El presidente Gustavo Petro fue reconocido como comandante supremo de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas de Colombia en las recientes ceremonias de transmisión de mando de esas instituciones. Las palabras del Presidente en ambos eventos proponen un giro discursivo acompañado de despidos, nombramientos y promesas que parecen marcar un rumbo distinto para las fuerzas del Estado. Sin embargo, muchos de los cambios propuestos aún son meramente discurso y ya empiezan a despertar tensiones e incertidumbres sobre su acogida por parte de esas instituciones.
1. Esmad, del mismo modo en sentido contrario
El Escuadrón Móvil Antidisturbios cambiará de nombre, pero no desaparecerá. Y, según el comandante de la Policía, general Henry Sanabria, cumplirá ahora sí su rol de ser el último recurso para intervenir en una manifestación. Se llamará Unidad de Diálogo y Acompañamiento a la Manifestación Pública y tendrá dos unidades: una de acompañamiento (cuyo rol será moderar la reacción de la Fuerza Pública y sacar a aquellos que intenten generar violencia) y otra de intervención que será la que entre en contacto y contenga la violencia. Cambiará también su uniforme y sus colores (para cambiar la percepción que tiene la gente sobre esta unidad) y Sanabria aseguró que se evaluarán las armas usadas por este cuerpo —incluyendo el Venom, protagónico en el Paro Nacional de 2021— para garantizar un uso que proteja la vida e integridad de la gente.
2. El ‘comandante supremo’ inserta un discurso de paz
Frente a las Fuerzas Militares, Gustavo Petro pronunció un discurso cuyo mensaje central fue la construcción de paz, insistió en la necesidad de trascender las décadas de conflictos armados y enfocar la labor del Ejército en la industrialización del país. Lo que propone el Presidente no es nuevo, al interior de las fuerzas del Estado ha habido esfuerzos por entender su rol en función de la construcción de paz, así como por articularse en procesos de industrialización. Sin embargo, el discurso de Petro sí marca una diferencia respecto al tono guerrerista de otros mandatarios frente a las instituciones militares y policiales.
3. Por ahora, más símbolos que hechos
Si bien las propuestas del Gobierno crean un nuevo panorama para las fuerzas del Estado, hasta el momento son una lista de intenciones, discursos y símbolos sobre las que no se ha aclarado su implementación ni materialización en los protocolos del Ejército y la Policía. La viabilidad de esas propuestas resulta más incierta teniendo en cuenta que son instituciones que tradicionalmente se resisten a los cambios y que han tenido prácticas informales que van en contra de lo que ya dictan algunas de sus normas y códigos. Y que además, ya están generando tensiones al interior de las Fuerzas. Sin embargo, se empiezan a ver cambios materiales: la decisión de MinDefensa y Policía Antinarcóticos de suspender la erradicación forzada de coca y privilegiar la erradicación voluntaria.
4. Cambia el enemigo público: de interno a transnacional
En las ceremonias con la Policía y con las Fuerzas Militares, el presidente Petro aseguró que la labor de los agentes del Estado no es perseguir a consumidores de drogas o a campesinos cultivadores de coca. En cambio, aseguró que el foco debe estar sobre las “organizaciones multicrimen”: redes de narcotráfico extranjeras frente a las que las fuerzas del Estado deben proteger la soberanía nacional. Esto refuerza la necesidad de cambiar la noción de ‘enemigo interno’ que por décadas marcó la interacción entre ciudadanía y Fuerza Pública y que azuzó el conflicto armado, como encontró la Comisión de la Verdad.
5. Cambiarán indicadores de éxito pero no se sabe cómo
La medida de ascenso para los soldados no dependerá, como antes, del número de muertes o capturas, sino del número de vidas. Más o menos así lo ha expresado Gustavo Petro, pero sin señalar exactamente cómo implementará este nuevo modelo, un punto clave para entender qué tan viable es. Aunque en general hay consenso de que se deben cambiar los indicadores de éxito de las Fuerzas, algunas voces advierten que es clave entender cómo funcionará porque también podría crear incentivos perversos, como promover acuerdos entre Fuerza Pública y actores armados para bajar la violencia local —la donbernabilidad— como advirtió el exdirector de la policía Óscar Naranjo en un análisis de La Silla Vacía.
6. El nuevo comandante de la Policía con pasado antiderechos
Desde campaña Gustavo Petro dijo que eliminaría la obligatoriedad del servicio militar. Recientemente, los congresistas Humberto de la Calle y Daniel Carvalho presentaron un proyecto de ley que busca lo mismo y el ministro de defensa Iván Velásquez expresó en reciente entrevista con la revista Cambio que “ojalá fueran todos voluntarios”. Sin embargo, aún no es claro cómo se integrarían nuevos miembros a instituciones como la Policía que han manifestado su déficit de personal y que tienen frecuentes solicitudes de alcaldes para reforzar la fuerza disponible en sus territorios.
7. Las posturas problemáticas del nuevo director de la Policía
Desde su nombramiento, el nuevo director de la Policía, general Henry Sanabria, ha prometido justicia y esclarecimiento en casos de delitos cometidos por la institución y ha resaltado la necesidad de mejorar la relación entre Policía y jóvenes afro, indígenas y comunidad LGBTQI+. Sin embargo, también han salido a flote antiguos tuits del General que expresan posturas contra el aborto (y contra las instituciones que ofrecen el servicio), opiniones homofóbicas y que hacen alusión a la llamada “ideología de género”. Para más de 40 organizaciones sociales y feministas que han manifestado rechazo por su nombramiento, sus posturas contrarían la política del gobierno de proteger los derechos humanos y la función de la Policía Nacional de velar por la seguridad ciudadana sin ningún tipo de discriminación. Por eso, en un comunicado, le piden al nuevo gobierno reconsiderar la idoneidad del general Sanabria para el cargo.