La semana pasada la agencia de noticias económica Bloomberg reveló que Luis Carlos Sarmiento Angulo, el hombre más rico de Colombia, había perdido mil millones de dólares en sus acciones de la bolsa. El desplome, decía Bloomberg, ocurrió luego de la muerte de Jorge Enrique Pizano, testigo clave en el escándalo de Odebrecht que involucra al Grupo Aval, el grupo financiero más grande del país que pertenece a Samiento Angulo.
Pizano era controller —o auditor— de Corficolombiana, una de las empresas del Grupo Aval, para el proyecto de infraestructura Ruta del Sol, en el que empresas de dicho grupo eran socias de Odebrecht. Hace cinco años Pizano alertó que había contratos irregulares en la construcción del tramo dos de la Ruta del Sol. Hace casi un mes Pizano murió de un infarto, de acuerdo con el dictamen de Medicina Legal. Tres días después falleció su hijo por envenenamiento con cianuro. Estos hechos, dice Bloomberg, son los que han generado una pérdida millonaria en el valor en bolsa del Grupo Aval.
Entre el 8 y el 29 de noviembre de 2018, la cotización del Grupo Aval cayó de Col$1.150 a Col$1.013 por acción. Eso quiere decir que la capitalización bursátil (la multiplicación del número de acciones en circulación por el valor de cotización al cierre de la rueda del día respectivo), disminuyó desde inicios hasta finales del mes en US$953,9 millones aproximadamente.
¿Pero qué tanto impacto real tiene esa pérdida para el grupo económico y qué tan significativa es la caída de las acciones del grupo Aval para Sarmiento Angulo? La respuesta es que no mucho. Esto es apenas la consecuencia esperada y lógica del mercado.
Riesgo de reputación
El conglomerado Financiero del Grupo Aval cotiza en la Bolsa de Valores de Colombia y en Estados Unidos. Y cuando las empresas cotizan hay factores determinantes en las decisiones que toman los inversionistas. El principal factor es, sin duda, la información relevante sobre los fundamentales de la acción, que corresponden principalmente a los resultados financieros, tales como utilidades, solvencia y rentabilidad, entre otros. Esa información es la que determina el riesgo del papel que compran, mantienen o liquidan los inversionistas.
Hay tres tipos de información que están disponibles en un registro todo el tiempo y que cualquiera puede consultar: la de actualización del Registro Nacional de Valores y Emisores que se reporta anualmente, la de los estados financieros que se reporta trimestralmente y la relevante que es la que se reporta con hora, minuto y segundo. Esa última es la que más en cuenta tienen los inversionistas.
Del grupo Aval una información que no es tan reciente, pero que fue relevante es un reporte de la calificación del grupo, que es una opinión técnica que establece la probabilidad de pago de la deuda, y entre más alta sea la calificación, quiere decir que la probabilidad del pago es mayor. Al Grupo Aval, en septiembre, le dieron la máxima calificación de sus emisiones de bonos: AAA. Esto quiere decir que la entidad es muy sólida y que quienes invierten ahí saben que hay una mayor probabilidad de que el Grupo les pague.
Lo que pasó con el caso de Odebrecht y la Ruta del Sol es que se materializó lo que se llama el riesgo reputacional, que tiene un impacto directo sobre la información que puede recibir un accionista y por tanto afectar las decisiones.
Más recientemente, el 14 de noviembre, informaron que sus estados financieros presentaron una variación positiva del 5 % de sus utilidades. Eso es positivo y por lo general se refleja en el incremento del precio de las acciones. Y ese mismo 14 de noviembre, sobre el caso de Pizano, emitieron un comunicado diciendo que lamentaban su muerte y la de su hijo y que los audios publicados por los medios de comunicación no eran nuevos: que desde 2015 el Grupo Aval tuvo conocimiento del reporte de Pizano en el que alertaba acerca de ciertos contratos que parecerían ser cuestionables. Con este último registro, se podría decir, tratan de contrarrestar el efecto negativo que del aumento del riesgo de reputación.
Todos estos comunicados hacen parte del registro que debe ser publicado una vez se tiene la información, pues es indispensable para que los inversionistas sepan todo lo que deben saber respecto al riesgo que tienen los papeles que circulan de un emisor en el mercado de valores.
Lo que pasó con el caso de Odebrecht y la Ruta del Sol es que se materializó lo que se llama el riesgo reputacional, que tiene un impacto directo sobre la información que puede recibir un accionista y por tanto afectar las decisiones. Ese riesgo reputacional es un problema propio de los conglomerados. La imagen del público es que ese escándalo puede afectar la negociabilidad de las acciones y por eso caen.
Además, como parte de ese mismo riesgo reputacional se desató en redes sociales una campaña con el hashtag #NoAlGrupoAval, que promueve que los colombianos saquen su dinero de los bancos que pertenecen al conglomerado financiero. Estas son decisiones en caliente que se toman influenciadas y que no hacen un análisis de la información disponible en el Registro. Y eso es complicado porque, como lo denunció el Superintendente financiero, puede entrar en una situación que raya con el código penal.
Lo que se está diciendo en las redes no está sólo relacionado con la cotización del Grupo Aval, sino que se está involucrando a las empresas principales del grupo que son los bancos y que nada tienen que ver. Hay que tener cuidado. Esto aún no es una situación de pánico financiero, pero podría llegar a serlo si se generaliza. El problema es que este efecto no es producto de la situación de los emisores, sino con la información fruto de un escándalo.
Pierden los accionistas, no Aval
Hay que dejar claro que Sarmiento Angulo no es el que está perdiendo, o al menos no es el único. Quienes están perdiendo son los accionistas del Grupo. Este es un golpe a Aval, pero no lo va a afectar estructuralmente. Esta es una respuesta lógica del mercado frente a una información que se genera ante un escándalo.
La caída del precio histórico de las acciones del Grupo Aval, no se debe a un problema financiero del conglomerado. Si bien hay baja en los precios del Grupo Aval, también hay una baja en el índice que recoge los precios de las cotizaciones de todas las empresas que cotizan.
A esto hay que agregar, además, que la caída del precio histórico de las acciones del Grupo Aval, no se debe a un problema financiero del conglomerado. Al evaluar el efecto hay que separar las razones fundamentales de las correspondientes al riesgo reputacional. Si bien hay baja en los precios del Grupo Aval, también hay una baja en el índice que recoge los precios de las cotizaciones de todas las empresas que cotizan. Hay una correlación alta en el comportamiento de las dos series: en la del Grupo Aval y en la del resto del mercado. Eso quiere decir, que el impacto de las noticias y de la información, nuevamente, no es estructural: los precios se están comportando en forma similar a como lo hace el mercado, aunque haya un efecto mayor como consecuencia de la materialización del riesgo reputacional.
Si bien ante un hecho de corrupción en el que se vio involucrado el Grupo Aval sí hay una caída importante de las acciones y por tanto afectaciones para los accionistas, esto no pone a tambalear la fortuna del conglomerado. De ninguna manera va a haber una caída del mismo. Es una situación común en el mercado ante un escándalo. E incluso, ahora, la mirada de los inversionistas puede ser que esta es una oportunidad para adquirir acciones a un precio más bajo y esperar a que desaparezcan los efectos del escándalo para tener una ganancia económica, porque al tratarse de un grupo tan fuerte es claro que la acción volverá a subir.