Ninguna vida es sacrificable. Ninguna. Así estemos en guerra.
Los atentados del ELN de este fin de semana se pueden leer de varias formas. Por un lado hay una lectura clara que se hace del ELN: esto es un hecho de guerra. Así como el ejército da bajas al ELN y eso es un hecho de guerra. Y es que dentro del marco al derecho a la guerra, esto podría ser visto como el derecho a atacar combatientes, no población civil.
DESDE LOS ANDES...
Recomendamos el artículo "Affective capitalism, humanitarianism and extractivism in Colombia: old and new borders for future times" de Juan Ricardo Aparicio.
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Pero, por otro lado, es sorprendente por parte del ELN la falta de una lectura del contexto, la falta de una lectura de las oportunidades políticas y la falta de una lectura sobre los efectos que esto puede tener a largo plazo.
Este acto es una miopia enorme.
Los efectos de este acto van a ser impredecibles y muy determinantes para la campaña política que viene este año.
El ELN tiene que comprometerse con un cese unilateral
Ya hay un primer resultado, el presidente Santos suspendió los diálogos de paz con el ELN. Esto es muy importante porque en términos de resolución de conflictos hay una tesis: lo que ocurre en la mesa, en la negociación, no se debe afectar por lo que ocurre en el país. Esto fue lo que se planteó en La Habana con la exguerrilla de las Farc: la mesa allá y lo que pasaba acá era otra cosa. Desde ese punto de vista, la suspensión de los diálogos con el ELN rompe con una tradición de que lo que pasa en el contexto colombiano no afecta la mesa.
Y esto es el perfecto caldo de cultivo para que, en el contexto electoral, se apoye una candidatura que esté en contra del proceso de paz. Esta es la miopía del ELN.
En este momento coyuntural ya no puede haber esa división entre la mesa y lo que pasa acá. No es coherente esa visión y, desde ese punto de vista, el ELN tiene que comprometerse con un cese unilateral. Tiene que asumir que la gente está con ansías de paz y con muy poca paciencia. O se la juegan por el proceso, o se la juegan.
Lo sucedido con el plebiscito y el proceso de paz con las Farc nos dan elementos para pensar que lo que faltó fue una mayor participación abierta de la sociedad civil
Hechos de paz contundentes, sin amagues ni cosmética, son necesarios. Un acto unilateral que logre convencer a la población civil, para que no se repita lo que pasó con el plebiscito. Si al país no le llega un mensaje claro del compromiso de paz que tiene el ELN, esto va a ser muy difícil.
Los hechos de esta semana nos dejan tres conclusiones principales. Primero, no hay víctimas que podamos sacrificar, la guerra no es una excusa, así sean combatientes. Dentro de un humanismo radical no hay campo para sacrificar víctimas. Segundo, es importante plantear que la mesa y lo que pasa en la sociedad no son cosas diferentes y lo que pasa en la segunda necesariamente afecta a la primera. Lo sucedido con el plebiscito y el proceso de paz con las Farc nos dan elementos para pensar que lo que faltó fue una mayor participación abierta de la sociedad civil. Finalmente, es importante pensar en una política de los afectos, una que involucre actos simbólicos de parte y parte para ganarse a la gente, ganarsela con afecto y emociones. Todos los actores deberían aplicarla a través del reconocimiento de los hechos, del perdón y asumiendo las responsabilidades que les competen.
*Juan Ricardo Aparicio es profesor asociado del Departamento de Lenguas y Cultura de la Universidad de los Andes.