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Voces tras las rejas

Marcar las hembras de otros es grave. Ser bodega es grave. No pagar las deudas es grave. La palabra es sagrada. Esta es una crónica del día día en la cárcel distrital de Bogotá.

por

David González


28.04.2014

Foto: Juan Silva @ Flickr

Cárcel Distrital, Bogotá

Pabellón Autonomía

Murdok

Yo acabo de llegar, es mi primera vez en la Cárcel Distrital. Hace dos meses. No, tampoco había estado en otra cárcel antes. Trabajaba en un restaurante cerca al Parque de la 93, nunca había tenido problemas con las autoridades. Jaime, mi nombre es Jaime, pero aquí me dicen Murdok… sí, por el loco del programa de televisión ese, Los Magníficos. ¿Que qué ha sido lo más difícil? Todo. Aquí todo es al revés de como es afuera. Eso me ha dado muy duro. Cuando usted llega se empieza a encontrar con distintas personalidades, con palabras diferentes, con otra forma de tratarse. Mis compañeros de celda son La Rata y El Búcaro. La primera vez que entré le pregunté a La Rata si le podía ayudar en algo. A él lo impactó mucho mi forma de hablar, me dijo ¡usted es marica, aquí no se utiliza eso! Entonces empezaron a educarme. Aquí ya no se dice estás, tú o usted; no, aquí es venga gonorreíta esto o venga gonorreíta lo otro.

La mayoría están por delitos menores. Que se robó un tarro de leche y lo clavaron tres años, que lo cogieron robando con arma blanca y le pusieron tantos meses, que iba manejando y por tratar de esquivar un perro mató a una persona. Claro, los pabellones varían de peligrosidad. Autonomía es de los más suaves, la mayoría de los que están aquí son lecheros. Sí, lecheros, a los que demandan por inasistencia alimentaria. Y muchos incluso le pasaban plata a la mujer, pero no le pedían que les firmara un papel; entonces un día se enteran y ya están donde el juez y no tienen cómo probar nada. A varios los encanaron por injusticia.

Uno se adapta rápido, le toca. Los valores se pierden junto con la libertad. En cambio los miedos y las angustias crecen. Uno deja de pensar en los demás. Mi seguridad, cómo me voy a proteger, eso es lo más importante. Entonces uno empieza a armar su parche de dos o tres personas; de ellas es que va a depender la vida cuando haya problemas. Y en todo parche siempre hay uno que manda, ya sea en la celda o en el pabellón. El pluma o cacique. El que hace cumplir la ley. Pero no la ley de afuera, no. Aquí lo que cuenta es la antigüedad o el que tenga más güevas, porque eso sí, para nosotros el que tenga más güevas es el que va ganando.

¿Qué faltas graves puede cometer un preso? Bueno, ser bodega es de lo peor, es decir, ser un sapo, hablar con la guardia de cosas que solo nos incumben a nosotros. Que usted vaya y diga que le molesta el olor de la marihuana que se fuma su compañero, que usted vaya y diga que vio a alguien afilando un cuchillo. Al que la caga entre todos le hacen la terapia, es decir, le joden la vida. De pronto usted va pasando con la comida y ¡pah!, le dan un golpe y termina en el piso con todo regado. O cuando sale de la celda le revuelcan las cosas o lo roban. O simplemente lo cogen y lo levantan, porque usted aquí tiene que ser como los demás. Sí, usted afuera puede ser un doctor, pero aquí es un preso como todos los demás. No que porque fue a la universidad y tiene un título entonces puede hacer lo que le da la gana.

Marcar las hembras de los otros también es grave. O sea, quedarse mirándolas, doblar la cabeza cuando pasan. Y pues imagínese, en día de visitas vienen las mujeres de todos y usted aquí encerrado y la carne es débil. Uno puede mirar, pero normal, con respeto. ¿Un piropo? No, eso puede costar la vida. La pareja y la familia son lo más sagrado.

