Mapiripán, El Naya, El Salado y Bojayá nos recuerdan episodios atroces de nuestra historia reciente, con decenas de vidas segadas por distintos grupos armados. Las masacres ocurridas allí nos remiten a una violencia que creíamos superada. La desmovilización de los paramilitares con la Ley de Justicia y Paz, y el acuerdo firmado con las Fuerzas […]
Mapiripán, El Naya, El Salado y Bojayá nos recuerdan episodios atroces de nuestra historia reciente, con decenas de vidas segadas por distintos grupos armados. Las masacres ocurridas allí nos remiten a una violencia que creíamos superada.
La desmovilización de los paramilitares con la Ley de Justicia y Paz, y el acuerdo firmado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, fueron dos oportunidades que le prometieron a Colombia el fin del asesinato en masa. En ambos momentos pensamos que las masacres dejarían de ocupar titulares.
Pero este año llegó la pandemia, y a sus víctimas numerosas se agregaron otras evitables: líderes sociales, defensores de derechos humanos, excombatientes y muchos otros asesinados en diversas masacres (homicidio intencional de tres o más personas en las mismas circunstancias) recurrentes. A los nombres del pasado se suman ahora Caucasia, Argelia, Cúcuta y varios más.
La Liga, junto a varios aliados (Consejo de Redacción, De La Urbe, Rutas del Conflicto, Verdad Abierta) y periodistas de los departamentos más afectados por esta nueva violencia, realizó este especial que reúne historias sobre lo que está ocurriendo en estos territorios. Testimonios de sobrevivientes que se atrevieron a hablar, voces de expertos, aportes de organizaciones sociales, interpretaciones sobre el fenómeno, bases de datos y mapas que registran cada hecho ocurrido entre agosto de 2018 y diciembre de 2020. El resultado es un amplio análisis que busca aportar elementos para la construcción de memoria y la búsqueda de una solución urgente.
Una estela de muerte en las regiones
“Sabíamos que nos iban a matar”, cuenta un sobreviviente de la masacre de Totumito, en Norte de Santander. Allí fueron asesinados seis hombres, entre ellos cuatro migrantes venezolanos. En el reportaje sobre Antioquia y Córdoba repasamos las fronteras invisibles que atraviesan el Bajo Cauca, donde la población vive bajo las restricciones de los grupos armados, que se disputan el territorio en el estratégico Nudo del Paramillo. En Cauca nuestra investigación plantea preguntas a las Fuerzas Militares, cuya presencia no ha evitado que ese departamento sea el segundo con el mayor número de masacres, y el primero con más líderes y defensores de derechos humanos asesinados, la mayoría de ellos indígenas.
Territorios bajo acecho
En este mapa se localizan las 114 masacres que dejaron 485 víctimas entre el 1 de agosto de 2018 y el 15 de diciembre de 2020. La primera que se documentó fue la de El Tarra, en Norte de Santander, con diez víctimas. La que cierra el registro, días antes de publicar este especial, ocurrió en La Uribe, Caucasia, un municipio del Bajo Cauca Antioqueño, con tres muertos. Aquí honramos la memoria de todos ellos.
La información fue recogida en las bases de datos de Indepaz y Verdad Abierta. También a través de denuncias realizadas por organizaciones sociales y archivos de prensa local.
Con un clic en cada punto del mapa se despliegan los detalles de cada evento.