Maneras de leerse: la correspondencia de María Mercedes Carranza
Breve mirada al intercambio epistolar de la poeta colombiana María Mercedes Carranza.
por
Diana Duarte
investigadora en literatura e historia latinoamericana
07.08.2024
Foto: María Mercedes Carranza en Venecia. Cortesía: BADAC - Fondo María Mercedes Carranza.
Este texto hace parte del especial “El mundo es esto que miro: vida y obra de María Mercedes Carranza”. Para ver otros textos del especial, haga clic aquí.
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¿Quién fue María Mercedes Carranza?
Cronología de unas de las poetas y gestoras culturales más importantes del s.XX en Colombia.
La correspondencia como práctica es cada vez menos recurrente. Mejor dicho, se ha transformado. Tal como la conocimos, el papel y el lápiz, los sellos postales, los sobres, las lágrimas sobre las hojas, o la saliva para sellarla, es menos y menos común. Ahora predominan los mensajes de texto, videollamadas, mensajes de voz, videos y se añaden dos elementos al tintero: la capacidad que tiene el emisor de modificar y eliminar sus propios mensajes. Por fortuna nuestra, el archivo de María Mercedes Carranza se conserva en buen estado y podemos explorar sus distintas facetas como escritora, intelectual y periodista.
Las cartas que se tienen de y para Carranza ofrecen un portal íntimo al alma y la vida de la poeta y ensayista colombiana, así como a otras vidas entrelazadas a la suya. El archivo guarda, en su mayoría, las cartas que ella recibió. De las que escribió, únicamente se conservan las que en sus primeros años de pre-adolescencia escribió a sus familiares, en especial a su madre, Rosita. La correspondencia puede leerse como una exploración de su mundo interior y de su compromiso dinámico con los círculos literarios y culturales de su época.
1948, año significativo para la historia de Colombia, es el año que marca el inicio de esta correspondencia que se encuentra en el archivo. Sin embargo, no es sino hasta 1952 en donde la voz de María Mercedes interviene.
En estas misivas manuscritas dirigidas a sus padres, Rosa Coronado y Eduardo Carranza, María Mercedes teje puentes entre lo cotidiano y lo personal. Su forma de comunicarlo es mediante palabras y dibujos. A Rosa, la escritora bogotana le cuenta que le va bien en el colegio al contestar todas las preguntas de las composiciones, al tiempo que le dice a su madre “estoy haciendo lo posible por darte gusto”.
A su padre, Eduardo Carranza, también le dedicó algunas líneas en un par de ocasiones. María Mercedes se comenzaba a sentir parte del mundo literario que su padre había navegado ya por muchos años. En 1953, la autora envía una corta y colorida carta a Eduardo. En ella le hace saber que desearía pasar más tiempo con él y sus amigos en su oficina, mientras piensa en los versos que él escribe.
En esta primera etapa, se puede trazar un ligero camino biográfico de esos primeros años escolares, su estadía en Madrid y Caracas, además de sus encuentros literarios entre fortuitos y predestinados. En 1964, Carranza narró con entusiasmo a Rosa que, después de comprar un libro de poemas, encontró allí dentro un autógrafo de Manuel Machado: “al abrirlo lo 1º que veo es un autógrafo a puño y letra con la firma de D. Manuel! ¿No es esto genial?” Más tarde ese mismo año, el 18 de noviembre, María Mercedes cuenta cuando asistió a una conferencia de Jorge Luis Borges. Posterior al evento, dice Carranza, “nos fuimos Fernando, la mujer, Borges, ‘su secretaria’, yo y un grupo de nicaragüenses al mesón del Marisco”.
En la correspondencia, las anécdotas no faltan. A través de las cartas somos testigos de cómo su faceta literaria se entrelazó con sus encuentros personales. En 1973, María Mercedes recibe una misiva en la que le hablan de su primer libro publicado un año antes, Vainas y otros poemas. El remitente reconoce que, “en efecto, lo que llama la admiración en tus versos es el equilibrio de la composición y del pensamiento y cierta madurez que supo evitar también la exasperante y monótona crítica comunistoide a la sociedad, al gobierno, etc etc (sic) y que tampoco cayó en las insoportables ridiculeces de la canción protesta, alimento impotable del pobre amateur de poesía hoy día”. Esta carta refleja lo que ya sabemos. Desde su primera etapa como poeta, Carranza usa lenguaje coloquial para hablar sobre temas sociales, políticos y también comunes. La poesía de María Mercedes se caracteriza por escribir sobre tópicos que nos atraviesan a todos en algún momento de nuestra vida.
La representación de lo cotidiano, de lo ordinario, la problematización del uso exuberante del lenguaje y de la poesía lírica. Esto fue rápidamente notado por sus lectores. En 1994, María Mercedes recibe una carta larga de Manuel Artiles, un argentino de 67 años quien manifiesta su profunda vocación literaria a pesar haber sido sacerdote católico hasta los 41 años y luego ejercer como psicólogo psicoterapeuta. Allí él le cuenta que ha leído su libro de poemas Tengo miedo (1983) y que ha quedado impactado por cómo la autora va hilando los temas con la escritura. Dice Artiles a Carranza que “al leerlo no pude dejar de sentirme dolorido empáticamente. Sin duda sus versos tienen mucho de su vida, no son gratuitos”.
Artiles llama la atención sobre el hecho de que la poesía de María Mercedes, atravesada por la cotidianidad, es un recuento de sus vivencias personales traducidas en versos. Podríamos decir, pues, que la vida personal de Carranza permea cada línea. La poeta no escribe solo desde el dolor o la incomodidad, sino desde la observación meticulosa del día a día, desde sus propias indagaciones sobre temas tan distintos, pero intrínsecamente conectados. Su capacidad para transformar estas experiencias en una experiencia estética y artística es sin duda una de las razones por las que María Mercedes sigue vigente.
Son varias las cartas que recibe a lo largo de los años de distintos personajes de la escena cultural quienes, además de incluir poesía, comentan la obra de María Mercedes. Sus relaciones con otras figuras literarias aparecen como hilos clave en el archivo, pues sus intercambios con poetas, escritores y pensadores naturalmente arrojan luz sobre los vibrantes círculos intelectuales y políticos en los que se movió. Por esta razón, en el archivo se encuentran cartas de Jaime Mejía Duque, José Vicente Guzmán Sandino, Guido Emilio Arriaga, Jennifer L. Fischer, Juan Liscano, Víctor Rodríguez Núñez, entre varios otros.
Y aquí estamos, ante una de las versiones de la biografía de Carranza, una biografía a voces. Con cerca de 250 cartas, en donde su período más fecundo de intercambio parece ser desde los años 90, en sus intercambios con amigos, familia, mentores y colegas poetas, Carranza deja al descubierto sus esperanzas y temores, sus triunfos y decepciones, pero que son leídos a través de otros.
La correspondencia de la escritora Carranza es una fuente de información sobre su vida, su arte y el panorama cultural e intelectual de Colombia. Es un testimonio de su impacto y legado como poeta y pensadora. Sus cartas nos invitan a acercarnos a ella como algo más que una poeta; nos invitan a conectar con una persona compleja y polifacética cuya vida y palabras siguen dejando una huella indeleble en la literatura colombiana y latinoamericana.