Yo el domingo voto

El domingo habrá elecciones y por primera vez, muchos jóvenes se enfrentarán a las urnas para escoger alcaldes, gobernadores, concejales y diputados. Sabemos que tomar una decisión no es fácil en medio de tanta información, debates y campañas (análogas y digitales). A veces ayuda pedir un consejo. Por eso, le pedimos a jóvenes líderes, politólogos y activistas en Bogotá, Medellín y Cali que nos dijeran por quién van a votar y por qué.

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De los aspirantes a la Alcaldía, yo votaría por Jorge Iván Ospina porque cuando él tuvo la oportunidad de ser alcalde realizó el proyecto de las megaobras con las que le dio una mirada diferente en el desarrollo de la ciudad y con las que también pudo generar mucho empleo para las personas de mi distrito, Aguablanca. Si volviera a quedar en la Alcaldía, él podría terminar las megaobras que ya empezó y que en el periodo de cuatro años no alcanzaron a terminarse. 

Este domingo votaré con esperanza y convicción por Alejandro Éder. Cali no merece un alcalde inexperto o cuestionado por corrupción. Mi ciudad necesita avanzar y dejar de elegir políticos tradicionales, ellos ya tuvieron su momento. Es hora de tener un alcalde joven, ciudadano, con experiencia académica y técnica, pero sobre todo, sin compromisos políticos (como lo han tenido los últimos alcaldes). Hay una Cali silenciosa, inteligente, responsable, que en su serenidad saldrá a votar por Eder y le hará ganar la elección, no tengo la menor duda.

A la Alcaldía de Cali voy a votar por Jorge Iván Ospina. La razón es que tiene una visión de ciudad mucho más abierta y más democrática que los otros candidatos. Es el único que tiene ideas frescas que pueden responder a las necesidades actuales de la ciudad. Sé que tiene escándalos de corrupción y es doloroso aceptar que uno va a votar por un tipo de estos a pesar de la necesidad de acabar con la corrupción. Me hubiese gustado mucho que otros candidatos como Alejandro Éder, al cual le creí mucho, o Michel Maya, que es un candidato joven, pudieran defender estos temas, pero nunca le apostaron a esta visión moderna de la ciudad. Para ellos y otros candidatos, la visión de seguridad se sigue tratando de policías, militares, cámaras y eso no es tan así. Incluso en el tema de juventud hacen a veces promesas muy irreales.

La corrupción es un problema grave en nuestro país, pero también hay otro gran problema, que es el que está mostrando el presidente Duque, y es el de no saber gobernar, el de no rodearse bien. Esos problemas terminan por hacer un gran daño. Para mi, decidir por quién votar ha sido un debate interno fuerte: hasta qué punto se tolera la corrupción y hasta qué punto es preferible la improvisación de no conocer la ciudad y sus dinámicas.

Mi voto será por Claudia López a la Alcaldía y por Natalia Moreno al Concejo. A pesar de que el discurso de Claudia de acabar con el microtráfico con policía y justicia me parece populista, ineficiente y tiene un impacto desproporcionado para las mujeres y personas LGBT (45 % de mujeres en la cárcel están por delitos de drogas y 40 % de personas LGBT en la cárcel están por drogas). La Policía perfila a los eslabones más débiles, no a las cabezas. Tampoco me suena su apoyo al metro elevado porque es inconveniente y horroroso para la ciudad. Sin embargo, me gusta que suba el presupuesto para las mujeres y que tenga programas específicos para madres cabeza de familia. También me gusta su visión sobre la educación. De todas las opciones, es en la que más confío.

Voto por Claudia con un ojo vigilante sobre sus decisiones como cabeza de la Policía, que es una de las instituciones más violentas con las trabajadores sexuales Trans en Bogotá. También creo que necesitamos más mujeres en lugares de toma de decisiones y me encanta que sea una lesbiana la alcaldesa de Bogotá. Por Natalia Moreno voto por su enfoque de economía feminista y porque ha sido la única candidata que me ha respondido en redes sociales sobre el impacto que tendría el nuevo POT (QUE NO SE HA APROBADO) en el trabajo sexual del barrio Santa Fe.

En un escenario ideal, votaría por un candidato a la Alcaldía de Bogotá que propusiera lo siguiente: reducir al máximo los impuestos locales (predial e ICA); eliminar el impuesto al rodamiento de los vehículos; privatizar las vías principales e implementar en ellas peajes electrónicos (cobro por uso); diseñar el metro más allá de la primera línea sobre el modelo de captura de valor (rentable y no subsidiado); crear un sistema universal de bonos escolares (vouchers) para acabar el nocivo monopolio de Fecode; cambiar por completo el sistema de reciclaje para producir energía con la basura; privatizar toda empresa distrital y crear con los ingresos un fondo de capitales para la ciudad; cerrar las secretarías sin un propósito útil (la mayoría); inaugurar una zona económica libre de occidente para atraer inversión y generar empleo en las zonas de mayor densidad poblacional; concesionar todos los hospitales del Distrito; defender las corridas de toros (sin subsidios para ellas); acabar el pico y placa, cuyo resultado ha sido incrementar el número total de vehículos; incrementar el flujo del tráfico; reconocer que las plataformas de economía colaborativa se limitan a conectar a usuarios del lado de la oferta con otros usuarios del lado de la demanda (los Rappitenderos, por ejemplo, son usuarios de una plataforma y no empleados). Pero, dado que ninguno de los candidatos actuales propone lo anterior, decidí votar por Carlos Fernando Galán porque ha liderado una campaña sin el respaldo explícito de ningún partido político, lo cual considero valioso. 