Por no pagar deudas también hay muchas peleas. La palabra hay que respetarla. Mire, hicimos un negocio y usted se comprometió a levantarse a las cinco de la mañana para cortarme el pelo. Pero se levantó fue a las cinco y media y me hizo descuadrar la agenda. Entonces tenemos un problema, y como tenemos un problema, después de la visita nos vamos a dar chuzo. O puños, aquí en el pabellón Autonomía muchos de los problemas se resuelven a mano limpia, pero en los otros pabellones se maneja más agresividad y puede que más bien se revuelvan con cuchillo.  Transición y Básico, esos son los pabellones más delicados.

Pero sabe qué, volviendo a la pregunta que me hizo al principio, lo más tenaz es que aquí es como una tumba. Llevo poco tiempo, pero viendo a los antiguos me he dado cuenta. Sí, mire, cuando usted se muere su tumba permanece con flores el primer mes, pero vaya seis meses o un año después y eso es un peladero. No hay nada. Así es acá. Usted llega y los primeros quince días todo el mundo te quiere te ama te manda carticas. Te dicen tranquilo ya vas a salir esto es solo un día negro. Pero después de un tiempo todas las puertas se cierran y todo el mundo se va. A mí en la casa de un hermano ya me dijeron que me guardan las cosas, pero que si salgo no me puedo quedar allá. Pero hay quienes en años no reciben una visita. Llaman a la casa y les dicen que número equivocado. Es como una muerte en vida.

Pabellón Esperanza

¿Y esa cámara para qué es? Nos vas a tomar fotos. ¿Sí? ¡Marica, Yuli, venga que van a tomar fotos! ¿Sí?, a mí también. Yo llegué primero, parce. Ahí, al lado de ese tubo verde. Me quito el uniforme y de una, para salir por lo menos con ropa normal. ¡¿Puedo ver cómo quedé?! ¡Qué chimba! ¿Y nos puedes traer las fotos después? Una juntas, tómanos una juntas. ¿Y seguro después las trae? No, qué va, usted no vuelve. Bueno, todo bien, es que es para pasársela a mi novio, que está en el pabellón Básico; yo me las arreglo para que se la hagan llegar. No, mira lo fea que quedé, espera me arreglo un poquito. Dale, otra. Marica pero hagan fila huevón que nosotras estábamos primero. Bueno, está bien, la entrevistas a ella y después nos tomas más fotos. Pero seguro.

Yolima

No quiero que pongas mi nombre. Invéntate uno. ¿Jenny? No, ¿por qué me vas a llamar Jenny? Mejor que yo sea Yolima en tu historia.

Estoy por tráfico de estupefacientes. Muy duro, acá es muy duro. Yo prefiero el Buen Pastor. Me trasladaron porque cometí una osadía. Allá había más espacio y había por dónde caminar. Aquí no podemos entrar a las celdas de día, y por estar todo el tiempo en el patio uno se encausa. Sí, encausar, así es como le decimos aquí cuando nos da el desespero, cuando se siente la adrenalina. ¿Qué hago cuando me encauso? Nada, me pongo a patinar en la cancha. O sea, a caminar de un lado para otro. De un lado para otro. O me pongo a escuchar música y que nadie me hable. Me voy por ahí montando rostro. Ja ja ja, usted sí que pregunta. Montar rostro es poner mala cara, ¿ya? Y es que en un día uno ya se conoce todos los rincones de memoria. ¿Sí ve? Eso da mucha ansiedad.

No, yo casi no salgo del pabellón. No me gusta encontrarme con los hombres. Me intimidan. Mi taller es hacer pija. Hacer oficio, pija es el aseo aquí, lavar los baños, los pisos. Es el mejor taller por la redención. O sea, porque es donde uno más descuenta tiempo de la condena. A los que van a taller de lavandería les descuentan una hora por cada tres que trabajan. A mí me descuentan uno a uno. ¿Que si sirve para algo aparte de la redención…? No, para mí no. Yo hago el taller es para salir más rápido.

