Las imágenes de desplazamientos masivos, asonadas, tomas y masacres han invadido cada vez más las redes sociales. Imágenes que se multiplican rápidamente y convierten en tendencia los hechos de violencia que invaden el país. Sin embargo, estas imágenes parecen, muchas veces, quedar restringidas a ciertas zonas. Un ejemplo de ello es lo que está atravesando actualmente Ituango, una región de la que hemos recibido un flujo fuerte de información. Sin embargo, y a pesar de que la crisis que atraviesan puede ser muy similar, hay zonas del Pacífico que parecen sumergidas en el silencio y la falta de información.
En Cerosetenta hablamos con Kyle Johnson, investigador de la Fundación Conflict Responses (CORE), para entender mejor por qué, actualmente, la información frente a los fenómenos del conflicto en Colombia se está moviendo con intensidades tan distintas entre el exceso y la censura.
Cerosetenta: En las ciudades estamos recibiendo mucha más información de unos desplazamientos masivos, asonadas y episodios de mucha violencia que de otros. Un ejemplo es lo que sabemos de Ituango versus lo que sabemos del Triángulo de Telembí: en ambos casos ha ocurrido un desplazamiento masivo en los últimos meses, pero la situación de Ituango es mucho más conocida que la del Pacífico Nariñense, ¿por qué?
Kyle Johnson: Hay una serie de factores que influyen en eso. Primero, las zonas de disputa contra las zonas donde no hay disputa. Los grupos disidentes suelen ser más violentos donde hay disputa, porque se preocupan por cosas como el flujo de información, o que la población esté ayudando a su enemigo, etcétera. Un segundo factor es el tipo de liderazgo que se dé en la zona. En Ituango parece haber ciertos líderes más jóvenes y políticamente más entrenados, lo que permite que tengan mayor visibilidad.
Sin embargo, estas no son necesariamente estrategias de los grupos armados para sembrar el terror. Por el contrario, son resultado de esas estrategias. Y eso sin duda es otro de los factores. Hay una estrategia explícita por parte de los actores armados en el Pacífico Nariñense de controlar el flujo de información. Incluso hay más confinamiento en esa zona del país por eso, porque los grupos no quieren que la gente se desplace y vayan y cuenten lo que pasa.
En el caso de Roberto Payán pues la gente se desplazó, cuentan lo que pasa en el territorio y que si vuelven los pueden secuestrar y matar pero igual la amenaza está ahí. Sin duda la falta de fotos y la falta de atención es en parte el resultado de esas estrategias de los grupos armados de controlar el flujo de información. Ya el último factor vinculado a eso sería el hecho de que los desplazados de Roberto Payán son gente negra. Ese es otro factor a tener en cuenta. Al país históricamente no le ha interesado tanto lo que le pasa a los pueblos negros.
Cerosetenta: La falta de presencia estatal en zonas como el Pacífico Nariñense ha sido un problema históricamente, ¿ese puede ser otro factor?
Kyle Johnson: Puede que sí, aunque lo veo como tangencial. En parte creo que sí porque lo que pasa en Ituango está pasando en Antioquia, que es un departamento muy importante para el país. Mientras que en el caso del Pacífico Nariñense hay una historia de negligencia o de abandono. La falta de presencia y de interés del Estado es particularmente extrema en el Pacífico Nariñense, más de lo que yo he visto en casi ninguna otra parte del país. Es la negligencia de todo un país. Aquí es como si no existiera la comunidad de Roberto Payán.
Cerosetenta: En los últimos años hemos visto nuevamente lo que se siente como un recrudecimiento del conflicto armado, ¿las redes sociales y la mayor oferta de medios alternativos que cubren estos hechos puede hacer que se sienta como un fenómeno más fuerte? ¿O sí se ha recrudecido?
Kyle Johnson: Hay un montón de cosas que son diferentes ahora, comparado a hace 20 o 15 años, pues la violencia no ha llegado al nivel de esa época. Actualmente, los niveles sí han alcanzado más bien los del 2010 y 2011, es decir los de antes de la negociación del Acuerdo de Paz.
El conflicto hoy en día es mucho más fragmentado que antes. Eso es clarísimo. Pasamos de básicamente tres grupos a un montón de estructuras que no están realmente tan articuladas como se presentan y que tampoco tienen una cadena de mando clara. Adicional a esto, los grupos armados ahora están haciendo uso de redes sociales de distintos tipos y eso nos permite conocer mucho más lo que han estado haciendo en diferentes regiones.
En este momento, en todas esas zonas del país donde hay conflicto armado, obviamente existe un tema de competencia por control político entre el Estado y los grupos armados: de quién controla la población, quién controla el territorio, qué economías están allí. Dado lo que ha pasado con la tecnología en los últimos diez años, es natural que ahora esa competencia se traslade también al mundo de las redes y de la comunicación. El Estado también está compitiendo ahí y eso hace que el mundo digital sea cada vez más importante en términos de construcción de legitimidad y poder.
Cerosetenta: ¿Cómo es el uso que están haciendo los grupos armados de las redes sociales y los distintos medios digitales?
Kyle Johnson: Lo hacen de maneras muy variadas y también depende mucho de la conectividad de la región. Hay zonas en las que utilizan WhatsApp para amenazar a la gente y para poner a rotar las reglas. Eso lo encuentra uno, más que todo, en el Suroccidente del país. Cada vez más la gente recibe amenazas por celular y muchas veces eso puede ser por WhatsApp. Otras veces pueden ser mensajes de texto. Pero WhatsApp en particular es una manera de hacer control.
Hay también grupos de Telegram, grupos de Facebook e incluso hay regiones desde las que mueven podcasts de grupos armados, como es el caso del ELN.
También es importante decir que sobre todo en zonas de la frontera con Venezuela, Arauca, Catatumbo, Nariño y Cauca se está haciendo cada vez más común que muestren el uso de la violencia en fotos, vídeos, cosas que usualmente son muy gráficas y grotescas. Ese contenido manda un mensaje, muestra la disponibilidad de los grupos a utilizar la violencia y matar, masacrar y torturar gente. Esa es una manera de generar miedo y mostrar que el actor armado que mueve esas cosas es el fuerte, es el que tiene el control y la autoridad. Esa es otra manera menos directa de hacer control, pero que también termina sembrando el silencio.