— Hablas con Felipe, nené, ¿cómo vas?
— ¿Felipe qué, disculpe?
—Hablas con un amigo, alguien que no entiendo y quiero hacerte una pregunta ‘cauciosa’
— ¿Con quién hablo?
— Mira, lo que pasa es lo siguiente: muchos mineros y muchas personas estamos confundidos, y aparte de que estamos confundidos, estamos, no sé, por lo que publicaste hoy
— ¿Con quién hablo?
— No entiendo por qué estás publicando cosas que no son
[Silencio. El vallenato sonando al fondo]
— ¿Con quién hablo?
— A veces en la vida uno lleva sorpresas, y que esas sorpresas no te las vayas a llevar por estar publicando cosas que no son, ¿oíste?
— ¿Con quién hablo?
— Alguien que vas a conocer muy pronto
— ¿O sea que me está amenazando?
Esta es una parte de la “conversación” que tuvo Edinsón Bolaños, corresponsal de El Espectador y Pacifista en el departamento del Cauca, el domingo 22 de noviembre en horas de la tarde. La razón: un artículo publicado con el nombre “Magnates del oro versus pequeños mineros”. Se trata de la recopilación de un trabajo de investigación de ocho meses que terminó en el periodista número 200 de este año en ser víctima de ataques contra la libertad de expresión; cifra que incluye los asesinatos que han silenciado a tres periodistas.
Desde hace cuarenta años, cuando surgieron los rankings internacionales que calificaban los países más riesgosos para ejercer la libertad de expresión, Colombia se ubicaba en las peores posiciones. Asesinaron hasta 12 periodistas por año. Hoy la situación es diferente y puede decirse que mejor. Pero lo cierto es que, casos como el de Edinson Bolaños ponen en evidencia que actualmente en el país el periodismo no se ejerce con plena libertad. Eso no es un secreto para nadie.
Precisamente por esto se ha considerado indispensable conocer y analizar con mayor certeza el panorama de libertad de prensa en Colombia. La semana pasada fue lanzado el segundo Índice de libertad de expresión y acceso a la información pública en Colombia 2015 realizado por el Proyecto Antonio Nariño (PAN), en Colaboración con la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), la Asociación Colombiana de Editores de Diarios y Medios Informativos (Andiarios), la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) y la Friedrich Ebert Stiftung en Colombia (Fescol). Este índice es la primera herramienta que se tiene en el país para hacer un sondeo por departamentos y reconocer con mayor certeza en qué condiciones se está ejerciendo el periodismo en Colombia. Es una herramienta que permite responder a cuestionamientos como ¿cuáles son los mejores y los peores departamentos para ejercer la libertad de expresión en Colombia?, ¿en qué departamentos hay mayor o menor oferta de medios comparado con la población?, ¿en qué departamento existe menor acoso judicial a periodistas?, ¿en dónde se identifican posturas no éticas del periodismo?, ¿en que zonas la violencia política tiene un impacto negativo para el ejercicio del periodismo?, entre muchos otros.
Se trata entonces de una herramienta que no depende de índices internacionales, que está localizada y que para sus realizadores tiene un papel central en el debate sobre cómo va a cambiar el oficio periodístico y la libertad de expresión en el marco de la firma del acuerdo de paz.
Para Pedro Vaca, director ejecutivo de la FLIP, este índice es más complejo que muchos otros que existen a nivel internacional. Esta herramienta mide la libertad de expresión en el país a través de cuatro variables, que según Vaca, permiten establecer mayores y mejores conclusiones sobre el panorama actual.
Es claro que hay mucha impunidad, pero al menos no ocurre lo mismo que en Ecuador, Venezuela y, en menor medida, Argentina y Bolivia. Ahí hay gobiernos de centro izquierda que no aguantan la critica. La información se convierte en un asunto de interés público que puede ser regulado por el estado como la salud y la educación
El índice 2015
Para construir este índice, los investigadores entrevistaron y encuestaron a 612 periodistas, construyeron una base de datos con la información de 3.194 medios de comunicación, crearon un directorio con 4.487 periodistas y solicitaron información a 196 entidades públicas a través de derechos de petición.
El resultado es un índice que está conformado por cuatro dimensiones, 10 indicadores y 34 subindicadores. Los cuatro ejes principales son Acceso a la información (25%), Ambiente para la libertad de expresión y acceso a la información (35%), Agresiones directas (20%) e Impunidad (20%). La escala de medición fue de 1 a 100 en la que 1 es la peor calificación y 100 la mejor. Promediando los puntajes de los cuatro ejes, Colombia obtuvo una calificación de 50 puntos que para muchos analistas refleja que en el país son varios los aspectos por mejorar. John Otis, corresponsal en Latinoamérica del Committee to Protect Journalists, recalca que hay datos preocupantes y que en términos de libertad de expresión sólo hay tres países en la región con contextos peores para ejercer el oficio periodístico. No obstante, señala que a pesar de todos los problemas, aquí no hay una política de gobierno nacional que intente silenciar la prensa. “Es claro que hay mucha impunidad, pero al menos no ocurre lo mismo que en Ecuador, Venezuela y, en menor medida, Argentina y Bolivia. Ahí hay gobiernos de centro izquierda que no aguantan la critica. La información se convierte en un asunto de interés público que puede ser regulado por el estado como la salud y la educación”, dice Otis.
Según el índice, la baja calificación obedece a la escasa diversidad y pluralidad de medios, el deficiente avance de la justicia en la resolución de procesos penales por delitos contra periodistas, la insuficiente respuesta de las entidades territoriales a las solicitudes de información, los altos niveles de autocensura y las pobres condiciones laborales del periodista, en especial, en términos salariales.
En general, los cálculos del índice señalan que el mejor departamento para ejercer la libertad de expresión es San Andrés y Providencia y el peor Valle del Cauca seguido por Bogotá. Pero estos resultados deben ser cuidadosamente analizados. Si bien San Andrés tuvo el mejor puntaje en el indicador de acceso a la información, esto se debe a que la medición está determinada por el tamaño poblacional, que para este caso en específico no supera los 76 mil habitantes. Otro caso particular es el de Guainía, departamento que no tiene muy buena puntuación en la dimensión de acceso a la información y es precisamente por ello que tiene la mejor calificación en los indicadores de Ambiente para la libertad de expresión y de Agresiones directas, además de no registrar ningún caso de impunidad.
El índice aporta, sin duda, nueva información sobre las condiciones en las que se ejerce el periodismo en Colombia. Con esta herramienta se logra valorar los avances y retrocesos de libertad de expresión para cada uno de los departamentos, lo que implica la localización de las problemáticas del ejercicio periodístico en el país. Los investigadores esperan realizar la medición anualmente para tener un panorama comparativo a través del tiempo.