El ladrillo que conquistó una revolución: Stonewall y la liberación cuir en América Latina
El 28 de junio es el Día del Orgullo LGBT, una celebración que conmemora los disturbios de Stonewall en la Nueva York de 1969 y que se reconocen como un ícono en la historia del reconocimiento de las disidencias sexuales en el mundo. Pero antes de Stonewall, ya había grupos y movilizaciones forjándose en América Latina que sentaron las bases de la lucha LGBT en el continente. Este es un breve repaso histórico por algunos de ellos
Periodista, Magíster en Género @cideruniandes. Estudiante de actuación. Narrativas y activismos seropositivos.
28.06.2022
*Esta nota fue publicada originalmente en el sitio web de Cider X, el grupo de afinidad LGBTQ del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Desarrollo (Cider) de la Universidad de los Andes
El luto por la muerte de Judy Garland, las figuras de Stormé DeLarverie —la mujer lesbiana butch y drag king que se resistió al abuso policial— y de Marsha P. Johnson, y el primer ladrillo que lo comenzó todo, son parte de la narrativa popular alrededor de los disturbios de Stonewall, aquel suceso de resistencia en la madrugada del 28 de junio de 1969. En ese caluroso sábado de verano, alrededor de la 1:21 de la madrugada, un grupo de policías hizo una redada en uno de los bares gais más populares de la época, el Stonewall Inn, ubicado en el Greenwhich Village de Nueva York. Esa noche, la policía de la ciudad organizó un operativo para cerrar el sitio administrado por la mafia. Sin embargo, el resultado no fue el que esperaban. El grupo de agentes se encontró con la resistencia de los gais, lesbianas y mujeres transgénero —que entonces eran reconocidas y nombradas como drag queens o travestis— que frecuentaban el lugar y que, al momento de la intrusión, se encontraban en plena noche de fiesta. Lo que comenzó como una de las tantas redadas de rutina, pronto se salió de control. Lo que empezó con centavos lanzados a la policía, aplausos y mofas de la audiencia amontonada frente al establecimiento, terminó convertido en seis días de disturbios que dejaron una marca en la historia.
Quienes hacemos parte de la población LGBTQ hemos escuchado de este episodio en algún momento de nuestras vidas. Ha alcanzado tanta importancia que es raro mencionar Stonewall sin reconocer el peso que tiene para las disidencias sexuales a nivel mundial. Así, hablar de este suceso se ha vuelto un requisito indispensable durante el mes de junio y, especialmente, en el marco de la conmemoración y celebración del orgullo LGBTQ. Con la primera marcha del orgullo en 1970, Stonewall se posicionó como una especie de mito fundacional que marcó el punto de partida de los procesos de liberación homosexual en Estados Unidos —e incluso en el resto del mundo—.
Pero en medio del protagonismo de Stonewall, una serie de actos, protestas y grupos previos han quedado invisibilizados tanto en el país norteamericano como en diversas naciones de América Latina. Carlos Figari, en su texto “El movimiento LGBT en América Latina: institucionalizaciones oblicuas», rescata algunos espacios de socialización de gais y lesbianas en la región como “los clubes y las turmas de los jornais cariocas, los grupos lésbicos de las beéter o ‘fiesteras’ en Buenos Aires, las asociaciones de los ‘felipitos’ en Bogotá”. En la región, es posible trazar cómo esos grupos clandestinos y secretos sentaron las bases para las movilizaciones LGBTQ —un término que eventualmente reemplazaría el uso genérico de “homosexual”— y para la conformación de futuras organizaciones en América Latina. Esas primeras resistencias LGBTQ de la región, iniciadas por los movimientos de liberación homosexual en países como Argentina, México, Colombia y Chile, surgieron en medio de los cambios sociales y políticos que atravesaba el continente americano en la década del 60: la Revolución cubana, el movimiento contra la guerra de Vietnam, la liberación sexual, la antiglobalización y el feminismo de la segunda ola, por ejemplo. Y al contrario de lo que se reproduce en el imaginario público, estas movilizaciones fueron elaboradas a partir de “un diálogo Sur-Norte-Sur” y siempre desde una perspectiva crítica.