Este domingo votaré por Claudia López a la Alcaldía y por Manuel Sarmiento, #3 en la lista del Polo al Concejo. Ambos son un equipo formidable para Bogotá. Apostaron por construir un programa conjunto de trabajo en pro de la ciudad, en el cual la educación es una prioridad. Su programa contempla, entre otras, avanzar en la oferta de preescolar público a dos años, fortalecer la jornada única pública y financiar 20.000 cupos gratuitos y sin ICETEX para la educación superior pública. Si votamos por los que siempre han mal gobernado a Colombia las cosas seguirán empeorando. Por eso apoyaré a Claudia López, la única capaz de derrotar a Galán y a Turbay. Y votaré por Manuel, quien nos acompañó presencialmente en todas las movilizaciones universitarias del año pasado en las que ganamos 5,8 billones. Él ha sido un aliado estratégico para proteger a las universidades públicas del Plan de Ordenamiento Territorial de Peñalosa y, con el rigor que lo caracteriza, instauró una demanda contra la capitalización de intereses del ICETEX (cuyo fallo esperan con ansia las familias ahogadas con dichos créditos). Creo que Bogotá y Colombia sí tienen arreglo y votar por quienes defienden los derechos de la ciudadanía es un paso imprescindible para el cambio que tanto anhelamos.

 

En esta ocasión, las elecciones a la Alcaldía de Medellín están enmarcadas por cosas que han nublado el voto ciudadano, han confundido y nos han mostrado el juego sucio de algunos candidatos. De 15 que decidieron lanzarse, solo dos renunciaron. Leí los planes de gobierno de esos quince. Algunas candidaturas proponían cosas inviables como pensar en trasladar el zoológico de la ciudad al Cerro El Volador, una zona protegida. Otros quieren hacer un centro recreativo privado en el Parque Arví, inviable según las reglamentaciones.

Así que después de tanto leer, observar, pensar, analizar y seguir una línea de coherencia personal, mi voto se irá por la candidata Beatriz Rave. Su conocimiento de la ciudad, su trabajo en lo público, incluso su soledad en la campaña donde con pocas manos, poco presupuesto y más complicaciones que facilidades, ha logrado llegar hasta al final y se ha parado en la raya para decir, que ya es tiempo que una mujer gobierne la segunda ciudad más importante del país.

Que decida apoyar el protocolo de Nada Justifica el Homicidio, que crea en la continuidad de Parques del Río, que busque la equidad y en las políticas de género, además de una gran importancia a combatir la crisis climática, son suficientes para decir que votaré por ella a la Alcaldía de Medellín.

Más allá de la lógica estrecha del monarca está Juan David Valderrama. En el ambiente electoral en Medellín brota una perfecta paradoja. Por un lado, la consolidación de Estamos Listas como el primer movimiento político de mujeres capaz de organizarse para buscar un espacio en el Concejo. Por otro lado, el retorno al esquema de Condorcet del siglo XVIII en el que la elección se reduce a dos picos, el que señala el monarca con la mano derecha y el que señala el mismo monarca con la mano izquierda. 

En ese panorama impostado del siglo XVIII traído al 2019, un lector curioso se preguntaría si efectivamente solo existen dos opciones, la respuesta es no. Si se analiza con cuidado se encuentran perfiles como el de Juan David Valderrama, una persona formada, con doce años de experiencia en lo público, con logros tangibles en la historia reciente de Medellín como la Tarjeta Somos, el Team Medellín o el programa de vivienda Aldeas y una demostrada independencia, —en tiempos en los que ser “Independiente” es una estrategia para ocultar a políticos censurados, a caciques de mafias clientelares y a redes parasitarias de la contratación estatal—.

La pregunta que surge es: ¿por qué un candidato con estas cualidades no es visible? Sencillo, porque el ungido por el monarca no tiene ni experiencia, ni logros, ni trayectoria ni independencia y la única manera de hacerlo visible es erigir a un rival con cualidades similares. Los dos picos en los que se debate Medellín comparten fondo y forma: son inexpertos, llevan más de 10 años por fuera de Medellín, proponen políticas públicas inviables y están rodeados por las redes clientelares más cuestionadas de esta ciudad.

Curiosa paradoja en la que nos han insertado, reduciendo el panorama a dos picos similares e invisibilizado la experiencia, la ponderación, los logros y la formación. Por mi parte, respaldaré la candidatura de Juan David Valderrama porque no solo es la persona más cualificada y mejor rodeada para gobernar a Medellín, sino también como acto de rebeldía ante la lógica del monarca que quiere devolvernos a las discusiones de hace dos siglos. Finalmente, depositaré mi voto por el avance de las mujeres que gritan en Medellín “Estamos listas”.

Medellín es una ciudad que tiene muchos retos, que ha pasado por duras épocas, pero que ha sabido reponerse de los peores dolores. Gracias a la cultura, al deporte, a los jóvenes y a los artistas, hemos salido adelante y somos referente mundial de resiliencia. Hemos logrado un tejido social que tiene que seguir siendo fortalecido.

En Medellín, hay un candidato que durante los últimos 12 años ha hecho parte de esa transformación de la ciudad. Le apostó a ser decente en política, a hacer bien su tarea como servidor público, a creer en los jóvenes y en los talentos. Mi voto a la Alcaldía es por Juan David Valderrama.