Desde “le mandaron saludos” al rey de España, hasta los siete enanitos, pasando por un decreto contra la dosis mínima para cuidar a las familias colombianas y por recibir a Maluma y no a los estudiantes, los primeros 100 días de gobierno han demostrado que el estilo “joven” de nuestro presidente es el del baile, el canto, los dichos y el de uno que otro reversazo —y de paso derechazo— en la agenda social del país.
Van 100 días caracterizados por su indecisión frente a la paz, su falta de experiencia, su bajón de popularidad y sus criticados slogans para justificar sus políticas de mano dura, economía naranja y reforma tributaria. Le preguntamos a Luciana Cadahia, a Rodrigo Uprimny, a Miguel García y a Alberto Donadío sus opiniones sobre el primer trimestre de Iván Duque en el poder. Esto fue lo que nos dijeron.
“Le salió la presidencia [en un paquete de papas] y no ha sabido gobernar”: #QuéEncarte
“Está encartado”, dice el periodista Alberto Donadío. “Uno poniéndose en los zapatos de Duque entiende que no gobierne. Le entregaron algo que no estaba buscando, por eso no hace sino viajar y reunirse con artistas. Se ganó la presidencia, pero no se la merece”, agrega.
Le saca tiempo a Maluma, a Carlos Vives y a Silvestre Dangond. Le saca tiempo a los empresarios y a los deportistas, pero no a los estudiantes que llevan un mes en paro. De acuerdo con La Silla Vacía en estos 100 días de gobierno, tuvo seis eventos con organizaciones sociales o sindicales, mientras que con artistas y deportistas estuvo reunido 12 veces. Eso, dice Miguel García, codirector del Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes, demuestra que es un presidente con poca experiencia. No hay liderazgo ni discurso. Hay poca estructuración programática y tiene problemas de coordinación. De ahí que de vez en cuando Duque tenga que recordarle al país que el presidente es él y no sus ministros, ni sus embajadores. Es un gobierno que se ve sin rumbo y que va dando tumbos, dice García.
Duque, dice Luciana Cadahia profesora de Filosofía de la Universidad Javeriana, como otros cuantos presidentes de derecha de América Latina “comparten una misma características: son gobernantes mediocres”.
“Todo va para atrás y hacia la derecha”: #Anacrónico
“Lo único que ha hecho este gobierno es anunciar una reforma —que es un atraco— con un nombre distinto y generar retrocesos terribles de cosas en las que el país ya había avanzado. Es ridículo”, dice Alberto Donadío.
Está encartado. Uno poniéndose en los zapatos de Duque entiende que no gobierne.
Es un gobierno que está metiendo goles por debajo de cuerda, explica Miguel García. Está echando para atrás temas de la agenda social con visiones muy tradicionales y anacrónicas, como la dosis mínima, la educación sexual y reproductiva, la equidad del país, entre otras. “El problema es que nadie se está dando cuenta de eso. Los medios no lo están registrando lo suficiente, porque es un gobierno que no plantea esas decisiones como peleas. Frente algunos aspectos gobierna desde el silencio o la inacción. Zongo zorongo deja de hacer algunas cosas y mientras tanto, desmonta otras”, dice García.
“Paz sí, pero no así”: #PuraIndecisión
Es más conciliador, que peleador. Por eso, tal vez, no ha podido responder como el Centro Democrático hubiera querido que lo hiciera. “En estos 100 días, el gobierno Duque ha mantenido una posición ambigua y cambiante frente al acuerdo de paz con las Farc”, dice Rodrigo Uprimny, co-fundador e investigador de DeJusticia. A veces lo critica, quiere reformarlo severamente, pero otras veces lo defiende como un avance que debe ser preservado.
Duque ganó la presidencia con una campaña contra el Acuerdo y con promesas de que haría cambios significativos. Además, sus bases políticas más directas, tienen sectores que buscan realmente la destrucción del Acuerdo, señala Uprimny. Pero él no tiene una posición radical frente a la paz. Por el contrario, agrega Uprimny, pareciera estar interesado en lograr un consenso político nacional para poner fin a la polarización sobre la paz y permitir una cierta implementación del acuerdo, aunque minimalista.
Pero esa es una decisión que, de cierta forma, le implica pelearse con su propio partido. Está atrapado en un dilema difícil, dice Uprimny: “Debe satisfacer al Centro Democrático con reformas al Acuerdo o a su implementación que sean (o que al menos parezcan) “profundas” , pero al mismo tiempo “mínimas”, para no descarrilarlo. El problema es que con este gobierno y sobre todo con su indecisión, los colombianos no hemos terminado de entender si la paz va o no va.
De ‘el que la hace la paga’ a los siete enanitos: #Dicharachero
Duque es un presidente de slogans, de dichos, de eufemismos, con los que intenta justificar o amenizar sus decisiones, sus declaraciones, sus formas de gobierno. “Tiene un estilo bonachón y dicharachero, ligero, que lo hace hacer el ridículo con bastante frecuencia”, dice García.
Tiene un estilo bonachón y dicharachero, ligero, que lo hace hacer el ridículo con bastante frecuencia
En 100 días son varias las embarradas. Desde los saludos al rey de España hasta los siete enanitos. Es clara su falta de experiencia y la poca claridad de su bandera de gobierno. Lo que sí está claro en Duque, explica García, es que está para defender los intereses de un sector empresarial. Todos su gabinete lo demuestra: “Que si eso lo hace por convicción o mandado. No sabemos, creo que ahí hay algo de las dos”.
Como Bolsonaro en Brasil, Macri en Argentina y Moreno en Ecuador, Duque actúa al servicio de las clásicas oligarquías y, dice Luciana Cadahia, “emplea un pobrísimo sentido del humor para disuadirnos del sufrimiento y dolor que están causando a nuestros pueblos”.
Para Cadahia es curioso que todos los gobernantes de derecha de la región tienen una relación de exterioridad con el lenguaje y usan expresiones vacías y carentes de cualquier sentido político, con tristes tonos de un humor sádico y destructivo. “En estos 100 días, Iván Duque, al igual que Macri, Moreno y Bolsonaro, actúan como los payasos del caos. Vinieron hacer las piruetas que sean necesarias con tal de destruir un futuro democrático y pacífico para la región”.