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Ellos son los no-excombatientes de lista de la Farc

No son excombatientes, no han empuñado un arma ni recorrieron el campo luchando contra el ejército. Son, en cambio, jóvenes activistas, abogados y docentes que han decidido incursionar en la política bajo las banderas de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.

por

Eduardo Ayala Montealegre


07.03.2018

Durante largos años se supo que la insurgencia de las Farc, en medio de la sangrienta confrontación militar que sostenía con el Estado, había logrado cultivar apoyos y simpatías dentro de diferentes sectores sociales en las grandes urbes. En Bogotá esto les ha permitido postular a la Cámara de Representantes, además de a curtidos exguerrilleros, a líderes que durante años han participado de las luchas sociales de la ciudad. La campaña en la capital no empieza de cero para el nuevo partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (la Farc), tal como lo afirma Juan Diego Castro León, Coordinador de Comunicaciones e investigador de la Fundación Paz y Reconciliación: “Ya tienen consolidada una experiencia en política, política en las calles. Sólo que ahora esos liderazgos se van a consolidar detrás de la bandera Farc (…) en ciudades como Bogotá, la mayoría de los candidatos no fueron parte de la guerrilla, sino que son parte de movimientos sociales”. Estos jóvenes hacen parte de esa cosecha.

A diferencia de la movida política tradicional, la Farc no actúa con las maquinarias de los barrios, no tienen JAC, ediles, concejales, etc. En contraste, se han acercado a las personas a hacer política voz a voz

Catalina Mora Barbosa es una bogotana de 32 años, licenciada en ciencias sociales de la Universidad Pedagógica, candidata a Magister en Educación de la Universidad de los Andes y docente de secundaria en un colegio distrital de la localidad de Ciudad Bolívar. Su imagen no corresponde a la de alguien que se dedica a la política, una expansión en su lóbulo de su oreja derecha, y un número difícil de calcular de tatuajes en brazos y cuello no la hacen ver como una candidata al congreso tradicional, pero basta comenzar a escuchar su historia para entender que la política mueve su vida.

Inició su activismo en la secundaria dentro del movimiento estudiantil, desde ese momento no ha parado de hacer política; participó en las luchas por la defensa de la educación pública en la Pedagógica, se vinculó a procesos juveniles de la mano de la Coordinadora Antifascista, ha hecho parte de la Red de Maestros y Maestras Clasistas “La Roja” donde desarrolló activismo sindical y fue parte del sector de mujeres de Marcha Patriótica llegando a estar dentro de la junta distrital. Su participación por las Farc dentro de la contienda electoral parece una consecuencia lógica de lo que ha sido su vida, “el tema de participar es un interés personal (…) en la dinámica de la guerra hubo cosas bastantes complicadas pero eso no deslegitima la lucha de campesinos trabajadores y estudiantes durante todo ese tiempo (…) articularnos a la candidatura es blindar no solamente la implementación sino el proceso de la constitución de la Farc como partido legal”, afirma.

Manuel Garzón en campaña. Foto tomada de @ManuelGarzon27.

Andrés Camacho también es bogotano, tiene 35 años, es Licenciado en Física e Ingeniero Eléctrico de la Universidad Distrital, cursó una maestría en Administración de la energía, y es docente universitario. Se identifica como un hijo de la educación pública: “Me formé toda mi vida en la educación pública (…). El tema de la defensa de la universidad pública me llevó después a la defensa de lo público”, sostiene. Su militancia política es de larga data, ha sido dirigente distrital de Marcha Patriótica, candidato a edil y ha estado vinculado a la defensa del proceso de paz. En ese proceso no dudó en decirle que sí a los exmilitantes de la Farc que lo invitaron a unirse al partido, su propósito fue lograr un acuerdo en el que las luchas que viene defendiendo “se vean representadas en la propuesta que hoy tiene este partido”.

