Hace 73 años nació la Radio de las Naciones Unidas, en 1946. Luego, 66 años después, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó que el 13 de febrero sería el Día Mundial de la Radio. Se estableció que sería un día para celebrar las emisiones de radio, y para animar a las personas con poder de decisión para que dieran el espacio necesario para informarse a través de la radio ¿Por qué? Porque querían señalar el valor único de la radio, por ser el medio para alcanzar la mayor audiencia y ser un futuro tecnológico.
Eso dijo la UNESCO hace 7 años, en 2012. Ese mismo año, Edison Research dijo en un estudio que el 29 % de los estadounidenses habían escuchado un podcast. Y solo un año después, en 2013, Apple anunciaba que tenían 1 mil millones de suscriptores de podcast.
Aunque es un día mundial, quisiera pensarlo en Colombia. En 2013, el mismo año en el que Apple anunciaba su millardo de suscriptores, una nota en El Colombiano escrita por Natalia Estefanía Botero empezaba con la frase: “Resucitar el podcast. No con un kit de primeros auxilios, porque aún no está muerto”. Porque estaba llamado a desafiar a la radio, porque no resultaron tan fáciles de monetizar, porque son una extensión natural de algunos medios. Pero lo salvaban porque se podían oír mientras hacíamos otras cosas, y ahí es donde es imbatible. Eso se decía aquí hace seis años.
En el séptimo día mundial de la radio, el podcast en Colombia ha cambiado, pero no tanto como quisiéramos.
Decían que estábamos llamados a desafiar a la radio, y esa idea ha calado más de lo que debería. No estamos buscando reemplazar, pelear, oponer lo que se hace en la radio; queremos ser un aliado y no un estorbo o un enemigo. Nos quedamos con la idea que hay algo tradicional y algo nuevo y dejamos de verlo como una línea que va en la misma dirección.
Decían que no resultaba fácil de monetizar, y es parcialmente cierto. En parte por la audiencia, en parte por nosotros. Estamos demasiado amarrados a una fórmula en la que la plata viene con los números, y que los números atraen la plata. Estamos demasiado acostumbrados a la frase: “por amor al arte». Y estamos demasiado familiarizados con que necesitamos que nos ayuden, como si fuéramos una caridad.
Decían que era una extensión natural de algunos medios. ¿Natural? No. ¿Extensión? Sí. Parece que hace unos años llegó un memorando a las grandes emisoras del país que tenían que tener un podcast. Lo montaron, algunos lo siguieron, otros no han vuelto a publicar un episodio que no sea una retransmisión de la emisión de la mañana desde el 2012. No fue algo natural en las grandes emisoras, todos los arranques que ha tenido el podcast en la radio siguen siendo lo mismo que hace 6 años: un arranque, un impulso, una idea, más no un futuro. El futuro parece empujado por otros medios no tradicionales: los independientes, los freelancers, los redactores de grandes medios que les hacen caso en esto, los llamados podcasteros.
Decían que el podcast era imbatible porque se podían hacer otras cosas mientras se escuchaba. Y eso hemos hecho hasta ahora los oyentes, lo estamos escuchando mientras hacemos otras cosas. Hay muchos productores que quieren dedicar su proyecto profesional a corto y mediano plazo alrededor de los podcast. Ojalá el crecimiento de los podcast en el país sea más que un arranque, sea más que un impulso, sea más que una idea, sea más que un café, sea más que una idea en un Post-it amarillo encima de un computador. ¿De quién depende que esto pueda cambiar? De los que hacemos y los que escuchamos. De apoyar, criticar, compartir, oír y tratar de que no sea un sonido de fondo mientras hacemos algo más, sino que volvamos a esa vieja imagen de la radio en la que una familia se sentaba en una sala a escuchar el programa de las 7. Eso queremos.
¿Qué celebramos hoy en el mundo? Que la radio sigue aquí, que la radio sigue siendo un medio importante de información y de toma de decisiones. Pero también celebramos que el podcast también está aquí. Que no debería resucitarse con un kit de primeros auxilios, porque no ha estado cerca de la muerte, pero le falta mucho para que en Colombia sea visto como un hermano y un colega de la radio.