¿Lo más duro? La muerte de mi esposo. Hace dos meses. Y mis pequeñitos. No poder estar con ellos. Y el frío. Cuando llueve. Eso también es una tortura. ¡No!, yo sí no quiero volver acá. ¿Cómo se le ocurre? Pero sí, claro, hay gente que es carne de presidio, que se amaña por aquí. No sé, me imagino que porque afuera no tienen oportunidades. Además el delito es lo que ya conocen, lo que ya saben hacer. Lo más fácil. Si se paran a vender dulces en un bus pueden ganar… ¿cuánto, treinta mil pesos en un día? En cambio entran a una tienda y se roban quinientos mil pesos de una. ¿Usted qué cree que es lo más fácil?

Daniela

Tienes unos ojos muy bonitos. ¿Coqueta? Sí, yo soy muy coqueta. ¿Me vas a regalar ese esfero? Y esa revista que trajiste. Dale, cuando te vayas me la das sin que las otras se den cuenta. Y me tienes que tomar una foto. Yo no estaba cuando les tomaste fotos a las demás. Dale.

El canazo me ha servido un poquito. He madurado, he aprendido a valorar más las cosas. Yo prefiero estar aquí que en el Buen Pastor. Pues porque acá somos menos, no hay sobrepoblación. Lo malo es que hay que tirar patio todo el día. No hay celda franca, como allá. O sea, que te dejan la celda abierta para que entres y salgas cuando quieras. ¿Problemas? No, en el Buen Pastor nunca tuve problemas. Bueno, solo una vez. Fue porque me encariñé con la novia de la pluma. Y eso es grave. Pero fue ella la que me buscó, se sentía atraída por mí. No, antes de la cárcel no me gustaban las mujeres. Todavía prefiero los hombres. Para meterme con una mujer tiene que ser muy mamacita.

Yo estoy aquí por robar. No, no usaba armas. Robaba por engome. Mira, por engome es cuando uno se pone a hablar con los tipos de todo un poco y sin que se den cuenta les roba las cosas. Ja ja ja pero no te asustes. No, tranquilo que a ti no te voy a robar nada. ¿Cuándo salga? Pues no sé. Estudiar no me gusta. De pronto aprendo a trabajar en un salón de belleza. ¿Robar otra vez? No, no creo. O depende. Sí lo haría, pero si es una caja fuerte llena de euros.

Aura Helena

Este es mi séptimo canazo. He estado en cárceles en Cali, Bogotá y Medellín. Sí, yo también prefiero estar aquí que en el Buen Pastor. Por la comida, por el descuento.

Lo más duro es estar lejos de mis hijos. Tengo siete. El menor tiene tres añitos. Dos están presos. Por homicidio.

Salgo en seis meses. Claro que quiero salir. Aquí uno se encausa mucho. La falta de droga, eso me pone muy agresiva. Y cuando no puedo agredir a otros me agredo a mí misma. Mire, ¿sí me ve estas cicatrices en el brazo? No, no sé que vaya a hacer cuando salga. No pienso en eso. ¿Para qué? Al fin y al cabo la vida del pillo es la cárcel, el hospital y el cementerio.

Taller de música

Alma Negra y Wendy

Mi nombre es Freddy, pero me dicen Alma Negra. Me cogieron por estar robando en una buseta con mi novia. Entre los pasajeros iba un agente de la Sijín con un fierro y nos paró. Yo me fui para la cárcel Modelo, ella para el Buen Pastor. Estuve allá seis meses. Me trasladaron porque era muy cansón. Si no me hubieran pasado para acá de pronto estaría muerto.

