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Festival Estéreo Picnic 2022: lo bueno y lo que queda por mejorar

Este fin de semana finalmente se dio el regreso del Estéreo Picnic, el festival de música de carácter privado más grande de Colombia. Estuvimos durante los tres días y recogimos nuestras impresiones de lo que fueron jornadas de luto pero también de celebración colectiva y conmemoración.

por

Cerosetenta


28.03.2022

Fotos cortesía de Mateo Rueda

Tres días, más de 80 artistas en vivo y un récord de 110.000 asistentes fueron los números que dejó el Festival Estéreo Picnic, que se ha celebrado desde 2010 con interrupciones en 2020 y 2021, debido a la pandemia. El “Comeback”, como se le nombró la campaña propuesta por la productora de eventos Páramo Presenta, quedará para la historia por la noticia, en pleno festival y a un par de horas de su presentación, de la muerte en Bogotá de Taylor Hawkins, baterista de los Foo Fighters. Aunque todavía no se han esclarecido los hechos, la Fiscalía se adelantó a revelar un comunicado en el que aseguraban se habían encontrado 10 sustancias en su cuerpo. 

A pesar de la tragedia y el luto, el show siguió gracias al impulso del staff, de los fanáticos y de los artistas locales e internacionales que dieron shows diversos y a la altura de un evento de este calibre. Muchxs músicxs también aprovecharon el espacio para homenajear a Hawkins, cuyo cuerpo está próximo a ser repatriado a los Estados Unidos desde el Instituto de Medicina Legal en Bogotá. 

Estuvimos con los ojos bien abiertos como asistentes y recogimos algunas de nuestras impresiones del festival que se ofrece como “los mejores tres días del año”.

El duelo por Taylor Hawkins

Pasadas las 10 de la noche del viernes, la noticia se empezó a regar entre el público: Foo Fighters acababa de anunciar en sus redes sociales la muerte de Taylor Hawkins, su baterista. Faltaba apenas una hora para lo que sería su presentación. En uno de los escenarios, el vocalista de la banda de soul Black Pumas dio la noticia al micrófono y pidió un momento de silencio antes de iniciar una presentación teñida de pesadumbre y solemnidad.

Aunque la muerte del baterista claramente afligió el espíritu del Estéreo Picnic, el suceso fue recogido y honrado durante los tres días de festival. Lo hizo Crudo Means Raw y la agrupación que lo acompañaba con un solo de percusión, lo hicieron The Strokes en una sencilla intervención de Julian Casablancas, por nombrar algunos. Además, los organizadores del festival le hicieron un homenaje a Hawkins –en el espacio que había estado reservado para la banda– acompañado con canciones de Foo Fighters y velas blancas. Las conmemoraciones ayudaron a hacer el duelo colectivo que sobrecogió al público del festival la noche de su primera jornada.

El Festival Estéreo Picnic sin lluvia

Todos los que han asistido a algunas de las ediciones del festival, saben que siempre es pasado de agua y barro, y que las botas y el impermeable son dos elementos obligados para no sufrir en cada larga jornada de música en vivo. Este año fue la excepción y finalmente pudimos disfrutar del Campo Briceño, y de los dos escenarios sin carpa, sin complicaciones por la lluvia. No sabemos si fue el mítico chamán a quien se agradece en los grandes eventos que pasan sin lluvia, o si fue un asunto del destino para el Comeback del FEP. Como sea, lo agradecemos. 

Una logística de buses a la altura

Aunque muchas personas opten por soluciones de transporte por fuera de las ofrecidas por el festival, los buses oficiales siempre han sido una opción práctica para la salida y llegada de los asistentes. En años anteriores habían sido reiteradas las quejas por el retraso de los buses. También se había pedido una flota más amplia. Este año los organizadores solucionaron ambos temas y lo que parecía que iba a ser una espera larguísima –cuya excepción fue el sábado, el día de mayor asistencia con un estimado de 45,000 personas–, terminó en filas rápidas y una llegada efectiva a los puntos en Bogotá a pesar del tráfico afuera del evento. 

El detalle de los baños no binarios

A menudo, cuando la noche va avanzando, el letrero de la puerta en los baños pasa a un segundo plano: lo importante es encontrar uno libre, no el muñeco con o sin vestido. Sin embargo, esta versión del festival tuvo un nuevo letrero: baños mixtos, una propuesta lejos del orden binario que a menudo resulta hostil y violento para personas con identidades de género disidentes. Bravo por eso.

