Carta abierta: Para defender la democracia, maestros, paren el fuego. Cabal, Hollande, Timochenko, Santos y Obama ¡Desmovilícemonos!
Los hechos recientes que dejaron a la humanidad en luto, deberían llevarnos a concluir que la guerra contra el terrorismo, con cárcel, tortura, bombardeos e instauración a la fuerza de nuevos gobiernos, bajo el argumento de defender el orgullo herido de colombianos, franceses o estadounidenses, sólo ha alimentado la creación de nuevas guerras.
por
José Jans Carretero - Miembro Comité de Paz
10.12.2015
Debemos desmovilizar nuestros impulsos de venganza y buscar la reconciliación. Esta no es tarea sólo de los alzados en armas, sino de políticos como Hollande, Santos, Cabal y Obama; así como de aquellos que con miedo podríamos preferir la salida del odio autodestructivo. Hace unos días María Fernanda Cabal, con la sangre aún caliente de las víctimas en Paris, dijo –de manera irónica- que llevaría a Humberto de la Calle a negociar en Francia, e indicó que éramos un país débil que no atacaba el terrorismo con la suficiente fuerza. Claro, el Jefe de Estado francés, François Hollande, había dicho que estaba en guerra contra el terrorismo de ISIS: un acto político similar al de Bush, cuando inició la guerra global contra el terror por los ataques del 11/S y la “amenaza nuclear” de Irak. En Colombia, para la misma fecha, el ejército asesinó a un campesino en Argelia (Cauca) y, sin que se sepa quién lo hizo, un ambientalista defensor de los derechos humanos también fue asesinado el pasado 13 de noviembre.
Bombardeo del Ejército en Argelia (Colombia)
Todo esto ocurrió mientras el país estaba conmocionado por la conmemoración de los 30 años del Holocausto del Palacio de Justicia, donde a sangre y fuego dicen que se intentó recuperar la democracia secuestrada por el M-19, pero en cuyo rescate no quedaron ni las paredes ni las mentes que sostenían la Justicia. Estos hechos, que dejaron a la humanidad en luto, deberían llevarnos a concluir que para defender la democracia, es necesario que se pare el fuego. La guerra contra el terrorismo, con cárcel, tortura, bombardeos e instauración a la fuerza de nuevos gobiernos, bajo el argumento de defender el orgullo herido de colombianos, franceses o estadounidenses, sólo ha alimentado la creación de nuevas guerras.
Las puertas de las universidades deberán abrirse; también, de nuestras casas y trabajos. Si todos nos desmovilizamos, y no sólo esperamos que lo hagan los guerreros, construir otra Colombia sí será posible
Veamos dos ejemplos de esto. En Colombia, el mito fundacional de las FARC es que resolvieron organizarse tras el bombardeo en Marquetalia (Tolima); antes habían sido auto-defensas campesinas, liberales y comunistas. Esto se sumó a la instauración de un acuerdo de exclusión política de los partidos no tradicionales, llamado Frente Nacional, para pacificar “La Violencia”. Por otro lado, en Irak se reunió por primera vez parte de la cúpula de ISIS en Camp Bucca, una cárcel bajo el control de EEUU, luego de los bombardeos preventivos recibidos por los detenidos de Al Qaeda, tras el cierre de Abu Ghraib. Allí, fue donde sufrieron degradantes torturas que nos traen imágenes de presos desnudos, amarrados como perros y sodomizados por sus guardas. Luego se instauró a la fuerza un gobierno democrático para acabar el terrorismo. Aquí y allá, las decisiones equivocadas de los gobiernos -por reivindicar la soberanía y patria mientras dejaban una horda de excluidos social y políticamente- sólo nos llevaron inevitablemente a la radicalización de los ánimos y reorganización del enemigo, que pretendían combatir el “terrorismo” con nuevos nombres.