Yo vivía bien allá, dormía en celda, y a la mayoría les toca en los pasillos, no hay por donde pasar, no es como aquí que todos tienen su espacio y hasta les sobra. No, yo me la llevaba con los manes que manejaban la vuelta y por eso tenía privilegios. Pero así mismo cuando ellos tenían problemas me tocaba estar a su lado, firme. Entonces para sobresalir ante los demás tuve que mostrar una fortaleza que era a veces cruel. En el último problema que tuve hasta le saqué cuchillo a la primera. La primera, sí, eso es lo mismo que el pluma. Pero allá eso sí es delicado, porque los cuchillos más pequeños que se ven son como de veinte centímetros. Y pues Dios es grande, la guardia se dio cuenta y me sacaron. Aquí estoy relajado, en el pabellón Básico. Es que yo no soy de los que demuestra temor ante otra gente, y eso en La Modelo me hubiera resultado muy embarazoso al final.

Sí, a ella casi al mismo tiempo la transfirieron para acá. Wendy, se llama. Nos volvimos a encontrar. Es que esta es la única cárcel mixta de Bogotá, ¿sí sabía? Es por lo que es cárcel del Distrito y no tiene nada que ver con el inpec, por eso es tan diferente. No, ahora ya no somos pareja. Sigue el afecto, pero pareja como tal no. Nos vemos en el taller de música, cantamos juntos. Ya grabamos un demo, aquí nos han ayudado bastante con eso. Les hemos demostrado que podemos hacer algo diferente. Si quiere ahora más tarde le canto pedazos de las canciones. Y cuando llegue Wendy le cantamos juntos. Va a ver lo bonita que ella tiene la voz.

¿Difícil tener este espacio? Claro. Yo soy de los poquitos a los que les han dado un aula para cantar. Tuve que demostrarles que ha habido un cambio en mí. No soy de los que matan y comen del muerto, pero he tenido etapas complicadas en mi vida, en las que por lo que hacía siempre resultaba en el pirobo calabozo. Pero eso ya quedó atrás. Tomé la decisión de hacer cosas nuevas con lo que la vida me brindaba. Presenté el proyecto de grabar un disco y me lo aprobaron. Entonces he tratado de responder, de no defraudar la confianza, porque fue complicado, muy complicado. Me tocó tocar muchas puertas, y pues aquí no son puertas normales, sino puertas con candado y barrotes, como te has dado cuenta. Y cada vez que intentaba pasar un obstáculo, salían cuatro más. Pero logré lo que me propuse, me dieron el permiso así a muchos no les gustara, y pues ya se están viendo los frutos. Ahora se trata de perfeccionar el trabajo, que como verás es algo bien estructurado.

Esa es mi historia, por eso es que canto cosas bruscas; no porque sí, sino porque es lo que he vivido. Yo no canto una mentira, no me gusta. Todo está inspirado en la realidad, aunque mis canciones no tienen nada que envidiarle a la ficción. Pille, este es el cuaderno donde las escribo. ¿Quiere que le cante esa? Se llama Hurto a Mano Armada, pero hace resto no la practico. Es como un rap. Espere pongo la pista en la grabadora.

En una reconocida joyería encañonamos varios rehenes

Entreguen todo lo de valor que poseen

Y nadie saldrá herido, mi promesa tienen

Soy de los delincuentes que se enceguecen

Si mis órdenes al pie de la letra no se obedecen   

Que nadie se atreva a gritar o se las dé de superhéroe

O lamentará su osadía con creces

He hecho esto cientos de veces

La poli recibe un porcentaje

Por eso sus narices en nuestros asuntos nunca entrometen

Mi apariencia no es lo que parece

En mis hazañas delincuenciales mis nervios como por arte de magia se desvanecen

Y ya, ¿sí ve?, es que se me olvida un poco la letra, esa no la cantaba hace mucho. Así más o menos es como es. Pille, ahí viene Wendy.

Hola. ¡Oye, gracias por las fotos de ayer! ¿Las trajiste? Vale, ahora más tarde te espero en el pabellón para que me las des. ¿Y nos tomas otra con Freddy? De una, cuando vayamos a salir del taller. Y te tomas una con nosotros. Listo.

