ENTRADA
“Aquí tengo pepino, apio, chile dulce… allá ya está floreciendo el rábano”, Ana Lidia Galea va listando las diferentes especies que tiene sembradas en su huerto. Ella tiene 61 años y hace tres décadas que vive en la aldea La Soledad número dos a las afueras de Tegucigalpa. “Tengo sembradas zanahorias y remolachas, y los tomates ya vienen naciendo”, continúa.
Ana Lidia lleva 12 años siendo parte del colectivo Madre Tierra, una organización que trabaja en defensa de la naturaleza, el derecho a la alimentación y una vida libre de contaminación. Es un grupo de mujeres hondureñas que trabajan en comunidad para preservar el conocimiento de la naturaleza, bien sea del cuidado de una huerta o de la medicina natural.
“La verdad que nosotros teniendo aunque sea un poquito de tierra lo que tenemos que hacer es comprar las semillas para sembrar. Y de ahí sacamos para hacer nuestra sopa o hacer una ensalada”
Ana Lidia Galea
Honduras es el cuarto país de América Latina y el Caribe con mayor porcentaje de población en condición de inseguridad alimentaria moderada o grave; el promedio para el periodo 2018-2020 fue de 45,6 %, de acuerdo al informe de Seguridad Alimentaria y Nutricional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, publicado en 2021.
A febrero de 2022, Honduras tenía más de 2 millones de habitantes en Fases 3 o 4 de inseguridad alimentaria, es decir crisis aguda de alimentos y medios de subsistencia o en emergencia humanitaria, según la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (CIF). Esto representa el 24 % de su población, cifra que de acuerdo a proyecciones de la CIF puede subir a 28 % para agosto de 2022. Para determinar las fases, la CIF evalúa, entre otras cosas, el acceso o disponibilidad de alimentos, de agua, y el estado de la seguridad civil. Este último en particular, resalta la organización, es difícil de cuantificar, depende del contexto y su impacto en la seguridad alimentaria puede ser tanto una causa como un efecto de ella.
Además de la crisis por COVID-19, Honduras ha sufrido en los últimos años el impacto de dos huracanes, Eta e Iota, también el incremento de violencia causada por el crimen organizado y el narcotráfico, y una crisis política que, de la mano de la crisis económica, han llevado a que miles de hondureños se unan a las caravanas de migrantes que buscan mejores oportunidades y condiciones de vida principalmente en Estados Unidos.
"Estos impactos crearon colectivamente una superposición de necesidades humanitarias para cientos de miles de personas en comunidades vulnerables de la Honduras rural como urbana, que ahora enfrentan la triste realidad de recuperarse del peor desastre natural en el país en más de 20 años"
PLATO FUERTE
“Otros no saben valorar su tierra, lo que tienen ahí. Hay gente que tiene bastante tierra de donde poder producir y hacer un huerto familiar grande”, agrega Ana Lidia mientras camina por su huerto. Ese es precisamente uno de los propósitos de Madre Tierra, lograr que las personas tengan sus propios huertos para que, a partir de una semilla, puedan comenzar a cultivar sus propios alimentos y así no dependan de la oferta en el mercado ni de la fluctuación de precios afectados por la crisis económica hondureña.
Ana Lidia Galea habla del trabajo en comunidad
Madre Tierra nació en 1984 como el Comité Hondureño de Acción por la Paz (COHAPAZ), una organización que trabajaba por la justicia, la paz y por mejores condiciones de vida en los barrios más pobres de Tegucigalpa y Comayagüela. En sus inicios, COHAPAZ se articuló en contra de las injusticias resultantes de la presencia de cuatro ejércitos en su territorio: el hondureño, el estadounidense, el salvadoreño y los "Contras" nicaragüenses —insurgencias de extrema derecha opositoras al gobierno sandinista—. No obstante, muy pronto la organización se fue ocupando de problemas relacionados con la falta de agua y condiciones sanitarias adecuadas, el alto costo de vida y los problemas de salud en los barrios.
“Madre Tierra viene porque somos defensoras del ambiente, y también nos preocupamos por el desmantelamiento que hay en las colonias. Siempre estamos defendiendo la tierra, el bosque y el río”, señaló Blanca Serrano, una mujer de 68 años que también hace parte del colectivo.
“El sueño de nosotros como Madre Tierra es que las compañeras tengan el conocimiento de todas las plantas, tanto como medicinales, como comestibles”
Blanca Serrano
A través de ferias comunitarias, talleres y Tiendas Alternativas Comunitarias (TAC), las miembras de Madre Tierra imparten su conocimiento a otras familias de los barrios. Blanca asegura que aunque hacen talleres dirigidos a les niñes para que aprendan buenas prácticas alimenticias desde el jardín, también es importante trabajar con las madres y padres, pues la desnutrición no excluye ninguna edad.
Blanca Serrano reflexiona sobre el aprendizaje y la solidaridad
“Nosotros opinamos que es mejor volver a lo ancestral, cuando comíamos de los huertos y de lo que producíamos en la tierra. Eso es lo más sano, lo más saludable. Eso nos va a mantener ‘sanitos’ y vivos, porque esa comida chatarra, que le llaman comida rápida, para nosotros no es buena”, agrega Sandra Escobar, otra de las mujeres que pertenece a la organización Madre Tierra. Para ella, la justicia alimentaria significa la posibilidad común de comer saludable y la garantía de acceso a esos alimentos. Por eso Sandra está de acuerdo en que lo que ella y Madre Tierra hacen son prácticas de soberanía alimentaria.
“Producimos desde hace muchos años, capacitamos, enseñamos y elaboramos comidas para que los demás aprendan a comer”
explica Sandra Escobar.
Sandra Escobar nos cuenta por qué Madre Tierra es soberanía alimentaria
En un país donde más del 20% de la población está en crisis aguda de alimentos, ser parte de una organización como Madre Tierra es un acto de rebeldía. “Creen que cuando uno es rebelde es ‘bochinchero’ y va rayando paredes, y no es así”, asegura Blanca quien cree que la rebeldía es transformar el país y, para esto, deben llevar su propuesta a cada barrio y cada colonia como si fuera una campaña política. “Una campaña para que se les quede en la cabeza que lo que queremos es transformar el país. Aunque nos digan que estamos locas, pero con la locura los podemos llevar a que hagan un recorrido con nuestro proyecto. Esa es la locura de nosotras: rebeldía alimentaria”.
La línea de meta del proyecto de Madre Tierra, y de las mujeres que lo conforman, es una en la que se encuentran el alimento con el cuidado de la tierra en búsqueda de justicia, reparación y equilibrio.
“Queremos ver a Honduras bonita y verde. Queremos que la gente aprenda a comer, que vuelva a sus raíces y que no vivan de la vanidad. El hombre es el que ha destruido la tierra, y el que está destruyendo el bosque, y nosotras estamos porque queremos recuperar el bosque, y queremos que nuestras culturas no se pierdan”, concluye Sandra.
POSTRE
Para un delicioso almuerzo preparado con ingredientes de su huerta familiar siga leyendo.
Y por último, un remedio ancestral desde el huerto familiar.
Escucha este audio para aprender a hacer el remedio para el asma de Sandra Escobar
Datos cocteleros
En el departamento de Yoro, por lo menos una vez al año, llueven peces. Ocurre durante el final de la primavera y el principio del verano, siempre después de una tormenta.
Honduras también es llamada República Bananera pues antes era el primer productor mundial de esta fruta. Sin embargo, hoy en día es el tercer productor en Centroamérica, después de Guatemala y Costa Rica.