El olvido y las armas están acabando al pueblo Awá
Al pueblo indígena Awá lo están masacrando. En cinco días, cuatro de sus miembros fueron asesinados y siete más amenazados de muerte. La situación no es nueva. Rider Paí, consejero mayor Awá, cuenta 425 asesinatos desde el año 2000 y narra cómo es vivir en medio de las balas de todos los actores armados.
por
Rider Paí
Consejero mayor de las Autoridades Indígenas de la Unidad Indígena del Pueblo Awá
14.06.2019
La semana pasada, Leidy Jackeline Burgos Paí desapareció el día en que participó en una asamblea del pueblo indígena Awá en el municipio Barbacoas, Nariño. Dos días después, fue encontrada muerta y con signos de tortura. Dionisio García Bisbicuth, indígena Awá, fue asesinado por sicarios motorizados que le dispararon en repetidas ocasiones en el resguardo el Gran Rosario de Tumaco, Nariño. Rocío García Paí, lideresa Awá, apareció muerta y con varios disparos dos días después de que la comunidad denunció su desaparición en el resguardo El Hojal la Turbia, Tumaco. Tres homicidios en cinco días.
La misma semana, siete indígenas Awá fueron declarados objetivo militar por el Frente Oliver Sinisterra, la disidencia de las Farc que comandó hasta el año pasado alias Guacho: «No respondemos de todo aquel que haga caso omiso a este mensaje. Ya están advertidos incluyendo gobernadores de resguardos indígenas por ser colaboradores de la Fiscalía”, dice el mensaje de texto. El pueblo indígena Awá hoy está en medio de la conquista del pacífico nariñense que se disputan grupos como ‘Los Contadores’, el Clan del Golfo, el ELN, las disidencias de las Farc y nueve mil hombres del Ejército y que ha dejado indígenas asesinados, desplazados, heridos o muertos por minas antipersonal, confinados, asustados.
La historia no es nueva. De hecho, la grave situación de derechos humanos que históricamente se ha vivido en Ricaurte, Barbacoas y Tumaco, municipios donde habitan más de 25.000 Awá de Nariño, motivó a la JEP para abrir el caso 002, que prioriza la verdad de los hechos presuntamente cometidos por miembros de las Farc y de la fuerza pública, entre 1990 y 2016.
Rider Paí, indígena Awá y uno de los líderes amenazados, escribe sobre lo que significa ser Awá y cómo la violencia y el abandono estatal ha afectado a su pueblo.
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Los Awá somos selva. En ella nacemos, vivimos, trabajamos y convivimos. La conexión es tan grande que, al nacer, nuestro ombligo queda sembrado en nuestro territorio, en nuestra tierra. Pero la presencia y los combates de los grupos armados ilegales y el Ejército Nacional nos han ido quitando la tranquilidad. Nos han ido sacando.
Nos han declarado objetivo militar porque queremos proteger y controlar nuestro resguardo. Porque ocupamos un territorio fronterizo estratégico. Porque no aceptamos la minería ilegal. Porque no apoyamos proyectos que puedan destruir las tierras que nuestros mayores nos dejaron. Porque ante los incumplimientos del Estado nos hemos movilizado y hemos hecho mingas. Porque hemos resistido. Porque estamos organizados y tenemos nuestras propias autoridades y nuestro propio gobierno. Porque no dejaremos que nuestras tierras sean destruidos ni convertidas en espacios de combate. Porque no nos prestamos para ser un territorio de guerra.
Vivimos en medio de amenazas, asesinatos, desplazamientos y panfletos. Durante la primera semana de junio, dos compañeros y dos compañeras fueron asesinados en Nariño. Ellos y ellas no tenían amenazas. Eran hijos e hijas de líderes de nuestra organización, la Unidad Indígena del Pueblo Awá (UNIPA). Con ellos, ya contamos 425 miembros de nuestra comunidad asesinados en Nariño desde el año 2000. Casi dos al mes. Tan solo en los últimos dos años y medio, hemos visto morir a 30 Awá a manos de todos los actores armados y 90 más han sido amenazados.
No podemos caminar tranquilos. Nosotros somos cazadores nocturnos, pero las amenazas dicen que no podemos transitar el territorio después de las seis de la tarde y hay minas antipersonal sembradas en nuestra tierra. Tampoco podemos dejar a los jóvenes solos en los hogares por miedo. Muchas veces, miembros del Ejército Nacional han ingresado a nuestras casas y nos han acusado de ser parte de grupos armados. Eso no es cierto. Que vivamos en una comunidad, en una selva, o en una casa de hoja y techo de plástico no hace que eso sea cierto. Que caminen los grupos armados por los territorios no es nuestra responsabilidad. Para la población es muy difícil controlar a los actores que pasan por el territorio. Ellos tienen las armas.
Ya contamos 425 miembros de nuestra comunidad asesinados en Nariño desde el año 2000. Casi dos al mes. Tan solo en los últimos dos años y medio, hemos visto morir a 30 Awá a manos de todos los actores armados
El proceso de paz a nuestras tierras no ha llegado. Por lo que hemos visto en los panfletos, lo actores armados se han multiplicado. Recibimos amenazas de Los Rastrojos, las Águilas Negras, las Guerrillas Unidas del Pacífico y el Frente Oliver Sinisterra.
La solución del gobierno ha sido militarizar. Pero eso no significa seguridad para nosotros. Al Ejército Nacional lo preparan para la guerra, mas no para atender a la población civil ni a la sociedad. En vez de llenar nuestro territorio de soldados para combatir, necesitamos la presencia de instituciones que creen estrategias para atender a nuestras poblaciones, para lograr salir de la situación a la que nos tienen sometidos. Cada día, en lugar de la inversión, lo que aumenta es la lista de nuestros líderes asesinados.
A nosotros no solo nos mata el actor armado. También nos mata el olvido histórico del Estado. Mucha gente ha tenido que morir sin posibilidades de acceder al servicio de salud ni al de educación. Las dos cosas nos están acabando: las armas y el olvido. Ni el Ejército ni los grupos armados significan seguridad para nosotros.
Seguiremos trabajando por la gente joven, por fortalecer nuestra cultura y brindar educación. Mantendremos la tranquilidad para que nuestra gente no se vaya a los actores armados, a la guerra. Lucharemos porque los Awá nazcan en su selva, porque su ombligo quede allí sembrado. Y trataremos de mantener nuestra cultura. No queremos que nuestras costumbres sigan cambiando a causa del desplazamiento.
Pueblo indígena Awá
La responsabilidad y el deber no es solo de nuestro pueblo. Es muy importante el papel del Estado, que debe atender a nuestra gente por derecho constitucional. Al día de hoy, aún no hemos tenido ese acompañamiento.
Hace 527 años quisieron exterminarnos y nuestros ancestros decidieron internarse en la selva como forma de vida y de protección. Desde entonces han querido asesinarnos. De allí no saldremos. A pesar de las condiciones, la sonrisa persistirá en medio del dolor. Somos gente de compartir, gente de selva, aquí estamos y seguiremos. Seguiremos viviendo.