La resistencia negra de la agricultura familiar
La resistencia negra de la agricultura familiar

Brasil

La resistencia negra de la agricultura familiar

La resistencia milenaria de los quilombos se ha mantenido gracias a la conservación de las prácticas y tradiciones de esos pueblos emancipados negros, incluyendo aquellas alrededor del alimento. La cosecha de su propia comida, y el intercambio de sus productos con otros quilombos, ha garantizado la soberanía alimentaria de estos pueblos, su autosuficiencia y permanencia.

Fotografías y entrevistas de Rafael Martins

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La historia de las mujeres quilomberas tiene tradición, lo que ellas cuentan es una historia aprendida por sus abuelos y abuelas, descendientes de los primeros negros que llegaron a Brasil cuando el país le pertenecía a la corona portuguesa y ellos, los que traían de África, eran esclavos.

Alrededor del siglo XVI, con la fuga de esclavos que se establecieron en comunidades libres, fue naciendo la resistencia cimarrona en América, cuyo legado se mantiene vivo en Brasil en los quilombos, comunidades descendientes de esos primeros esclavos libres que conservan sus tradiciones y cultura. La palabra quilombo viene de quimbundu, un término de origen africano con el que se empezó a designar en Brasil las áreas donde vivían los esclavos fugitivos que habían escapado de plantaciones y minas.

Se calcula que actualmente hay unos 5.900 quilombos repartidos por todo Brasil. Y en esos quilombos, las y los abuelos han transmitido por siglos a otras generaciones un mensaje de resistencia y de derecho al territorio junto a sus conocimientos sobre los alimentos, los rituales y las medicinas ancestrales.

También han enseñado las formas de la agricultura familiar, una práctica rebelde que les garantiza su soberanía alimentaria y que ha mantenido a los quilombos autónomos, vivos e independientes.

Paradójicamente mientras estas comunidades resisten al hambre y a la pobreza, el resto del país ingresa desde 2018 al mapa del hambre de la Organización por la Agricultura y la Alimentación (FAO). Se estima que alrededor de 10,3 millones de brasileños, es decir el 5 % de la población, tienen problemas de hambre y falta de alimentación. Un problema que se disparó con la pandemia, ya que para 2022 las personas en Brasil que pasan hambre aumentó de 10 a 33 millones.

PLATO FUERTE

En el Quilombo Kaonge, una de las comunidades quilombolas de la Rota da Liberdade, en Cachoeira —estado de Bahía—, vive Cristina Jovelino, una mujer negra, de 39 años y aprendiz de Feiticeira, una chamana que usa sus manos y las recetas ancestrales para curar males.

“Hay una razón por la que aprendemos de nuestras hermanas, nuestras madres, para seguir enseñando a las generaciones que vienen después. Los niños que vienen de esta generación también aprenden de las hierbas medicinales, las hierbas que sirven y las que no. Cómo las cultivamos y cómo las usamos,” explica Cristina.
Cristina nos habla del aprendizaje generacional

A Cristina, de turbante blanco, voz grave y risa alborotada, la envuelve un misticismo ancestral. Nació en el quilombo y recuerda que su madre solía llevarla siempre con ella. Así aprendió las costumbres: la armonía con la tierra, pedir permiso para tomar los alimentos, los rezos para preparar el xarope —un remedio ancestral—.

“Tenemos una relación espiritual con la naturaleza, con el agua, por ejemplo le pedimos permiso para que nos ayude a trabajar, para que nos deje regresar a casa. A Santa Bárbara para que nos cuide. Si tenemos esa relación podríamos pedir con fe,” dice Cristina.
Cristina reflexiona sobre las conexiones y la fe

De la mano de su madre y de su comunidad aprendió también de la siembra comunitaria, una huerta colectiva que ha afianzado por siglos la autosostenibilidad del quilombo y cuyos productos, además, les permite hacer trueques con otros quilombos. Cristina cuenta que en el quilombo nunca falta nada, y cuando no hay algo el vecino seguramente lo tiene. La casa del vecino es como la casa de la madre o de la hermana, es la casa de la familia. La comunidad se protege, se cuida, suple sus propias necesidades, y se entiende en colectivo con otras comunidades con quienes se “truequea” y así se reciben o se ofrecen los productos propios de cada quilombo.

“Para mí la justicia alimentaria es que la gente se pueda alimentar de lo que elles mismes producen… Porque si yo produzco, pero no lo uso, sería una injusticia conmigo mismo.”
Entiende qué significa justicia alimentaria para Cristina

El quilombo Kaonge es conocido por ser el paraíso de las ostras. Cada año la comunidad organiza el Festival de la Ostra en el que recibe a los visitantes que buscan uno de platos emblemáticos de los Kaonge: la moqueca de ostras, una sopa preparada con las ostras cultivadas en el quilombo. Tradicionalmente, la moqueca en Brasil es preparada con un cocido de pescados, cebollas, pimentón, tomate, cilantro y pimiento, con aceite de palma y leche de coco.

El cultivo de ostras —así como la receta de la moqueca de este quilombo— es una tradición conservada que se ha adaptado en el tiempo. Anteriormente las ostras se cultivaban en tambores de madera, ahora el proceso se hace con una varilla de bambú que se entierra en el manglar y a la que crecen pegadas las ostras. Quienes las cosechan conocen sus tiempos y maneras.

Aprende sobre el cultivo de ostras
“Con la cosecha recogida, limpiamos muy bien las ostras y vendemos la docena con corteza. Las ostras que no se venden las usamos para hacer moqueca.”

Para Cristina, el conocimiento de los cultivos de los productos que por siglos han cosechado, usado e intercambiado es motivo de orgullo, lo ve como un acto revolucionario. En la moqueca de ostras también se manifiesta una historia ancestral de comunión con la alimentación y los productos que da la tierra que cultivan y conocen.

POSTRE

Todos los ingredientes de la moqueca del quilombo de Kaonge son cultivados por la comunidad, pero su secreto es el agua, un líquido que al ser curado con hierbas y rezos se vuelve medicinal.

Aprende a hacer moqueca de ostras
Datos cocteleros
El récord de la ostra más grande lo tiene una ostra del Pacífico (Crassostrea gigas) encontrada en Dinamarca. Mide 35,5 cm de largo y 10,7 cm de ancho.
La creación de una perla, por lo que también son famosas las ostras, puede tomar hasta tres años, y solo se encuentran —naturalmente— en una de cada 10 mil ostras.

Rafael Martins

Fotografía y videos

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