Manuel Garzón tiene 28 años, es vocalista de la agrupación de rap Reincidentes, abogado de la Universidad Nacional, defensor de derechos humanos y de víctimas de crímenes de Estado, y es el renglón número once de la lista cerrada de la Farc a la Cámara por Bogotá. Tiene pocas posibilidades de acceder a una curul. Su fervor, sin embargo, parece no mermar en ningún momento, ya sea en una entrevista, dando un discurso sobre una tarima, o rapeando. Garzón siempre es el mismo. “A nuestra generación que no ha vivido un día en paz, a quienes ya no están o que están sin estarlo porque nos los arrebataron, los torturaron los mataron, a las nietas y los nietos de las putas que no quemaron”, rima durante la inauguración de la Casa del Común, la sede de campaña de la Farc en Bogotá. Su candidatura, según sostiene, nace del encuentro de su trabajo litigante en favor de víctimas de crímenes de Estado y la contribución a las luchas sociales que desde su actividad artística desarrolla. Tomó la decisión de aceptar la propuesta del Partido del Común pues “mientras el Congreso de la República hundía las curules para las víctimas del conflicto, la Farc decide abrir sus puertas a un representante de las víctimas, a las personas del común”. Para él la candidatura es parte de la implementación de los acuerdos de paz.

Representar a la Farc en las elecciones significa sobre todo un gran orgullo para estos jóvenes, están decididos a asumir su militancia política y se les ve entusiasmados con ello. Por tal razón sus agendas se dividen apretadamente entre las responsabilidades cotidianas, que incluyen estudio y trabajo, y la campaña política. Reparten sus días entre dictar clases o llevar procesos jurídicos con presentar a los exguerrilleros a la gente de los barrios para hacer campaña, participar en los debates a los que los han invitado, acompañar luchas sociales y políticas, y sobre todo dar a conocer sus ideas en los escenarios en los que participan. “A diferencia de la movida política tradicional, la Farc no actúa con las maquinarias de los barrios, no tienen JAC, ediles, concejales, etc. En contraste, se han acercado a las personas a hacer política voz a voz, aprovechando la curiosidad de la gente para romper paradigmas”, sostiene Castro.

En los recorridos por la ciudad en campaña la recepción de la ciudadanía ha sido variada, “no ha faltado la confrontación, pero incluso en esa confrontación fue interesante porque se pudieron dar debates en la calle”, sostiene la docente Mora. La confrontación en las calles, por lo menos en la ciudad de Bogotá, se ha mantenido dentro de los marcos del respeto. Hay “una parte de la población que por lo menos es receptiva (…), personas que también nos han insultado (…). Cuando alguien me dice terrorista asesino yo procuro ir a hablar con esa persona, decirle ‘venga, conversemos’ y la mayoría de gente está dispuesta a hacerlo”, sostiene Garzón.

Catalina Mora y Andrés Camacho en campaña. Foto tomada de @KatamoraB.

“Realmente me siento muy orgulloso, siento que realmente estamos haciendo historia, siento que en los libros y en la historia del país se contará que hubo un proceso de paz y hubo una gente que se la jugó (…). Estamos cosechando hacia futuro, vamos a poder hacer cosas grandes por este país”, sostiene entusiasmado Camacho.

A la fecha van 39 militantes del partido asesinados, el último de ellos cayó la noche del 17 de febrero en la localidad de Bosa

Sin embargo, y como era de esperarse para quien se arriesgue a cultivar la semilla de las ideas de la Farc, el escenario con el que se encontraron no ha sido el más propicio para participar de la democracia. A la fecha van 39 militantes del partido asesinados, el último de ellos cayó la noche del 17 de febrero en la localidad de Bosa; los números varían sobre el cantidad de líderes sociales asesinados desde la firma de los acuerdos, en todo caso son cifras escándalosas. Asimismo, integrantes de la Farc han recibido diversas agresiones en el desarrollo de la campaña política, lo que los llevó a suspender las actividades públicas de la misma. Hasta el momento no han recibido el dinero que financia su campaña por parte del Estado y su imagen en la opinión pública sigue siendo muy negativa.

A pesar de esto la campaña se ha desarrollado, en términos generales, relativamente tranquila para estos candidatos. El hecho más complicado sucedió en Usme, según cuenta Mora: “Pasa un tipo, nos grita, nos iba a lanzar cosas”. Confiesa que su mayor miedo en aquel momento fue que sus compañeros reaccionaron agresivamente: “Eso nos hubiera acabado”. El miedo, sin embargo, es imposible de eliminar: “La preocupación principal es el tema de seguridad (…), que algo llegara a pasar no solamente conmigo sino con mis hermanos y mi mamá”, continúa. Este miedo se evidencia cuando en medio de la conversación con Mora ella deja de hablar abruptamente, abre sus ojos y con ellos me señala a un hombre que se encuentra detrás de nosotros. Su discurso deja de ser tan elocuente por unos instantes y luego de retomar me confiesa que la intimidó que escuchara tan atento nuestra charla. Al final atinó a decirle que estaba en la cafetería antes que nosotros, que no la seguía.

