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La Guardia Indígena lucha una batalla ajena

En lo que va del año, los grupos armados han asesinado a 36 indígenas del Norte del Cauca y han hecho del la Guardia Indígena un objetivo militar. Johe Sauca, coordinador de DDHH del CRIC, explica por qué

por

Johe Sauca

Coordinador de Derechos Humanos en el Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC


14.08.2019

Ilustración: Juan Andres Barreto

“¡Guardias, guardias! ¡Fuerza, fuerza!” Con este grito comienza el himno de la Guardia Indígena de los pueblos del Cauca. El himno nació en 2008, cuando el conflicto armado se agudizaba, la guerrilla quería pasar por encima de nosotros, y la Fuerza Pública y el Gobierno nos tenían arrinconados. Nace como un símbolo de resistencia, una manera de decir ‘aquí estamos los pueblos indígenas, no con las armas, sino con nuestros bastones, con nuestros chalecos, con nuestra cultura y nuestras insignias’. Aquí estamos y no estamos dispuestos a dejarnos matar. Aquí estamos dispuestos a luchar y a seguir trabajando por las comunidades. Para mostrarle al país que la paz y la armonía no se construyen con las armas. 

Nuestros Guardias Indígenas son los cuidadores del territorio. Son los que protegen a la comunidad ante cualquier riesgo. Protegen a la madre naturaleza y son los primeros asistentes en temas humanitarios para las comunidades. Todos estos asuntos son lo que culturalmente ayudan a fortalecer los procesos de identidad y los principios de la comunidad indígena del Consejo Regional Indígena del Cauca: unidad, tierra, cultura y autonomía. 

Hoy, sin embargo, esa lucha por el territorio ha puesto a nuestra Guardia en peligro: somos víctimas de amenazas de grupos armados, disidencias y otros grupos de crimen organizado que quieren controlar el tráfico, la explotación y la venta de cultivos ilícitos en nuestro territorios. Solo en las dos primeras semanas de agosto hemos perdido a cuatro miembros de nuestra comunidad. Primero fueron Gersaín Yatacué, coordinador de la Guardia Indígena, y el médico Enrique Güejia. Ambos murieron bajo el fuego de sicarios. Una semana más tarde, otro grupo de la Guardia Indígena que viajaba en bus a Toribio a atender al Festival del Café fue abaleado. Dos guardias más murieron. 

El objetivo para estos grupos delincuenciales parece claro: van por los de bastón. Son a los Guardias a los que quieren amedrentar y matar. 

La Guardia Indígena tuvo que fortalecerse para hacer resistencia a los grupos armados que quieren dominar la producción de cultivos ilícitos y someter a las comunidades

Sufrimos las consecuencias de un Gobierno que no ha implementado lo acordado en los Acuerdos de Paz en temas de sustitución de cultivos. Cuando las Farc dejó los territorios en los cuales tenía influencia, a esos lugares no llegó el Gobierno ni la institucionalidad (tampoco las instituciones que socialmente deberían proteger a la población vulnerable). 

La Guardia Indígena tuvo que fortalecerse para hacer resistencia tanto a las fuerzas del Estado como a los grupos armados que quieren dominar la producción de cultivos ilícitos y someter a las comunidades en temas rigurosos de ordenanzas, controles y manipulación. Se presentaron muertes selectivas y la Guardia, de nuevo, tuvo que asumir el rol de la autoridad dentro de los territorios. Eso la ha puesto en riesgo. 

Los actores armados, además, han venido amenazando a los dirigentes indígenas (hombres y mujeres) que se atrevan a decirle a la comunidad que hay que hacer un tránsito de los cultivos de uso ilícito a la productividad de la tierra. Nosotros trabajamos en concientizar a la gente, en recordarles toda la violencia que nos han traído los cultivos de uso ilícito en nuestros territorios. Sabemos que la decisión de erradicación es autónoma, que no debe ser forzada, pero esa erradicación puede contribuir a mermar la violencia. Necesitamos, sin embargo, que el Gobierno se comprometa con las familias, para que puedan cambiar esos cultivos por comida. Pero que no sean solo proyectos para mitigar el hambre, como se dice comúnmente, sino para la comercialización y transformación de esos productos, para la sostenibilidad de esas familias. Si seguimos buscando proyectos productivos que duren seis meses o un año, la condición económica y social de esas familias va a seguir igual. Lo que pedimos es sostenibilidad. 