Por lo tanto, tomar a Stonewall como la piedra angular deja de lado los esfuerzos de resistencia que se dieron en América Latina durante gran parte del siglo XX. Para entender mejor esto, es necesario explorar las particularidades de cada caso. Por esa razón, haré acá un breve recorrido por algunos de los procesos de liberación homosexual que sucedieron en Estados Unidos antes de Stonewall y por las primeras movilizaciones que se organizaron en Argentina, Chile, Colombia, México y Centroamérica.
Antes de Stonewall
“[E]s común dividir la historia gay en dos épocas: antes de Stonewall y después de Stonewall”, aseguran las académicas Elizabeth Armstrong y Suzanna Crage. No obstante, historiadorxs de la homosexualidad han demostrado que la liberación gay fue un proceso que comenzó mucho antes y que la redada de Stonewall no fue ni la primera ni la única. Eventos similares se habían dado en otras ciudades estadounidenses antes, pero estos no lograron conseguir el auge que obtendría el histórico evento de 1969.
Fue en la costa oeste de Estados Unidos en donde surgieron las primeras resistencias de homosexuales contra la policía. Armstrong y Crage destacan tres hechos específicos en los que la violencia policial fue el detonante: la redada de Año Nuevo el 1 de enero de 1965, el disturbio de la cafetería Compton en agosto de 1966, ambos en San Francisco, y la redada al bar Black Cat en enero de 1967, en Los Ángeles. A pesar de que estos eventos llevaron a la comunidad LGBTQ a alzar la voz contra el abuso policial y reclamar sus derechos, ninguno logró el alcance ni la resonancia que los activistas neoyorquinos le darían años más tarde a Stonewall.
“[E]l momento y el lugar fueron lo importante. La liberación homosexual ya venía gestándose en Nueva York antes de Stonewall, lo que le ayudó a los activistas a reconocer esta como una oportunidad de presentar e iniciar una conmemoración”, aseguran las académicas. Las demandas políticas en la California de 1960 fueron olvidadas por la comunidad porque su resonancia no pudo traspasar fronteras. Ese no fue el caso de los disturbios del 69, en los que el grupo de activistas homosexuales neoyorquinos vio la oportunidad para comenzar una nueva etapa en la historia queer de Estados Unidos y, más adelante, del mundo.
La situación latinoamericana
Mientras que en Estados Unidos se gestaban los inicios del gay liberation durante los años 60, en América Latina pasaba algo similar, con sus propias particularidades estrechamente ligadas a los regímenes estatales de cada país, especialmente marcados por la izquierda. Además, es posible ver en las movilizaciones latinoamericanas diálogos con las que estaban ocurriendo en países europeos como Francia. Lo curioso de los eventos de América Latina es que aparecieron en décadas en las que los regímenes dictatoriales comenzaban para unos países y terminaban para otros. Argentina es uno de los sitios en los que ocurrió lo último.
Argentina
El año 1967 puede tomarse como el inicio del movimiento de liberación homosexual en Argentina. Entonces, se había instaurado el quinto periodo dictatorial argentino, impulsado por Juan Carlos Onganía, caracterizado por una fuerte “censura de las conductas consideradas obscenas y subversivas”, entre las que figuraban la homosexualidad. En medio de este difícil contexto político se fundó el Grupo Nuestro Mundo (GNM), considerada “la primera organización política gay de América Latina (a pesar de que grupos sociales existían previamente de manera informal)”, según el texto “Con discriminación y represión no hay democracia”, The Lesbian and Gay Movement in Argentina por Stephen Brown.
El GNM sentó las bases para la fundación del Frente de Liberación Homosexual (FLH) en la Buenos Aires de 1971. Se trató de una asociación con tintes izquierdistas que fue integrada por otros grupos de gais y lesbianas, incluyendo el GNM. Sin embargo, la nueva y represiva dictadura de Videla en 1976 haría que este grupo se disolviera en junio de ese año, junto con las demás formas de activismo LGBTQ de la época. En 1982, “la vida lésbica y gay floreció en Argentina”, asegura Brown, luego de la transición a la democracia. Las manifestaciones de las disidencias sexuales iniciaron con fuerza en 1984, pero la reciente democracia no había dejado atrás los actos represivos contra personas homosexuales. En abril del 84 se formó la Comunidad Homosexual Argentina, “después de que la policía arrestara a aproximadamente 200 personas en una redada a un bar gay”.
