vibra en la nariz, en la garganta. Que llama la energía y que tiene adentro el origen del universo. En el Tíbet: Om mani padme hum. Cuerpo, joya, loto invisibilidad. La unión del método y la sabiduría según el Dalai Lama. En el Chocó: cuando vire a mi Dios crucificao’, ay, mil veces me pesa haber pecao’. Un alabao para despedir a los muertos. Una plegaria de arrepentimiento, un arrullo de perdón. Seguir es fácil. Góspel para los evangélicos, recitativos por la iluminación de los espíritus para los wayuu, cantos de la Torá para los judíos. La música y la fe siempre han estado juntas.
En el catolicismo la relación es aún más directa. Desde la Edad Media, la Iglesia ha sido inspiración y mecenas de la música occidental. El Réquiem en Re menor de Wolfang Amadeus Mozart es una misa de muertos que responde a las partes del rito litúrgico. El Mesías de Georg Friedrich Händel es un oratorio, una ópera sin puesta en escena con tema religioso. La tercera canción de Ellens dritter Gesang, conocida como el Ave María de Franz Schubert es un lied dedicado a la Vírgen María. La pasión según San Mateo de Joan Sebastian Bach se explica por sí misma.
La Iglesia católica no sólo encargaba obras especiales para sus celebraciones, nombramientos y funerales, también se convertía en bolsa de empleo para los músicos: maestros de capilla, directores, organistas, integrantes del coro. Era tal su poder, que en en repetidas ocaciones legisló sobre lo que debía y lo que no debía sonar. El misticismo del siglo XV prohibió las disonancias en Europa, el colonialismo español los bundes y fandangos en Cartagena y la reforma luterana quiso prohibir la polifonía en occidente. Sin ir más lejos, el uso de melodías folclóricas en los cantos de la misa estuvo vetado hasta el Concilio Vaticano II de 1962, en el que se acordó que una obra podía reflejar la identidad colectiva de un pueblo siempre y cuando respetara la espiritualidad del servicio eucarístico.
La música está atada a la iglesia y la iglesia no se cuenta sin música
La música está atada a la iglesia y la iglesia no se cuenta sin música. Sus fiestas, sus guerras, sus papas. Para cada momento hay una comisión especial. El papa Francisco visita Colombia y más de 400 músicos serán parte de la misa campal que oficiará en el Parque Simón Bolivar. La Sociedad Coral Santa Cecilia, la Schola Cantorum de la Catedral Primada y el coro y la Orquesta Filarmónica de Bogotá interpretarán juntos Plegaria colombiana, una obra que el compositor Juan Antonio Cuéllar escribió a propósito de la llegada del sumo pontífice.
Por más de 50 años, Luis Torres Zuleta le enseñó a cantar a los estudiantes del Seminario Mayor de Bogotá. Componía melodías, armonizaba poemas y traducía letras del latín. Esto dijo el Señor a mi señor: ven, siéntate a mi diestra que de tus enemigos voy a hacer escabel de tus pies. Todos los cardenales, obispos y sacerdotes de la Arquidiócesis aprendieron con él y en muchas parroquias bogotanas su música sigue vigente. Las catorce partes que conforman Plegaria Colombiana fueron escritas por Torres Zuleta y, en marzo de este año, reorquestadas por Juan Antonio Cuéllar para la misa papal.
“Hay una reflexión casi teológica en esta música. Sobre nosotros mismos, sobre lo que somos, sobre nuestra cultura”, dice Cuéllar. El salmo es una cumbia, el aleluya una guabina. Un pasillo hace las veces del kyrie. Referencias no literales a la música folclórica. Ritmos tradicionales vueltos obras sinfónicas. “Es música religiosa”, dice Sandra Meluk, Directora General de la Orquesta, “pero música religiosa hecha en Colombia”.
Señor, ten piedad. Cristo ten piedad. Textos del ordinario de la misa. Oraciones, antífonas, profesiones de fe. ¡No te quedes callado, Dios mío, no guardes silencio! El comienzo del Salmo 83, el principio del canto de Asaf. Te ofrecemos el despertar gozoso de toda una nación. Los versos de Luis Torres Zuleta. Una Plegaria colombiana, 45 minutos, el tercero de los sacramentos y cuatrocientos músicos. “No soy de ir a misa todos los domingos”, dice Cuéllar, “pero sí tengo una profunda convicción de fe y espero que le revelemos algo de sí mismo a quien nos escuche”.
Playlist papal
1. Misa del papa Marcelo: compuesta por el italiano Giovanni Pierluigi da Palestrina en honor al papa Marcellus II, que reinó tres semanas en 1555.
2. Totus Tuus: musicalización de la oración favorita del papa Juan Pablo II. Compuesta por el polaco Henry Górecki en 1987.
3. Te Deum: himno de acción de gracias compuesto por Krysztof Penderecki para el papa Juan Pablo II.
4. Misa a S. Juan XXIII en cuartos de tono: compuesta por el mexicano Julián Carrillo Trujillo en 1962.
5. Mille Regretz: las melodías sacras de los cantos gregorianos le deben su nombre al papa Gregorio. Aquí una obra del compositor franco-flamenco Josquin de Prés.