Lo fundamental es que el Gobierno entienda que nosotros no somos el subdesarrollo de este país, no somos la piedra, el tropiezo, para avanzar hacia la construcción de una paz. Todo lo contrario. Con nuestras propuestas y nuestras estrategias estamos aportando a la construcción de paz, de equidad y de propuestas colectivas que ayudan a fortalecer las familias indígenas.

El Gobierno no puede salir a decir a boca llena, como lo ha hecho en este último año, que los indígenas impedimos el paso de las Fuerzas Militares para que hagan actuaciones en contra de estos grupos delictivos en el norte del Cauca. Eso es una mentira. Eso es un discurso que ellos han manejado para colocarnos en tela de juicio. 

Nosotros hemos demostrado efectividad. Eso lo sabe la Fiscalía, la misma Policía y la Fuerza Pública. Saben cómo hemos avanzado mucho más nosotros que ellos en el control del territorio gracias a que hemos capacitado a la Guardia Indígena. Por ejemplo, recuperamos 200 motocicletas robadas en el norte del Cauca en articulación con la Fiscalía y las devolvimos. Además, hemos incautado y destruido armas y fusiles, y hemos incautado y destruido cargamentos de coca y marihuana en todo el departamento. Hoy, además, hay 30 disidentes de esos grupos armados capturados y judicializados por la justicia indígena. Esos resultados marcan la diferencia. Son resultados que ni el Gobierno ni la Fuerza Pública que están en el territorio hoy han podido mostrar. 

En cambio nos quedan muchas dudas. Ayer teníamos una reunión con los agentes del Estado y les planteamos: ¿por qué existen determinados controles en vías que conducen a Caloto y a Toribío, por ejemplo, y en medio de esos controles están sucediendo los asesinatos y las situaciones de violencia? El Ejército no reacciona. Nosotros no entendemos. 

Lo fundamental es que el Gobierno entienda que nosotros no somos el subdesarrollo de este país, no somos la piedra, el tropiezo, para avanzar hacia la construcción de una paz. Todo lo contrario.

Uno creería que en un estado social de derecho, esta es una guerra que no le compete ni a los pueblos ni a la población colombiana pero, en determinados casos como la coyuntura que atraviesa el proceso de paz, tiene que haber decisiones que se tomen desde los pueblos para poder empezar a cambiar una dinámica. Nosotros no vamos a renunciar a nuestra jurisdicción indígena aunque algunos poderes intenten limitarla. Queremos coordinarnos y relacionarnos con las fuerzas del Estado pero en los términos del respeto de cada una de las jurisdicciones y que las decisiones que se tomen de lado y lado sean respetadas. Ese es el sentido de poder trabajar de manera conjunta. 

Nosotros caminamos bajo la lógica de los mandatos de las comunidades indígenas y esa lógica se refiere a que tengamos la garantía para fortalecer la justicia indígena, para fortalecer la Guardia, para fortalecer las autoridades y desde nuestra concepción, poder ejercer y aplicar la justicia, cuando se deba hacer, a quienes desarmonizan el territorio sean de adentro o de afuera. 

Somos pueblos indígenas con unos derechos y facultades jurisdiccionales para movernos libremente por el territorio. Lo hemos estado ejerciendo. Pero hoy nos enfrentamos prácticamente a una declaratoria de guerra de los actores armados en contra de la Guardia Indígena y en contra de nuestras autoridades. 

Hemos hecho un llamado para que haya medidas efectivas y garantías para la operación de la Guardia Indígena. No vamos a renunciar por más de que nos amenacen. Avanzar con el control territorial es nuestra decisión autónoma, respaldada por las comunidades y desde los derechos humanos y el derecho propio que nos cobija. La gente está decidida. A partir de hoy vamos a avanzar con una minga interna, con el apoyo desde los otros pueblos indígenas, para mirar cómo seguimos el camino hacia el tema de restituir la armonía en nuestros territorios indígenas. 

Sabemos que los grupos armados nos quieren poner en desventaja, por eso han actuado como han actuado en contra de nuestra Guardia. Pero hemos dicho que la unidad tiene que marcar la diferencia. Eso significa que el control se debe hacer desde todos los ángulos de los pueblos indígenas y si nos tenemos que sumar 2 mil, 3 mil indígenas, lo vamos a hacer porque no estamos dispuestos a renunciar a la autonomía y armonía dentro de los territorios indígenas. 

Un puñado de personas armadas no puede ponernos en jaque así nos toque hasta lo último, como dice nuestro himno: “Todos no vamos a morir y otros miles van a nacer”. 

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Johe Sauca

Coordinador de Derechos Humanos en el Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC


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