Chile
La experiencia inicial del movimiento LGBTQ chileno es similar a la de Argentina. La transición a la democracia en los 90 también se convirtió en el momento ideal para que los reclamos políticos de las disidencias sexuales ganaran visibilidad. Sin embargo, la primera manifestación pública se registró el 22 de abril de 1973, en la Plaza de Armas de Santiago, en contra del abuso policial de la época. Pero “los ‘maracos’, ‘yeguas sueltas’, ‘locas perdidas’, ‘mariposones’, ‘colipatos’ —como les llamaba la prensa amarilla a los homosexuales de entonces— no aparecían organizados, ni emancipados en ninguna parte”, asegura Víctor Hugo Robles en Bandera hueca: historia del movimiento homosexual de Chile. La opinión pública y los medios de comunicación trataron de desacreditar el pronunciamiento público por medio de discursos homofóbicos y denigrantes.
La organización política de las disidencias sexuales encontró una serie de dificultades en medio de una sociedad machista y en la represiva dictadura de Augusto Pinochet más adelante (entre 1973 y 1990). El Movimiento de Liberación Homosexual (Movilh) fue fundado el 28 de junio de 1991, después de la transición a la democracia. No obstante, este grupo se paró sobre los hombros de hombres y mujeres homosexuales que venían luchando por sus derechos desde los años del régimen de Pinochet, aún cuando la libertad de expresión se había reducido sustancialmente y los grupos homosexuales estaban en riesgo de ser perseguidos y desaparecidos por la dictadura, asegura Robles.
Algunos de los grupos conformados en medio de la represión política fueron: Integración (1977), “la primera organización gay durante la dictadura de Pinochet”, dice Robles; Ayuquelén (1984), una colectiva lésbico-feminista; y Las Yeguas del Apocalipsis (1988), un dúo de arte homosexual integrado por el escritor Pedro Lemebel y el poeta Francisco Casas. La resiliencia de estas asociaciones, y su fuerte deseo de liberación, sembró las semillas de una serie de movilizaciones LGBTQ que solo se harían más fuerte en la época posdictatorial chilena.
México
El movimiento mexicano está fuertemente ligado a la izquierda, a la Revolución cubana y a un proceso de apertura democrática. Aunque el Movimiento de Liberación Homosexual (MLH) se formó en 1971, operó de forma oculta por siete años. El 26 de julio de 1978, diversos grupos de las disidencias sexuales mexicanas hicieron una aparición pública “en una manifestación política conmemorativa de la Revolución cubana”, asegura Carlos Figari, y “en conmemoración de la masacre estudiantil ocurrida diez años atrás en la plaza de Tlatelolco”, cuenta Carlos Martínez Carmona en El Movimiento de Liberación Homosexual en México. Esta primera movilización del MLH mexicano fue el resultado de una creciente apertura política y del surgimiento de movimientos sociales, gracias a un retorno de la democracia, y de procesos como la urbanización y la secularización del país a finales de la década de 1960, asegura Martínez.
Colombia
Aún cuando las movilizaciones LGBTQ de Colombia no están atadas al fin de un periodo dictatorial, es posible ver una relación entre las políticas del país y el crecimiento de las manifestaciones cuir. El punto de inflexión más importante vino con la constitución de 1991, que abrió el paso para que diversas reivindicaciones LGBTQ se desarrollaran en las décadas siguientes. De todos modos, es necesario destacar que el movimiento se empezó a organizar años atrás. Mientras que el primer grupo de homosexuales fue Los Felipitos, “surgido en la década de los 40 en Bogotá”, las manifestaciones públicas comenzaron a gestarse en las décadas de 1970 y 1980.