Pero el renacer de la violencia no sólo fue posible por decisiones de hombres y mujeres de Estado; sino también por una disposición de ánimo en la opinión pública que exigía venganza nacionalista. En estos días, mientras se sabía más sobre lo ocurrido en Paris, Siria o Colombia, en las redes sociales –el nuevo espacio de diálogo de la sociedad civil- se manifestaba la solidaridad con Paris a través de una app creada por Facebook. Habían otras personas inconformes por lo que entendían era una indignación selectiva de sus amigos, quienes ignoraban otros frentes de la guerra, como lo sucedido en Argelia (Colombia). El reto, entonces, es que estos indignados enfrentados puedan verse las caras más allá de la pantalla de Facebook, reconozcan el miedo en sus miradas y decidan el camino de la reconciliación antes que el de la egoísta venganza, que nos hará volver a la violencia. Ya hubo ejemplos en París, donde una persona musulmana se apostó en una plaza con los ojos vendados para recibir abrazos. En Colombia, el Gobierno decidió liberar 30 presos políticos en deplorable estado de salud. Como decía Ghandi, en la liberación de la India, “el enemigo es el miedo” y parece que sí podemos vencerlo.
Musulmán pide abrazos
A Cabal, Hollande, Obama, Santos, y a mis amigos en Facebook, les digo que estos actos de compasión por el ser humano, que prefieren el diálogo, son el camino para construir comunidad, en lugar de las bombas o la cárcel a perpetuidad. Esas naciones poderosas que mantienen a bombazos su influencia por el mundo, sólo han dado píe a la autodestrucción de los ciudadanos que dicen defender. Entiendo y respeto que Cabal y Hollande, decidieran no perdonar a los “terroristas”; pero que conduzcan a un país por el camino de la exclusión y odio de quienes quieren dejar las armas, contrario a lo que ellos buscan lograr, es una irresponsabilidad política y un acto de violencia. Si quieren lo mejor para las víctimas que afirman defender, los invito a desmovilizar sus pretensiones de más guerra. La violencia de sus palabras se materializará en la imposibilidad de lograr la garantía de no repetición, si los guerrilleros o colombianos en general no encuentran oportunidades de estudio o empleo. También se materializará en la imposibilidad de lograr la verdad o justicia, si nuestro modelo está enfocado en castigar de por vida y no en reintegrar a la vida a quienes colaboren con la justicia y verdad. En Francia, si se recrudece el odio contra los refugiados sirios o musulmanes, seguiremos alimentando la carne de cañón del extremismo yihadista de ISIS, mientras mandamos a la guerra.
Video M.F. Cabal.
Por supuesto que el Estado deberá buscar la forma de proteger a sus ciudadanos. Pero el Estado es ilegítimo y antidemocrático, cuando confunde medios con fines, olvidando a sus ciudadanos en la confirmación de su soberanía. O sea, cuando decide equívocamente imponer su poder militar y orgullo, por encima de la consecución de la paz. Tal como afirmaba Carlos Gaviria, es el ideal “de vivir en una sociedad que excluya la violencia como medio de solución de conflictos, el de impedir o denunciar la ejecución de hechos violatorios de los derechos humanos y el de estar protegido contra todo acto de arbitrariedad, violencia o terrorismo.”
Por último, a quiénes como Maria Fernanda Cabal, tienen el corazón duro y herido por la guerra, los invito a observar el contrasentido de lograr justicia para las víctimas a través de medidas que sólo continuarán el ciclo de la guerra. Al contrario de lo que ella piensa, hemos sido un país muy fuerte, porque la guerra es un negocio y nosotros decidimos dejarlo y dejar atrás 60 años de conflicto por la vía del diálogo. Que este ejercicio sea un éxito, depende de la reintegración a la vida en sociedad de personas que antes empuñaron un fusil al lado de quienes otrora sufrieron su miedo como Cabal. Las puertas de las universidades deberán abrirse; también, de nuestras casas y trabajos. Si todos nos desmovilizamos, y no sólo esperamos que lo hagan los guerreros, construir otra Colombia sí será posible.