Sí, robábamos juntos. Pero yo no lo hacía de mala. Robaba para pagarme mis estudios. Es que la justicia acá a veces es injusta. No, a mí no me trasladaron del Buen Pastor por tener problemas. Yo soy muy tranquila. Sí, he tenido inconvenientes, pero entonces no como los de Freddy. De cuchillo y eso que me va a matar, no. Entre las mujeres las peleas son diferentes. Y por cosas bobas. Pero a mí me trasladaron fue porque Dios lo dispuso así. Él tiene un propósito, y que nosotros hayamos caído en una cárcel es cosa Suya. Sí, es decir, Él permite que uno llegue a un lugar así para que se dé cuenta de lo que ha hecho en la vida. No, antes de la cárcel yo no conocía a Dios. Pues sabía que existía, pero aquí vine a conocerlo, a escucharlo.

¿Yo? Al igual que ella, tenía un conocimiento. Y sí creo. Pero así como devoto y que voy a una iglesia y que golpecitos de pecho, no. Y pues respeto, pero ya por el cuento del fanatismo más bien no, porque a mí me gusta vivir muchas cosas de la vida que a veces las religiones nos prohíben. Entonces es saber también hasta qué punto llegar con ese cuento. Pero ella tiene canciones muy lindas sobre eso. Dale, Wendy, canta una.

Bueno, yo te la canto. Mira, esta la compusimos junto con Freddy. Dice:

Ni que se te ocurra renunciar

Aunque las pruebas sean duuuras

Aunque estés acorralado entre la espada y el mal

En Cristo hay ayuuuda

Recuerda Él es el camino también la verdad

Es esperanza puuura

Ese es el coro. Gracias. Sí, hemos practicado mucho. Por supuesto, dale, pregunta. ¿Qué si prefiero estar aquí que en el Buen Pastor? Pues sí, en algunas cosas la Cárcel Distrital es mejor, pero cárcel es cárcel.

Yo estoy de acuerdo con ella. Aquí dan mejor comida que en La Modelo. Y no hay hacinamiento como allá. Pero un león sigue estando enjaulado aunque los barrotes sean de oro, ¿sí me entiende? Aquí ponen más énfasis en los talleres y hay más reglas. ¿Pero usted cree que eso es suficiente para que la gente se regenere? Yo he cambiado, he optado por hacer algo diferente. Pero eso es una decisión personal, ni los psicólogos ni los terapeutas la pueden tomar por uno. A muchos lo que les falta es la motivación. O sea, por qué van a querer cambiar cuando hay tanta injusticia. ¿Quiere saber por qué injusticia? Vaya a los pabellones y mire a su alrededor. Dígame cuántos ricos ve. En esta cárcel hay gente que lleva años porque se robó cinco mil, diez mil pesos para comprar algo de comer. Para mí eso no es un crimen, para mí eso es producto de la miseria. En cambio vea dónde están los ladrones de corbata, los que se roban cinco mil, diez mil millones. Vaya a ver si les toca como a nosotros. Y es como le digo, ¿sí me entiende?, mientras haya injusticia la gente va a seguir saliendo dañada.

Pabellón Transición

¿Parce, y nos va a regalar esas revistas? Es que una revista con mujeres bonitas no se ve aquí todos los días. ¿Y no tendrá mil pesitos, o una tarjeta para llamar por teléfono? Mire que a usted le sobra. Pero para nosotros mil pesos aquí valen mucho. ¿No trajo plata? Bueno, todo bien, pero después de la entrevista nos deja las revistas. Claro, las de Condorito también nos las quedamos. ¿Y esos esferos que trajo también son para regalar? De una. Pero parce, para usted no, quédese sano, es solo para los que le estamos colaborando al caballero con el reportaje. Y usted deje esas revistas quietas, ¿no oyó que las va a dejar después de la entrevista? Bueno, con quién quiere hablar primero. O si quiere le hablamos todos al tiempo.