León Zuleta fue uno de los personajes más prominentes de la liberación homosexual en Colombia. En la Medellín de la década de 1970, Zuleta comenzaría a hablar abiertamente del tema a través de sus publicaciones. En 1976, junto con Manuel Velandia, fundaría el Movimiento de la Liberación Homosexual de Colombia con el objetivo de “[transformar] las instituciones sociales y los argumentos en los cuales se apoyaban”, cuenta Esther Sánchez en “El movimiento LGBT (I) en Colombia: la voz de la diversidad de género. Logros, retos y desafíos”. De esta organización se despendieron dos colectivos más: el Grupo de Encuentro por la Liberación de los Guéis (GELG), en 1977, y el Grupo de Estudio de la Cuestión Homosexual (Greco), en 1978.
Centroamérica
La primera marcha pública sobre la liberación homosexual en Colombia ocurrió el 28 de junio de 1982 en Bogotá y se centró en conmemorar los disturbios de Stonewall del 69. El recorrido comenzó en la Plaza de Toros y terminó en la Plazuela de las Nieves. Según Velandia, “[h]ubo más o menos 30 participantes, incluyendo una lesbiana y una chica trans”. Luego de este primer logro, la segunda marcha ocurrió 14 años después, en 1996, y en medio del giro legal que experimentó Colombia en el 91. Sin embargo, las primeras protestas del movimiento de diversidad sexual en Colombia se dieron en el marco del Día del Trabajador como una estrategia para crear una colaboración entre obreros y las disidencias sexuales. La primera de estas se registró en 1979 en Cartagena. Un segundo tipo de acción sucedió en septiembre de 1981. Ese año los activistas LGBTQ organizaron performances públicos que sirvieron como una respuesta a la despenalización de la homosexualidad que había ocurrido ese mismo año.
A partir de la década de 1970, los colectivos de la región han logrado grandes avances, pero no todos los países han tenido experiencias exitosas o un mismo punto de partida. Ese hecho es evidente al observar el surgimiento de las movilizaciones cuir en Centroamérica. Los países de esta región del continente parecen estar atrasados en comparación a los territorios suramericanos.
Mientras que los movimientos de liberación homosexual surgieron entre las décadas de 1960 y 1970 en América del Sur, las primeras movilizaciones LGBTQ comenzaron a mediados de los 90 en los países centroamericanos. Y es hasta 1997 que se pueden trazar las primeras manifestaciones públicas en la región. En junio de ese año, se organizó la primera marcha del orgullo en la capital de El Salvador. Cuatro meses después, en octubre, fue el turno de Guatemala, aunque el inicio público del movimiento guatemalteco fue un poco diferente. Lo que un medio de comunicación bautizó como la primera marcha del orgullo era en realidad una caminata que sucedió después del funeral de una trabajadora sexual trans. Otro caso es el de Panamá: aunque el primer colectivo LGBTQ panameño se fundó en 1996, la primera marcha del orgullo no fue organizada sino hasta 2005, un año en el que la homosexualidad seguía penalizada en el territorio.
Estos ejemplos demuestran la diversidad que caracteriza al grupo de países latinoamericanos, pero también evidencia un deseo común en el que se coloca la liberación de una población y la demanda de una serie de derechos como prioridad.
Este breve recorrido por el surgimiento de las movilizaciones LGBTQ en América Latina revela que la región tuvo un desarrollo particular en materia de diversidad sexual, marcado por las experiencias políticas de la época y por un fuerte sentimiento de liberación. La transición a la democracia y las ideas que circulaban a nivel global sobre la liberación sexual fueron los principales propulsores del pronunciamiento público de las personas LGBTQ.
Si bien los disturbios de Stonewall llegaron a oídos latinoamericanos, los movimientos de liberación homosexual del Sur Global no deben ser vistos solo como un resultado del ladrillo del 69, sino como una serie de eventos que se encontraban en constante conversación con las experiencias LGTBQ de otros países. Reconocer la historia de las disidencias sexuales de América Latina abre la posibilidad de entender nuestros propios recorridos y de evitar el error de caer en un mito fundacional que borre nuestras trayectorias particulares.