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Cinco ‘peros’ para destrabar la mesa de paz con el ELN

La instalación de la mesa de paz con el ELN tendrá que superar más retos que liberar a los seis secuestrados de Chocó. Los diálogos deberán enfrentarse a un nuevo gobierno que ya no está entregado a la paz y reabrir una agenda en un contexto en el que ninguna de las partes está dispuesta a ceder.

por

cerosetenta


11.09.2018

Aún si hoy el ELN libera a los seis secuestrados que están en poder del Frente de Guerra Occidental de Chocó, como dijo que lo haría, el proceso de paz con esta guerrilla no pinta fácil. Cerosetenta habló con tres expertos –desde diferentes enfoques– sobre el tema para entender cuáles son los puntos más difíciles de esa negociación.

1. No sabemos qué quiere el ELN (y aparentemente ellos tampoco)

Un problema que ha sido constante desde el comienzo de los diálogos ha sido las contradicciones entre lo que dice el ELN y lo que demuestran sus acciones. Según Juan Camilo Restrepo, ex negociador de paz con el ELN durante el gobierno de Juan Manuel Santos, estas contradicciones se deben al mismo funcionamiento de esa guerrilla que, a diferencia de las Farc, no tiene una jerarquía organizacional que permita una unidad entre discurso y acción. “Tienen una ideologización muy alta y una pragmatización muy baja”, dice Restrepo. “Eso dificulta cualquier negociación”. Por eso, interpretar qué es lo que quieren es difícil.

“El ELN quiere estar sentado en una mesa, sí, pero que esa mesa conduzca a un proceso de paz se contradice a menudo con hechos que demuestran lo contrario”. Por ejemplo, dice, Pablo Beltrán, jefe del equipo negociador del ELN desde el 2016, han manifestado su interés en la reanudación de los diálogos y en la liberación de los secuestrados. Al mismo tiempo un vocero de uno de los frentes del Chocó, Uriel, ha dicho que no hay condiciones para la liberación de los secuestrados por los patrullajes de la Fuerza Pública en el Chocó y que si harán las liberaciones es de manera unilateral.

Algo similar opina Luis Eduardo Celis, asesor de Redprodepaz, sociólogo y uno de los expertos que más conoce al ELN: “Hay un debate interno de unos que no creen en la negociación y otros que sí y hay una preocupación por la unidad del ELN. Eso los hace rígidos a la hora de negociar”, dice.

El ELN ha dicho que está dispuesto a hacer modificaciones, de manera bilateral. Ese es el punto: está dispuesto a discutir todo pero nada unilateral y negociar sin precondiciones

2. El Gobierno quiere renegociar la agenda, con condiciones

Ayer, el comisionado de paz del gobierno de Iván Duque, Miguel Ceballos, dijo “esperamos, una vez liberen a los secuestrados, poder sentarnos para construir una agenda creíble en donde se garantice que no habrá más secuestros, que no habrá más reclutamiento de menores, que no habrá más voladuras de oleoductos y que tampoco habrá participaciones en el negocio ilegal de narcotráfico”. En otras palabras, propone construir otra agenda distinta a la que se pactó entre el gobierno de Juan Manuel Santos y el ELN en marzo del 2016. Eso implica dos cosas: por un lado, que hay que volver a empezar la negociación. Y por otro, que de entrada, el Gobierno impone unas condiciones y no es claro que el ELN esté dispuesto a aceptarlas si no se discuten dentro de la mesa.

La agenda anterior tenía dos puntos fundamentales, el cese bilateral del fuego y la participación de la sociedad civil. Eso implicaba dos cosas: por un lado, que si los diálogos llevaban a la firma de un acuerdo, el resultado sería el desarme de la guerrilla como en el caso de las Farc. Y por otro, que la sociedad civil jugaría un rol determinante, por ejemplo, en la elaboración de propuestas e iniciativas para “construir una visión común de paz que propicie las transformaciones para la nación y las regiones”, como dice el primer punto. Es decir, en palabras de Juan Camilo Restrepo, planteaba una mezcla entre puntos específicos y principios políticos.

“La anterior agenda era muy vaga porque no era precisa como la que había con las Farc. Será importante la manera en que esta agenda puede cambiar con el actual gobierno. Eso tomará otro tiempo, otro equipo y otro trabajo”, dice.

Aunque tanto Luis Eduardo Celis como Carlos Velandia, gestor de paz de esa guerrilla, dicen que hay voluntad por parte del ELN para modificar la agenda, el problema es cómo. “El ELN ha dicho que está dispuesto a hacer modificaciones, de manera bilateral. Ese es el punto: está dispuesto a discutir todo pero nada unilateral y negociar sin precondiciones”, resume Celis.