Sí, aquí vienen psicólogos y eso, pero yo no sé si nos sirva. Es que ellos tienen la teoría, ¿sí ve?, pero uno tiene la calle. Entonces ahí se compensa. Lo mejor es que lo sacan a uno del pabellón, así sea para hablar en un cuarto. Y si viene una psicóloga, mejor. Hombre, y si está churra, ni se diga. No, eso es tenaz. No crea. Que hagan falta mujeres es cosa seria. Mire, es que aquí llega un chulo y uno lo ve como una paloma. No se rían huevones que ustedes saben que es verdad. Eso, escriba eso, lo del chulo, es que así es como son las cosas aquí. Mire, yo de taller estoy validando bachillerato. Pero no pongo atención, voy es a mirarle el culo a la profesora. Y es una cuchita como de sesenta años.

¿Qué es lo que nos encausa? La falta de droga. Cuando no hay bareta. La ansiedad. Estos días uno está tranquilo porque apenas anteayer fue domingo y las visitas nos traen regalitos, ¿entiende? Pero eso se acaba de una y entonces nos toca patinar y ya. Eso es duro. Además aquí joden mucho por la droga. Le encuentran a uno un cachito y ya le bajan la calificación de la conducta. Y si uno tiene mala conducta no puede redimir. Si fuera por algo grande uno dice que vale. Pero es que aquí un bareto no es nada, aquí un bareto es una ilusión.

Oiga, parce, usted fue el que le tomó esta foto a mi novia. Rebién parce, gracias. Venga, tómeme una a mí también. Esa camarita debe marcar bastante, ¿no? Pero todo bien, bacán, aquí está seguro. No me chiflen huevones que ustedes saben que es para mi novia. No jodan. Eso, deje ver cómo salí. Gracias bacán, Y cómo me hace llegar la foto. Bueno, yo veré.

Argemiro

He tenido dos canazos. El primero fue en La Picota. Siete años. Por varios motivos. Extorción, cosas de esas. Yo pertenezco a un grupo armado. Las farc. Siempre he sido izquierdista. Entré a las filas a los trece años. No, allá no obligan a nadie. A usted le dan un fusil. Cuando quiera puede traicionarlos. Si alguien no quisiera estar allí, ¿no cree que se escaparía? Uno está porque quiere.

No, en La Picota nunca tuve problemas con los paracos. Allá nos dividían por pabellones. La guerrilla controlaba cuatro. Éramos respetuosos. Cuando llegaba alguien al pabellón uno le preguntaba: bueno, ¿usted qué es?, ¿un ladrón común, una rata?, ¿paraco?, ¿guerrillo? Y si no era de los nuestros lo dejábamos que se fuera al pabellón que le tocaba. Claro, primero se investigaba el expediente de la persona, para ver que no estuviera mintiendo.

Salí por seis meses y me cogieron. Muy de buenas que me metieron aquí, porque por mis delitos debería estar en una prisión como La Picota o La Modelo. ¿La diferencia con la Distrital? La comida. Y el tamaño de los cuchillos. Aquí son navajas o patecabras; allá son tres, cuatro veces más largos. En La Picota sí vi que mataron a varios. Acá no, no he sabido de ninguno.

Claro, me ha tocado pelear muchas veces. Es normal, esto es la cárcel. Mire, esta cicatriz en la cabeza y esta otra en la sien me las hicieron en La Picota. Esta debajo de la boca me la hizo el man más grande de este pabellón. No, rencor no. Ahora con el man simplemente no nos miramos. Eso es todo. ¿Los motivos de las peleas? Aquí la gente pelea por cualquier cosa. Por un poco de comida, por un dulce, por un esfero, por un pedazo de papel. Debajo de ese tubo verde es donde nos damos, porque pille, la cámara está allá arriba, y no alcanza a ver lo que pasa bajo el tubo.

