Marlén se convirtió en lideresa para defender el río Humareda, que surte de agua a más de 60 familias, de la exploración petrolera. Desde hace seis años, ella está amenazada por hacer incidencia, por promover plantones e interponer tutelas para proteger su territorio.
Marlén Arévalo dice que su esposo, su hija y sus cabras son su familia. Insiste constantemente en que ellos le salvaron la vida ayudándola a superar el cáncer. Se convirtió en lideresa ambiental desde que empezó a escuchar que se iba a realizar exploración petrolera cerca del río Humadea. Esta mujer de sonrisa amplia y risa contagiosa dice que ha luchado durante seis años contra la exploración petrolera de la zona, en cabeza de Ecopetrol, para proteger el agua que surte a más de 60 hogares. La vida de su familia y la de sus animales ha estado en riesgo desde el plantón de 2013, que buscaba defender la flora y fauna del Piedemonte Llanero.
El río Humadea es una de las fuentes hídricas más representativas del departamento del Meta. Ubicado en la región del Ariari es un sitio turístico al que vecinos y turistas van a disfrutar de la temperatura del agua y de la naturaleza que lo rodea. Un lugar que cobra aún mayor importancia, pues constituye un corredor natural entre el páramo de Sumapaz y la Orinoquía, además de abastecer a por lo menos cuatro acueductos entre los municipios de Guamal y Castilla La Nueva.
Según el libro Como el agua y el aceite. Conflictos socio ambientales por la extracción petrolera, escrito completamente por mujeres que han liderado la defensa de sus territorios en la región, “la cuenca del río Humadea es eje fundamental para la economía del municipio de Guamal.” Humadea es también el nombre que recibe el centro poblado turístico localizado a un costado del río, un caserío que se extiende sobre la carretera que conecta a los municipios de Guamal y Cubarral, donde no deben vivir más de 60 familias y cuya economía depende enteramente del río. Fue declarado patrimonio departamental por su aporte a la recreación de la población del departamento del Meta.
En 2006, beneficiados por el extinto Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder), llegaron desde Cundinamarca Marlén Arévalo, su esposo Edgar Cruz y su hija de cinco años, con la intención de desarrollar un proyecto productivo al borde del río Humadea. El Incoder les adjudicó una finca con el nombre ‘El Refugio’ y allí se establecieron. “Queríamos montar un proyecto ecoturístico para que la gente tuviera la posibilidad de venir y compartir con nosotros, con nuestras cabras, porque básicamente lo que nosotros tenemos es un proyecto de carpicultura”, recuerda Marlén Arévalo.
Luego de tres años de estar viviendo en el Ariari, Edgar y Marlén comenzaron a escuchar rumores sobre la inminente llegada de la industria de los hidrocarburos a la región. Primero de reuniones para socializar el proyecto con Ecopetrol, después de la exploración sísmica y por último, de la perforación de un pozo aguas arriba del Humadea. Un año después, en 2010, Ecopetrol creó el bloque CPO-09 y con él comenzó la lucha de la pareja por el medioambiente. El matrimonio fundó la Corporación Ambiental y Turística Corpohumadea con la que promueven la protección del río y de la comunidad que vive de él.
En noviembre de 2012, aludiendo a los principios fundamentales de la salud y la vida, 12 mujeres de Guamal y Castilla, entre ellas, Marlén, interpusieron tutelas ante el juzgado de Guamal, argumentando que en caso de algún incidente, el río Humadea se contaminaría, y con él, el acueducto del centro turístico de Humadea. El juzgado falló en contra de las tutelas en enero del año siguiente y el 22 de febrero comenzó el traslado del taladro que perforaría el pozo Lorito 1, cerca del Humadea. La comunidad salió en pleno a bloquear la llegada del taladro, que era transportado por tres tractomulas, y comenzó un plantón pacífico que se extendió por ocho meses.
Con el plantón, afirma Marlén, empezaron también las amenazas y las persecuciones. “Pasaban camionetas blancas con vidrios polarizados y solamente se veían las cámaras filmándonos. Me llamaban a decirme que si no le decía a ese hijueputa mechudo, a mi esposo, que se callara, que se iba a morir, y que iba a ser mi culpa por no decirle que se quedara callado”, cuenta la lideresa.
Alrededor de 40 familias resistieron durante los ocho meses que duró el plantón hasta que la Corte Constitucional, ante la acción de tutela que interpuso Marlén Arévalo, decidió suspender las operaciones del pozo.
“El agua es inherente a la vida”
En Guamal, la comunidad teme por la llegada de la industria de los hidrocarburos, tras la posible afectación a uno de sus ríos más emblemáticos. Marlén ha tenido que sufrir varias amenazas y hostigamientos a causa de su defensa del territorio.
Las acciones en contra de las operaciones extractivas del Lorito 1 desencadenaron en una serie de sucesos que han puesto la vida del matrimonio en riesgo. Marlén denuncia que en noviembre de 2017 a la salida de un juzgado, una mujer la amenazó, advirtiéndole que si frenaba definitivamente el pozo los iban a matar. Anteriormente, el 3 de agosto de 2013, el matrimonio sufrió un extraño accidente mientras viajaba en su automóvil, cuando un hombre en un motocarro los sacó de la vía, y Edgar y Marlén fueron a dar a un hueco al costado del camino.
Marlén reconoce que nunca pensó tener una lucha tan cercana con el medioambiente y menos que le fuera a traer tales consecuencias. La lideresa hace chistes y se burla sobre su situación de seguridad. “Uy, aquí fue. Hasta aquí llegamos”, dice entre carcajadas cada vez que ve un vehículo acercarse a lo lejos.
Ante las amenazas, Edgar hace dos años recibió un chaleco antibalas de la Unidad Nacional de Protección, UNP, que debe pesar por lo menos siete kilos y que llegó a su casa por correo certificado. Para reforzar su seguridad, la UNP solicitó apoyo a la Policía Nacional, por lo que cada ocho días, los domingos, justo antes del mediodía, llegan uno o dos policías a la casa de Edgar y Marlén, les hacen llenar una planilla para certificar que ambos siguen sanos y salvos, y descansan mientras se toman un tinto que previamente le han solicitado a la lideresa. Esa es la rutina de cada semana.
El liderazgo ambiental en el Meta, a diferencia de los otros liderazgos sociales en el país, tiene la característica de ir en contravía a las políticas extractivas del gobierno, que pretenden sacar el máximo provecho del bloque CPO-09. En un documento denominado Estrategia Territorial de Hidrocarburos, elaborado por el Ministerio del Interior, que busca minimizar la conflictividad de la industria con las comunidades en el Ariari, registra los nombres y las organizaciones sociales que se oponen al proyecto extractivo, entre ellos el de Marlén y Edgar. “Han puesto en riesgo nuestra vida porque eso hace que la misma comunidad nos tenga entre ojos porque supuestamente estamos atentando contra los intereses de los que quieren trabajar con la industria”, explica Marlén.
La lideresa sigue firme con su idea de sacar adelante su proyecto productivo en El Refugio, cosa que no ha sido posible debido a sus ocupaciones en Corpohumadea. El matrimonio administra una lavandería en Acacias y sigue dedicados a su hija, que ya es mayor de edad, y a sus 25 cabras, que están esperando crías. Insiste en que por ellos es que defienden el territorio, porque nada sería posible si el ecosistema se deteriora. “Nosotros no nos oponemos a la industria de los hidrocarburos, es importante decirlo, nos oponemos es a cómo y en dónde se están desarrollando estos proyectos”, enfatiza Marlén.