Kamila Shamsie no sufre de jetlag. No sabe si es porque su cuerpo es particularmente resistente o benévolo con ella, o si es que el hecho de dividir su vida entre Karachi, Londres y Estados Unidos la ha hecho inmune a los cambios de huso horario. Creció en su natal Pakistán y a los 18 años se fue a estudiar escrituras creativas en Nueva York. Hace 5 años se mudó definitivamente de Karachi a Londres, pero ya llevaba años transitando entre las tres geografías.
Este transitar, de hecho, es un tema importante en sus novelas. Sus personajes están constantemente cruzando fronteras entre países, clases y religiones; y esto es también común en su propia historia familiar. Su madre, por ejemplo, creció en Inglaterra y luego regresó a Pakistán en una suerte de moción inversa a la que recorrió Kamila. Su abuela es de origen alemán, y la partición de India hizo que la familia quedara repartida a ambos lados de la frontera. Esto es algo que comparte Alyah, la narradora de Salt and Saffron, la segunda novela que publicó a los 27 años y con la que entró a la lista Orange 21 -que incluía a los 21 escritores clave del incio del siglo 21-. Alyah, al igual que Karim, el personaje central de Kartography, emprende un viaje de descubrimiento de su propia identidad, retando en el camino a su herencia aristocrática Pakistaní.
Alyah, como Shamsie, regresa a Pakistán después de haber estudiado en Estados Unidos. Saboreando el jugo de Guanábana que prueba por primera vez, repasa lo que le ocurrió cuando era ella misma, y no su personaje, la que estaba cruzando esa frontera. «Para mí, el tema de la identidad desplazada no fue nunca un problema mientras estaba escribiendo los libros. Yo me sentía totalmente enraizada en Karachi, y mi identidad estaba ahí. Pero muchos años después, cuando me fui a vivir definitivamente a Londres y esta ciudad se convirtió en mi hogar, empecé a hacerme las mismas preguntas y a negociar los mismos asuntos que mis personajes». Finalmente, este desplazamiento, este cruce de fronteras, es lo que hace que sus personajes encuentren su identidad en términos de los que son dueños.
Kamila Shamsie asegura que las influencias que ejercen los lugares en sus personajes, o en ella misma, no es un tema netamente geográfico «No es un asunto de en dónde estás físicamente, sino de el lenguaje en el que escribes», afirma. Al haber crecido leyendo las novelas que su madre mandaba traer de Inglaterra, su imaginación no estaba en el paisaje Pakistaní sino en las campiñas Inglesas. «Los hijos de la media noche (del también pakistaní Salman Rushdie) fue importantísimo para mí porque fue la primera vez que leí, a los 14 años, una novela que ocurría en Karachi».
Mientras habla con su calidez característica sobre la Karachi que ama es imposible pensar en lo cerca que está su descripción a la manera como hablaríamos nosotros de algunas ciudades colombianas. Y ella opina igual. «Hace poco estaba hablando con Juan Gabriel Vásquez sobre El ruido de las cosas al caer. Le dije: tú no escribiste un libro sobre Bogotá. ¡Estás hablando de Karachi!». No es solo el clima lo que la hace sentir como en casa. Camina por las calles de Cartagena preguntando por zapotes, nísperos y antojándose de cuanta fruta cree que pueda recordarle algún sabor pakistaní que será siempre difícil de encontrar en Londres. Recibe con ojos entusiasmados la caja de tamarindos que le entrega la vendedora en la Puerta del reloj. ¿Quieres algo más? «De hecho, ¿puedo llevarme dos de estos?»
Esta crónica fue publicada en el periódico Hay para contar del Hay Festival de Cartagena.