A veces uno pelea es con los que vienen de otros pabellones o de otras cárceles. Pero es algo legal, a la gente siempre se le da la oportunidad. Mire, la persona dice pido la oportunidad. Entonces no pelea contra todos al tiempo, sino uno por uno. Y entre una y otra pelea puede descansar quince minutos, media hora. Cuando ya se ha dado contra tres o cuatro ahí para la cosa. Es para que tenga la oportunidad de medirse, ¿sí ve? Y entonces uno ya sabe qué tanto respeto hay que tenerle al que llega. Esa pelea se llama el pedazo. Y lo que sucede en el pedazo ahí se queda. Cero rencores, es como si no hubiera pasado. Pero si usted no quiere no pelea. Acá no se obliga a pelear a nadie. Cada quien ve cómo lleva su estadía aquí. Usted defiende su espacio y sus derechos o no lo hace. Puede decidir.

Obvio, aquí hay un grupo que maneja las cosas. Somos el rancho. Los que mandan la parada. Ahí se toman las decisiones, se maneja lo de la droga, se dice quién puede vender y quién no. A veces los elige el pueblo. O a veces cuando alguien se va le deja las llaves a otra persona. O sea, yo le digo a usted que le dejo las llaves y usted se queda con mi autoridad, y los demás saben.

¿Cambiar? No sé. Yo una vez traté de cambiar, pero no es tan fácil. Yo con la guerrilla manejo un presupuesto, ¿sí me entiende? Ya he recibido plata y me toca responder. No puedo quedarme quieto. Además uno sale peor que antes. Después de estar aquí y ver toda la injusticia que hay en la sociedad uno sale más dañado, con ganas de hacer más maldades.

Rocky

Yo escribo canciones. No, no he grabado nada. Ahí yo intento narrar lo que he vivido. De las que he compuesto la que más me gusta se llama Vivencias. Si quiere sí, claro, más tarde le canto un pedacito. Es como un pequeño relato. Hablo de todo un poquito. De las distintas modalidades del crimen, porque no todos estamos acá por lo mismo. Yo por lo menos entré aquí por robarme un celular. Pero otros entraron por pegarle a los coches, y cosas así, por mecheros o por fleteros. ¿Mecheros? Pues son los que se roban ropa de las tiendas, para ellos o para venderla.

A mí me condenaron a treinta y seis meses por lo del celular. Ya los pagué, pero entonces me salió un proceso por tráfico de estupefacientes. Ese es de cincuenta y cuatro meses. En cierta medida es poco tiempo. Aquí todos están por condenas mínimas. Ya homicidios y eso no. A esos los mandan a La Picota, a La Modelo. O de pronto aquí hay uno que otro sindicado de homicidio, pero entonces no copado. Pues copado es que tiene una condena que no alcanza a pagar en vida. O sea, alguien que yo diga que está condenado a cincuenta, sesenta años de cárcel aquí, no, no lo hay.

Sí, claro, hay mucha diferencia. Es que como en esas cárceles están copados pues son más agresivos. Cuando matan a alguien le dicen al guardia: anótemelo en la cuenta. Les da lo mismo, igual saben que no van a salir. Aquí no. Aquí el que más se demora dura por ahí cinco años, como yo. Entonces uno se cuida de no cagarla muy feo.

¿Qué si sé lo de los presos que van a transferir de La Modelo? Obvio, aquí lo sabemos, ¿cómo no saberlo? Parece que van a ser doscientos. ¿Que qué pienso? Pues todo lo que tiene que ver con traslados es bastante, pero bastante conflictivo. Porque aquí en la cárcel somos como los animales… o como en todas partes todo el mundo es, en realidad… defendemos un territorio, marcamos un pedazo. Nos apoderamos de ese pequeño espacio y no queremos que nadie llegue a invadirnos. Y cuando eso sucede pues llegan los conflictos. Y obviamente también es conflictivo por la parte de la droga. La línea, la famosa línea. El que vende sustancias ilícitas dentro de la cárcel. Entonces ese defiende su pedazo. Ninguna línea quiere que nadie venga a quitarle el negocio.

