El Derecho de lo Extraordinario es el título del ensayo leído por Alexander Pescador al final de una presentación del Grupo de Teatro Abrakadabra, dirigido por Adrián Cardona y conformado por personas privadas de la libertad del Establecimiento Carcelario La Modelo. La presentación fue el 25 de septiembre en el Auditorio Lleras, en la Universidad de los Andes, en Bogotá, con motivo de la celebración de los 50 años de la Facultad de Derecho. El texto escrito por Pescador da cuenta de su vocación como escritor y profesor, y está dirigido a los estudiantes de la universidad, en especial a los de Arte y Derecho, un eco a la obra de teatro presentada por el grupo que giraba en torno al proceso judicial de una persona apresada y juzgada de forma injusta, un retrato teatral digno y libre propio de las creaciones de Abrakadabra.
El Derecho de lo Extraordinario
Me gusta la palabra “extraordinario”, porque me da la idea de algo o alguien que habita por encima de lo normal. Para ser extraordinario hay que haber sido ordinario; mas para ser ordinario, bueno.
Todos aquí somos ordinarios y aunque algunas mujeres hoy día usan el vocablo para hablar de las cualidades del exnovio, la verdad somos del común.
Ser ordinarios no está mal. La ciudad está llena de gente ordinaria.
Si el éxito se midiera por el dinero, los ordinarios, siendo mayoría ganarían. Tienen casas, vehículos, ropa de marca. Pero se quejan por la falta de lo que más gastan: dinero. Igual, el resto de la sociedad los admira. Son los profesionales, del montón.
Ser extraordinario implica ofrecer más que los ordinarios.
No es una cuestión de talento, sino de trabajo, constancia, amor, dedicación y esfuerzo. Si fuera solo cuestión de genio y capacidad ¿Por qué la mayoría de los niños superdotados son profesionales ordinarios en la edad adulta?
He aquí unos casos sorprendentes de ordinarios que no podían depender solo del talento y sin esfuerzo:
—El presidente de la Juventus no fichó a Maradona en 1979 por considerarlo bajito y poco apto para esa liga.
—En su primera audición a Fred Astaire el gran actor y bailarín de Hollywood, le dijeron: “No sabe actuar, no sabe cantar y está muy calvo”.
—A la escritura J.K. Rowling le calificaron su libro Harry Potter y La piedra Filosofal como “aburrido, de estilo anticuado, demasiado largo: no interesará a ningún niño actual”.
—Un productor musical en 1961 le dijo a los Beatles que “no tenían buen sonido y que no les veía futuro porque los grupos de guitarra ya no venden”.
—Al tenista sueco Bjorn Borg, campeón cinco veces del torneo de Wimbledon, lo rechazaban en los años setenta por “ ser un pelotero sin técnica y coger la raqueta con dos mano”
—A los hermanos Wright, pioneros de la aviación, les dijeron locos mientras les hacían toda clase de burlas viéndolos ensayar sus aparatos.
—Ferdinand Porsche propuso en los años veinte a la fábrica Daimler Construir un auto económico y accesible a todo público, gracias al rechazo terminó trabajando en la Volkswagen donde diseño el mítico Escarabajo y, cuando ahí rechazaron su idea de fabricar un auto deportivo, se retiró y fundó la Porsche.
—Al actor Sidney Poitier, ganador del premio Oscar, un productor le dijo que mejor buscara un empleo de lavaplatos. Aquel hombre no sabía que el futuro actor ya trabajaba lavando platos.
—Otro productor le dijo a la actriz Ingrid Bergman que debía ir al cirujano estético, ya que con su físico no podría triunfar.
—Albert Einstein fue un chico indisciplinado y desobediente con las normas. Nunca fue un estudiante modelo.
Francisco de Goya fue rechazado en más de una ocasión por la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.
Y estos, son solo algunos ejemplos de ordinarios que llegaron al otro nivel. Hoy celebramos cincuenta años de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes.
Sin embargo todos ustedes, estudiantes, profesores e invitados especiales tienen un cita con la historia.
No quieran ser parte del montón. Las pequeñas decisiones traen grandes consecuencias. Pequeñas decisiones generan grandes cambios. Ser éticos, responsables, honestos, solidarios, misericordiosos; no pueden ser términos conectados solo al discurso. La acción de ésas palabras genera sujetos extraordinarios. Sumando otra, la pasión por lo que se hace. Hoy quiero invitarlos a que se respondan ustedes mismos ¿cuál es el sentido de estudiar Derecho o Artes? ¿Qué me apasiona realmente? ¿Qué me hace feliz?
Estoy seguro que ésta Universidad no quiere estudiantes ordinarios, que solo sean una cifra al final de la estadística.
No es la idea, aunque sería lo más fácil.
Pero si ustedes desean ser ciudadanos extraordinarios no se dejen llevar por la masa; antes de opinar, infórmense; antes de juzgar, escuchen, toda la historia tiene dos versiones. No sean tan cuadriculados para el estudio. A veces hay que memorizar contenido; en otras ocasiones, no se trata de cuanto se aprende, sino de cuanto se crece como persona.
Sean reflexivos, aprendan a argumentar. Cultiven más la dialéctica que el whatsapp. La interacción personal siempre será mejor que una red social. No traicionen los principios éticos de su profesión; yo lo hice y no me fue nada bien.
Quiero terminar con esto: éste discurso lo escribí en el año 2030.
Y ¿saben qué? Algunos de ustedes fueron arrestados por corrupción, otros se preocupan más por el dinero que por el deseo de marcar la diferencia, incluso no faltó el que prefirió ser un dócil siervo de la mentira que perder la comodidad con tal de hallar la verdad.
Por eso decidí viajar en el tiempo, hacia el pasado y hoy martes 25 de septiembre de dos mil dieciocho, doce años antes de verlos viviendo de manera tan ordinaria, les digo, tienen otra oportunidad. Ustedes pueden ser mejores que lo que alguna vez pensaron ser. Sean los dramaturgos de su propia existencia. Como dijo William Shakespeare: “Estamos hechos de la misma madera de los sueños”. Si eligen ser felices y apasionarse por lo que hacen, la adversidad no los hará más ricos, pero sí más sabios. ¡Sean Extraordinarios! Será la única manera de corregir éste país.
—Alexander Pescador Niño
Licenciado en Humanidades