Esta semana la Revista Aló publicó una pequeña nota con el título «Cómo detectar a un infiel por el tamaño de los dedos». El tema es interesante, pero las reflexiones del medio no son precisas y contiene graves errores.
El artículo original describe los resultados de la distribución de preferencias sexuales y del tamaño de los dedos en una población de hombres y mujeres blancos de Estados Unidos e Inglaterra. Por primera vez se muestra una distribución bimodal para referirse a la promiscuidad de las personas; por un lado, existen tanto hombres como mujeres no promiscuos y promiscuos, y por otro lado, hay dos categorías de dedos índice, largos y cortos, en relación con el dedo anular. Concretamente, este estudio que fue realizado por investigadores de la Universidad de Oxford y de la Universidad de Northumbria en Inglaterra, sugiere que cuando el dedo anular es más largo que el dedo índice, esa persona estuvo expuesta a más testosterona en el útero (basado en otro estudio del mismo grupo), y que es más propensa a tener más compañeros sexuales. En cambio, cuando los dedos son del mismo tamaño o el índice es más largo, las personas tienen relaciones de largo plazo. La investigación, además, es muy cuidadosa con sus conclusiones al aclarar que el comportamiento sexual refleja estrategias genéticas que han sido influenciadas por factores ambientales y culturales.
No obstante, la nota de Aló dice precisamente todo lo contrario: señala que los investigadores definieron que las personas con el dedo índice más corto o de igual longitud que el anular tienden a tener relaciones de más largo plazo» .
*Verónica Akle es PhD y profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes.
[Las consideraciones expresadas en esta nota no representan necesariamente la opinión de la Universidad de los Andes]