Pero no, no todos los nuevos que llegan arman problema. Eso depende de la mentalidad de cada uno. Si la persona quiere salir ligero para la calle pues llega y se relaja. Empieza a trabajar para descontar. Pero los que llamamos amañados, esos llegan es a ver cómo descontrolan el patio. En vez de buscar la calle lo que buscan son problemas para quedarse por acá más tiempo. Y de que los hay los hay. Hay gente que acá vive mejor que en la calle. Y pues sí, eso es lo que tengo para contarle.

¿Cuál canción? Ah sí, Vivencias. Con mucho gusto se la interpreto:

Es el lamento de un ser privado de la libertad

Donde reina la intolerancia y cualquier cosa puede pasar

Así que socio, mantente en la jugada

Si roncas recibirás en el trasero una patada

Tus derechos tus valores aquí no sirven de nada

Guardia intolerante, ¿por qué golpeas mi cara?

Quiero ir volar gritar

Escapar de la rutina

De estas cuatro paredes que succionan mi vida

Miro al cielo y a veces me lamento

Cuánto frío siente mi alma cobijada por el concreto

Maldita distancia

Estoy lejos de casa

En una celda fría y los barrotes me abrazan

Días fríos donde aflora la demencia

Son pocos los bandidos que trabajan la paciencia

Jibaros, cocheros, fleteros, mecheros

Distintas modalidades en un mismo cementerio

 

Glosario

Amañado: que no quiere salir de la cárcel.

Bareta: marihuana

Bareto: cigarrillo de marihuana; cuando está por acabarse se le dice “cacho”.

Bodega: que delata a los demás ante la autoridad oficial, sapo.

Cacique: jefe de celda o de pabellón, la primera, pluma.

Cacho: cigarrillo pequeño de marihuana, bareto a punto de acabarse.

Cana: cárcel.

Canazo: estadía en la cárcel (como preso).

Cascar: golpear, lastimar con los puños o con armas blancas.

Cochero: ladrón de autos.

El pedazo: pelea con la que los recién llegados a veces son recibidos en un pabellón.

Encanar: meter a la cárcel.

Engome: ver “robar por engome”

Entregar las llaves: ceder a otro interno la autoridad que se tiene en el pabellón.

Fierro: pistola

Fletero: que para robar identifica personas que sacan grandes sumas de dinero de los bancos y las atraca; usualmente trabajan en equipo: alguien identifica a la víctima y otra persona le quita el dinero.

Hacer la terapia: castigar a alguien mediante golpes u otros abusos por haber faltado a las normas implícitas de los presos, terapiar.

Jíbaro: traficante de drogas al por menor.

La línea: persona que vende drogas al interior de la cárcel.

La primera: jefe de celda o de pabellón, cacique, pluma.

Línea: ver “la línea”

Llave: ver “entregar las llaves”

Lechero: que fue demandado por inasistencia alimentaria (por no darle plata a la ex mujer para el mantenimiento de los hijos).

Marcar: mirar con evidente deseo a la pareja de otro interno.

Mechero: que roba ropa de las tiendas, usualmente escondiéndola en una mochila o en la propia ropa.

Montar rostro: poner mala cara.

Pegarle a algo: robarse esa cosa o accesorios de ella.

Pirobo: adjetivo peyorativo; usualmente se usa para indicar que se le tiene odio y desprecio a una persona o cosa.

Redención: acción y efecto de descontar un preso tiempo de la pena que le ha sido impuesta.

Sapo: que delata a los demás ante la autoridad oficial, bodega.

Patinar: caminar de un lado para otro.

Parche: grupo de personas que se protegen entre sí.

Pedazo: ver “el pedazo”.

Pluma: jefe de celda o de pabellón, cacique, la primera.

Rancho: grupo de personas que lideran en un pabellón.

Robar por engome: hablarle una mujer a los hombres para distraerlos y quitarles las cosas sin que se den cuenta.

Terapia: ver “hacer la terapia” o “terapiar”.

Terapiar: castigar a un interno mediante golpes u otros abusos por haber faltado a las normas implícitas de los presos, hacer la terapia.

 

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David González


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