Para el ELN, las condiciones fuera de la mesa dan la idea de que se están rindiendo y con eso ellos no están de acuerdo. En esa medida, empezar a negociar con esos prerrequisitos puede demorar aún más la instalación de la mesa. Restrepo hace énfasis en que todavía podría tomar unos años este proceso que ni la liberación de los secuestrados ni la designación de un nuevo equipo negociador finalizará. Es una cuestión de voluntad y viabilidad de los diálogos.

3. El ELN no está unido

El ELN funciona como una federación de frentes, de grupos alzados en armas. Como lo explica Juan Camilo Restrepo, “es un grupo muchos menos homogéneo y monolítico que las Farc”. Esa diferencia sirve para entender por qué en este caso no se puede seguir la misma ruta que con las Farc y plantea un reto enorme para reanudar la mesa de conversaciones, sobre todo ahora que hay un nuevo Gobierno que plantea nuevas condiciones.

El caso más evidente es el del Frente de Guerra Occidental que opera en Chocó y que es el que tiene en su poder a los seis secuestrados (cuatro policías y dos contratistas de la Policía). Ese Frente fue el que se negó a dejar en libertad al ex congresista Odín Sánchez Montes de Oca en octubre de 2016 y que demoró la instalación de la mesa hasta febrero del 2017. De hecho, una de las solicitudes más enfáticas de la población civil en Chocó fue que un representante de ese frente participara directamente en la Mesa de diálogos de Quito para evitar más fraccionamientos.

“Va a ser la piedra en el zapato que tendrá el gobierno de Iván Duque si decide reanudar los diálogos. Mientras ese Frente no se suba al bus de este proceso, es difícil alcanzar lo buscado con los posibles diálogos”, dice Juan Camilo Restrepo. A eso se suma, según él, que el frente del Chocó “también ha encontrado una nueva sustentación económica con el narcotráfico y con las drogas, lo cual dificulta aún más que siga lo que se establece en los diálogos”.

Dejaron el discurso de la bilateralidad para mantener la mesa, para intentarlo con Duque

4. Duque no es Santos

La condición que impuso el ex presidente Juan Manuel Santos para la instalación de los diálogos de paz con el ELN en Quito fue que el ELN liberara a Odín Sánchez Montes de Oca. En cambio, la condición que está imponiendo el presidente Iván Duque es que el ELN libere a todos los secuestrados y que se comprometa a abandonar la práctica del secuestro. La coyuntura en la que ambos presidentes plantearon esas condiciones también era distinta: mientras Santos ya había avanzado en una negociación con las Farc y quería mostrar resultados, Duque y su partido, el Centro Democrático, han hecho una oposición férrea a ambos procesos. Eso quiere decir que aunque ambos gobiernos han mostrado un repudio al secuestro, el peso de las condiciones es diferente.

“Antes tenía más que perder Santos que el ELN”, dice Carlos Velandia, gestor de paz del ELN.

Esto explica parte del problema al que se enfrentó el ex negociador de paz con esa guerrilla Juan Camilo Restrepo, como lo explicó: “Esos primeros diálogos estaban influenciados y perjudicados por el proceso con las Farc porque el ELN no quería obtener nada menos, y pareciera que tuvieran una posición dominante en la conversación”.

En cambio hoy, el ELN está haciendo gestos unilaterales para reanudar la mesa de negociación. “El ELN tiene todas sus velas puestas en el diálogo”, dice Velandia.  “Dejaron el discurso de la bilateralidad para mantener la mesa, para intentarlo con Duque”, agregó por su parte Luis Eduardo Celis.

Aunque está por verse hasta cuánto están dispuestos a ceder los elenos, Duque parece no querer dar su brazo a torcer.

5. Un diálogo de sordos donde nadie quiere ceder

Ayer, cuando el ELN anunció que sí iba a liberar a los seis secuestrados de Chocó, el comisionado de paz, Miguel Ceballos, insistió en que la condición es que liberen a los 16 que tienen en su poder. En este caso, además, no hay contraprestaciones de la magnitud que las hubo en el Gobierno de Santos cuando, a cambio de liberar a Odín Sánchez, el Gobierno dejó en libertad a dos gestores de paz del ELN que estaban presos. Por ahora, el Gobierno de Duque sólo ha mantenido levantadas las órdenes de captura y los salvoconductos para que los jefes negociadores de la guerrilla puedan permanecer fuera del país y no ha levantado la mesa.

El problema, como dice Velandia, es que el “ELN ha dicho que no está en disposición de aceptar condiciones que les imponen por fuera de la mesa. Ha dicho: reanude la mesa y discutimos. Por eso, como están las cosas, hoy hay un diálogo de sordos”. Y dado que, como dice Restrepo,  “diálogos como tal no hay en este momento”, la negociación dependerá de cuál de los dos esté dispuesto a ceder.

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