C. Tangana, el headliner no headliner

La medida del FEP siempre ha sido traer los shows más impresionantes del mundo a sus tarimas. Pero hasta ahora, ninguna como la presentación de C. Tangana. ‘Pucho’, además de presentar su celebradísimo disco El Madrileño, llevó el Tiny Desk que hizo el año pasado –y que ya supera las 28 millones de visitas en YouTube– a un show performático y teatral.

Fuimos testigos del trabajo cuidadísimo detrás de uno de los nuevos grandes de esta generación que puso en escena una celebración íntima entre amigos y lo mezcló con un show audiovisual en vivo en el que cada encuadre estuvo pensado y coreografiado con la música. El concierto de Tangana fue justo antes de la presentación de J Balvin, que tenía todos los focos por ser el headliner del sábado y que dejó un show sin mucha más propuesta que la de su avalancha de éxitos cantados al pie de la letra. 

Artistas locales sin prueba de sonido

Para las bandas locales, llegar al FEP es un punto de quiebre, ya que puede considerarse el escenario más alto al que puede llegar un artista independiente dentro de Colombia. En las últimas dos ediciones la crítica estuvo enfocada al tema de los pagos, que en algunos casos era nulo y se buscaba compensar poniendo la “visibilidad” como moneda de cambio. Y en otros casos, el pago era muy bajo comparado con lo que los artistas invertían en esfuerzo y preparación. 

Esta vez varios artistas locales no tuvieron prueba de sonido, un requisito indispensable para preparar la tarima antes de subirse a tocar y garantizar que todo va a escucharse según las necesidades propias. No es equivalente que los músicos de afuera tengan hasta días de antelación para pasar por ese proceso y, por otro lado, las bandas locales se tengan que conformar con subir, conectarse, tocar y esperar que todo salga bien. 

Los Cotopla Boyz

La ausencia femenina en el escenario principal

Esta edición del Estéreo Picnic tuvo nombres grandes de artistas mujeres nacionales –Briela Ojeda, Paula Pera y el Fin de los Tiempos, Las Áñez– y también internacionales –Delfina Dib, Doja Cat, Nina Kraviz, Marina–, por nombrar algunas de ellas. Sin embargo, la presencia femenina en el escenario principal, donde se presentan los actos más grandes, fue casi nula. La cuota de las mujeres que pasaron por ese escenario fue escasa: Lucía Angée, corista de Piel Camaleón, Maria Paula Mondragón, bajista de Babelgam, Lizeth Micolta de Bejuco y un par de integrantes del show de Nile Rodgers & Chic y de Jungle. Y aunque el festival tuvo presencia de artistas como Pablo Vittar, artista drag brasileñx o Ashnikko, cantante bisexual estadounidense, la demanda de un cartel que le siga apostando a la paridad y a la diversidad de identidades sigue estando vigente y sigue siendo urgente. 

Delfina Dib

Cashless: menos diversión, más burocracia

Este año el festival tuvo una nueva propuesta para todas las transacciones en su interior, algo que llamaron Cashless y que consistió en recargas de dinero que se transferían a una manilla con la que luego se pagaba todo lo consumible en el festival. Lo que probablemente nació del interés de evitar el manejo de dinero mano a mano, terminó siendo un obstáculo que a menudo funcionó de manera lenta y entorpeció la experiencia del festival. Los puntos de recarga estuvieron adornados por largas filas inmóviles que prometían futuro bajo el letrero de “fila rápida”. El oxímoron fue completado por hileras de datáfonos que rara vez lograban funcionar al tiempo. El resultado fueron horas de tiempo que los asistentes tuvieron que invertir en una transacción adicional, menos diversión a cambio de más burocracia.

El experimento del Cashless en el FEP es la evidencia del alto costo de apostarle al uso de la tecnología como requisito para suplir necesidades básicas como la comida o la hidratación.

¿Para qué los termos?

En los últimos años ha habido una oleada de propuestas para que los festivales –en los que miles de personas dejan equivalentes montones de desechos– sean más amigables con el medio ambiente. Una de las propuestas más sonadas ha sido en torno al agua potable, una necesidad básica en medio del esfuerzo físico de estar en un festival y del consumo de sustancias que a menudo lo acompaña. Este año festivales como La Solar en Medellín y el propio Festival Estéreo Picnic impulsaron campañas para que los asistentes llevaran sus propios termos para recargar, sin embargo eso no estuvo acompañado de una oferta de recarga: el agua se seguía vendiendo en botella de plástico y los termos que se llenaron dejaron atrás una botella desechada. ¿Y entonces los termos para qué?

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