Estos candidatos no cuentan con ningún esquema de seguridad, se desplazan por la ciudad en transporte público o a pie para desarrollar sus actividades personales y la campaña. La falta de garantías “nos hace sentir en riesgo, no es sencillo salir de Ciudad Bolívar a las 11 de la noche y coger un bus sin ningún tipo de protección (…). Pero por lo menos yo no quiero hacerle eco a eso del miedo que quieren generar”, sostiene Camacho.

La violencia la han sentido principalmente en las redes sociales, donde es frecuente que los responsabilicen directamente de la guerra, les posteen imágenes de personas cercenadas o víctimas de extrema violencia y los agredan con insultos. “Estas viejas son las proxenetas de los terroristas, una mala influencia para las jovencitas”, “Que orgullo cómplice de degenerados y asesinos”, “Asesinó fariano” son algunas de las frases que se leen en respuesta a sus publicaciones. “El primer comentario fue bastante desobligante. Fue como que ojalá la violen. Eso fue lo impactante (…). El siguiente fue cuando subimos una foto con mi familia (…), comentaron muchas cosas sobre parir hijos para la guerra”. Por tal motivo han organizado un equipo de comunicaciones que les filtra aquellos comentarios que tiene que ver con la campaña o que buscan debatir, y así se libran de aquellos que “les cargan las emociones muy negativas”, concluye.

Esta violencia, según afirma Andrés Parra Espitia, médico psiquiatra del Hospital La Victoria, se produce en sociedades como la colombiana en la que los años de violencia generan “manifestaciones inmaduras  de la sensación colectiva y social de inconformidad constante, dado la falta de tranquilidad, la pobre educación, la sensación de desamparo y fragilidad constante”, lo que explica porqué aún no podemos salir de los repetidos ciclos de violencia que ahora se traslada a los escenarios virtuales. Para Camacho es una tristeza que el debate político esté en esos términos pero comprende, al igual que sus copartidarios, que es producto de los muchos errores cometidos en la guerra, de las heridas que aún están abiertas: “Sinceramente me causa un poco de tristeza por esas personas que todavía siguen pensando en un país que para mí ya está en el pasado (…) es un indicador de la falta de educación de formación de esas personas que aún hoy no han entendido que es el acuerdo de paz”, sentencia. Para Garzón fue “un conflicto armado que escaló hasta altitudes inimaginables”, por lo que está convencido, como afirma Mora, que “la lucha legal es el camino, es la táctica ahora”.

Candidatos de la FARC en el lanzamiento de la campaña. Foto tomada de @KatamoraB

Los debates que plantean al interior de la colectividad igualmente han permitido que las estructuras rígidas que se construyeron dentro de la guerra empiecen a adaptarse a la realidad de un país mayoritariamente urbano. “Son dos experiencias distintas pero complementarias, nos retroalimentamos. El movimiento social le aporta a la lucha política vitalidad, energía, frescura y la experiencia de la lucha insurgente le aporta a la lucha social disciplina, carácter, confianza y fortaleza”, considera Carlos Alberto Mariño, excombatiente y segundo reglón a la Cámara por Bogotá. “En los espacios amplios hay una total libertad y tranquilidad para desarrollar todo el potencial creativo de los jóvenes, no está atado a una estructura tan rígida”, confirma Mora sobre el funcionamiento interno. Los resultados del 11 marzo, día de las elecciones legislativas, de ser buenos les permitirán entrar a negociar alianzas con miras a defensa de la paz y los acuerdos.

 

*Eduardo Ayala Montealegre. Es politólogo de la Universidad Nacional y en la actualidad cursa la Maestría en Periodismo de la Universidad de los Andes. Su pasión es la política, el periodismo espera sea su oficio. Su gata se llama Dulce.

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