Portada: Fito Páez. Todas las fotos de Isabella Bobadilla.
Argentina.
De Serú Girán a Fito Páez, de 2 Minutos a Los Caligaris, de Illya Kuriaki and the Valderramas a Los Auténticos Decadentes, la segunda noche del festival Cordillera fue un recorrido por la historia musical argentina, quizá el principal país-cantera de los talentos que más les han dado forma a los sonidos de nuestro continente.
Luego de que bandas clásicas bogotanas del ska, el rock, y talentos emergentes locales calentaran la tarde, como Skampida, Ciegossordomudos y Laura Pérez, nos dimos cita en el escenario principal para cumplir un sueño nunca imaginado: Serú Girán en vivo, en pleno 2025.
David Lebón y Pedro Aznar conmovieron al público con clásicos como «Desarma y sangra».
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Con 66 años, siendo uno de los bajos más legendarios de esta región, Pedro Aznar tocaba mirando a los ojos a su compañero de décadas, David Lebón, de 72, voz y guitarra de una banda columna del rock argentino. Atrás, en los visuales, mirándolos a ellos, y sosteniéndonos la mirada de vuelta, un Charly cercano a sus 30 años, con sus gafas y su bigote y su aire larguirucho que se sentía presente ahí, en el escenario, en el público y en el teclado de cada canción. Casi 50 años después, pudimos hacer un recorrido impensable por canciones como Canción de Alicia en el país, Nos veremos otra vez, Desarma y sangra, Esperando nacer (con la inesperada compañía vocal de Carlos Vives) y no Llores por mi Argentina. Para el cierre con Seminare, la multitud se expandía hasta donde alcanzaba la vista. Jóvenes de 20, Señorxs de más de 50, todxs unidxs coreando «No hay fuerza alrededor, no hay pociones para el amor» intentando dimensionar el momento histórico que estábamos viviendo en una complicidad multitudinaria.
Luego, Chile y México tomaron la batuta con los actos de Los Bunkers y Ximena Sariñana, una mezcla de fiesta, baile, dulzura y sentires, con aparición estelar de Juan Carlos Bodoque de 31 minutos en el show de Los Bunkers.
Denisse Guerrero, de Belanova, nos habló de amor y de relaciones tóxicas entre canciones que siguen siendo himnos de nuestro corazón.
Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur de Illya Kuriaki and The Valderramas.
Al caer la tarde, y con un show que aflojó un poquito el nudo en la garganta que nos dejó Serú, Emmanuel Horvilleur y Dante Spinetta de Illya Kuriaki and The Valderramas se subieron al escenario a contagiarnos de funk viral, bajos gordos, teclados infecciosos, movimiento de coolo y un nivel de sensualidad que nos atravesó el cuerpo. Con clásicos como Jennifer del estero, Coolo o Abarajame, los argentinos se ganaron en nuestro corazón el puesto al mejor show del segundo día.
Para la tanda de la noche, el escenario se pintó de rosado al recibir a Belanova, una de las bandas más esperadas del festival. Con una voz que suena incluso mejor en vivo, la mexicana Denisse Guerrero nos habló de amor y de relaciones tóxicas entre canciones que siguen siendo himnos de nuestro corazón, como Rosa Pastel o Cada que, y que por fin estábamos coreando en vivo acompañadxs de nuestrxs amigxs y amores.
Casi a las ocho de la noche, y para seguir con la tanda mexicana, Zoé se montó al escenario principal. Un León Larregui con capacidad de dar un show decente esta vez, se reencontró con el público bogotano para un concierto que no tuvo muchos picos ni novedades, y que mezcló clásicos con canciones más recientes. A la vuelta Los Caligaris hacían lo suyo para su público, o sea rocksito que denominamos ‘clásico de asado argentino’, con sus toques cirqueros aquí y allá. El nivel de ánimo, baile y fiesta que inyectaron al público contrastaba con lo que estaba sonando en el escenario principal.
Zoé, con León Larregui a la cabeza, ofreció una presentación sin muchos picos o novedades.
Finalmente, uno de los momentos más anhelados de todo el Cordillera 2025: encontrarnos una vez más con la música de Fito Paez. Con un traje rosado y tonos cálidos que parecían burlarse de la lluvia bogotana (típico) que empezó a lavarnos apenas inició el show, un Fito Paez de 62 años no dejó decaer a su público ni por un momento. Entre el piano, clásicos de toda la vida y palabras de ánimo que nos ayudaron a soportar la lluvia, el rosarino dio uno de los conciertos más bellos y sentidos del festival. Nunca es tarde en la vida para escuchar, cantar y bailar canciones como Circo beat, Ciudad de pobres corazones, Tumbas de la gloria o El amor después del amor. Nunca será malo volver a repetir un concierto con estos clásicos, tampoco.
Entre cada canción, nos íbamos dando cuenta de cómo su música nos acompañó en la infancia y la adolescencia, y la memoria intacta de esos años nos ponía en la boca las letras completas de todo lo que iba tocando Fito. Para cerrar, una imagen: miles de personas lavadas por la lluvia, reunidas un domingo a medianoche, coreando acapella ‘Y dale alegría a mi corazón’ una y otra vez. Felices, a riesgo de contagiarnos una nueva tanda de infecciones respiratorias, dándole gracias a Argentina por artistas como todos ellos, y agradecidxs por el placer de la música en vivo, que siempre calienta el corazón.
Ximena Sariñana ofreció un show que mezcló fiesta, baile y dulzura.
Laura Pérez calentó la tarde junto a bandas colombianas como Skampida y Ciegossordomudos.
Para el cierre con Seminare, la multitud se expandía hasta donde alcanzaba la vista. Jóvenes de 20, Señorxs de más de 50, todxs unidxs coreando «No hay fuerza alrededor, no hay pociones para el amor».
Quienes asistieron a Serú Girán intentaban dimensionar el momento histórico de ver a una banda legendaria.
Para cerrar, una imagen: miles de personas lavadas por la lluvia, reunidas un domingo a medianoche, coreando acapella ‘Y dale alegría a mi corazón’ una y otra vez.