“Técnicos de Nicaragua crean energía eléctrica a partir de heces de vaca”, este es el título de un artículo publicado hace un par de semanas en El Espectador. Para una persona que no conoce del tema el titular genera un alto impacto, pero en realidad, a nivel investigativo, no se trata de nada novedoso. Desde hace mucho tiempo se sabe que se puede obtener energía —eléctrica, para este caso— usando el metano generado por organismos a partir de materia orgánica.
Sin embargo, a pesar de que esto no constituye ningún descubrimiento, hay que ser cuidadoso con la manera de referirse a este procedimiento. Decir que “crean energía eléctrica a partir de heces de vaca” o “que se aprovecha el metano que expelen las heces de vaca”, es completamente impreciso. Hay un proceso intermedio que se está obviando y que hace creer que la materia orgánica de los animales por sí sola es la que produce la energía. La realidad es que son los microorganismos, entre los cuales se encuentran los metanogénicos, que usan las heces de vaca para obtener como subproducto el metano en ambientes donde no hay oxígeno. Ese metano es el que se procesa en un generador eléctrico que quema el combustible y lo transforma en energía eléctrica.
Esta es una más de esas noticias “científicas” que se quedan en una explicación superficial y no en lo verdaderamente importante de los desarrollos tecnológicos e investigativos
Pero no se trata sólo de esta imprecisión. Esta es una más de esas noticias “científicas” que se quedan en una explicación superficial y no en lo verdaderamente importante de los desarrollos tecnológicos e investigativos. Aunque el procesamiento de heces de vaca para la producción de metano y posteriormente el desarrollo de energía, no sea un descubrimiento reciente, el trabajo que se llevó a cabo en Nicaragua no se puede despreciar. La importancia radica en que se trata de un desarrollo alternativo que permite el acceso a energía en zonas rurales que no están interconectadas. Sin duda, es una solución para el desabastecimiento eléctrico que afecta a muchos países de Latinoamérica, incluyendo a Colombia.
Además, otro de los grandes efectos positivos de este desarrollo —que no se menciona en el artículo— tiene que ver con que ayuda a disminuir el efecto invernadero. Uno de los mayores generadores de gases de efecto invernadero (GEI), además de las fuentes de dióxido de carbono en las ciudades, es la cadena cárnica. Esta cadena puede aportar más de la mitad de los GEI ya que el metano tiene mucho mayor potencial invernadero que el dióxido de carbono. Entonces, al desarrollar estrategias que puedan aprovechar ese metano, se está disminuyendo el potencial de los GEI en la aceleración del proceso de calentamiento global. Esto muchas veces no se dice, porque es criticar a una de las industrias más fuertes en este país: la ganadera.
Lo importante aquí, entonces, no es el procedimiento que se lleva a cabo para generar energía, sino las implicaciones que tiene realizarlo en regiones rurales apartadas e incluso la contribución que esto hace a un importante problema ambiental actual como lo es el calentamiento global.
* Andrés González Barrios es profesor asociado del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de los Andes y director del grupo de investigación de Productos y Procesos dentro de ese mismo departamento.
**[Las consideraciones expresadas en esta nota no representan necesariamente la opinión de la Universidad de los Andes]