Un ‘pacto por la equidad’, sin mujeres

El Plan Nacional de Desarrollo que está a punto de debatir el Congreso es el primero en incluir un pacto “transversal” de equidad para las mujeres. Pero por ahora, se queda en el discurso: no tiene metas claras ni presupuesto. Cuatro expertas explican las fallas y vacíos del PND en materia de género.

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Las bases del Plan Nacional de Desarrollo contemplan 13 pactos transversales. Entre ellos el Pacto de equidad para las mujeres. El problema es que en el proyecto de ley con el que se expedirá el PND y que se discutirá en el Congreso este mes, la palabra “Mujeres” aparece sólo dos veces.  Una, precisamente en el listado que menciona los pactos transversales del PND. Y dos, en un párrafo del artículo que reglamenta el régimen de adjudicación en áreas de reserva forestal y que se refiere a los hombres y mujeres rurales.

Es el primer Plan Nacional de desarrollo que plantea una transversalización del enfoque de género. El problema es que en el Plan que discutirá el Congreso, las mujeres no sólo no aparecen, sino que, además, no hay recursos para ellas.

El Gobierno presentó las bases del PND en septiembre de año pasado, y ahí hay un diagnóstico de 80 páginas en materia de mujeres y participación política, de educación, mercado laboral, salud sexual y derechos reproductivos, violencias, mujeres rurales y paz. El diagnóstico está, pero poco o nada de eso quedó en el articulado que se presentó en febrero y que es lo que realmente se convertirá en ley.

El PND del cuatrienio Duque es, se supone, un pacto por la equidad, pero lo que se reglamentará no implica equidad en términos de género, no incluye metas claras ni presupuesto establecido para cerrar las brechas de género que hay en el país.

Esa es la conclusión a la que llegaron cuatro mujeres, tres congresistas y una economista experta en género, que analizaron y discutieron los problemas y vacíos que deja este Plan Nacional de Desarrollo en materia de género y las expectativas que quedan para el fortalecimiento de los derechos de las mujeres en este gobierno. Estas preocupaciones las expondrán en un evento que se realizará el miércoles 6 de marzo en el Congreso.

“En el PND transversalizar parece ser sinónimo de invisibilizar”: Catalina Ortíz - Representante a la Cámara Alianza Verde

Puede que en el PND haya una narrativa de cómo queremos lograr un aumento de la participación de las mujeres. El problema es que no hay metas concretas. No hay plata. Y la narrativa no es suficiente.

No hay una única explicación para que esto pase, pero sin duda, hay una razón política: lamentablemente el tema de las mujeres no da réditos políticos. En este PND transversalizar parece ser sinónimo de invisibilizar. La sociedad colombiana tiene que entender que la disparidad en lo laboral, en los salarios y en la participación política son un problema real, y que por eso necesitamos un PND con metas concretas en materia de género. Necesitamos metas en las de formación para el trabajo, educación, participación política. Necesitamos, además, que nos digan cuál es el presupuesto que se va a destinar para eso.

El tema de participación de mujeres en política, por ejemplo, necesita porcentajes claros. En cuánto se piensa aumentar esa participación, cuál va a ser el presupuesto que se va a asignar para eso y cuáles son las acciones que se van a ejecutar para lograrlo, son sólo algunas de las preguntas. No es suficiente que el Plan diga que quiere más mujeres en política, necesita especificar cómo y con cuánto plata.

Lo mismo pasa con el tema del emprendimiento. Este Gobierno pone al emprendimiento como una de sus banderas, pero si tanto le importa el tema, debería tener el enfoque más claro. Las mujeres somos solo el 20 % de la población emprendedora. Necesitamos saber cómo piensan aumentar ese porcentaje, cuál será el presupuesto para eso y cómo lo van a distribuir.

A este PND, además, le hace falta pensar en un enfoque de género en aspectos como, por ejemplo, la formalización de los derechos de propiedad, que es uno de los temas al que este gobierno le está metiendo el diente con fuerza. En los procesos de titularización, especialmente en lo rural, los bienes y propiedades quedan, por lo general, en manos de los hombres, sin tener en cuenta la participación de la mujer en las labores del hogar. Hay que que exigir que quienes llevan a cabo los procesos de titularización de los derechos de propiedad tengan en cuenta la participación de las mujeres. Si el catastro no lleva un enfoque de género, lo que estamos haciendo es expropiar a las mujeres.

Las bases del PND se quedan sólo con las buenas intenciones. Nos “transverzalizaron”, pero aún hace falta que nos hagan visibles.

 

‘Lo que quedó en las bases del PND son solo intenciones. Lo obligatorio será lo que quede del Proyecto de Ley. Y ahí nosotras no estamos’: Natalia Moreno - Economista y magister en Estudios de Género de la Universidad Nacional.

Hay que partir de la base de que si el PND no destina presupuesto para las mujeres, no hay posibilidad de que se cierren las brechas de género. Eso está comprobado. Este Gobierno podrá tener mujeres en la mitad de su gabinete, pero es evidente que no hay una apuesta real por disminuir la inequidad entre hombres y mujeres. Lo que quedó en las bases del PND son solo intenciones, no tendrá ninguna obligatoriedad. Lo obligatorio será lo que quede del Proyecto de Ley. Y ahí nosotras no estamos.

Varias cosas preocupan. En lo relacionado con la eliminación de brechas de género en el trabajo, el Estado tiene un papel fundamental. Pero este Plan no propone ningún mecanismo para redistribuir el trabajo no remunerado que realizan las mujeres en el hogar y es evidente que esa es la principal barrera para que las mujeres tengan autonomía económica. El PND no le apunta a la raíz del problema. No hay una apuesta desde el Estado por universalizar los servicios públicos para que las mujeres puedan descargarse de cuidar niños, niñas, mayores y personas con discapacidad. Mientras no haya acceso, no va a cambiar nada.  

Lo que sí hay es un énfasis en el aspecto del trabajo en el sector privado. El PND hace énfasis en el rol que tienen las empresas en la equidad de género, en la importancia de garantizar que dentro de ellas  no haya desigualdad entre hombres y mujeres, de verificar los procesos de contratación y garantizar la equidad en los salarios. Yo creo que eso es fundamental, pero, nuevamente, ahí no está la raíz del problema. Con eso no vamos a superar la desigualdad. Si solo atacamos las grandes empresas, las multinacionales, sólo le estamos apostando a un porcentaje mínimo de la población femenina que está en esos sectores. Hay que mirar hacia abajo, hay que ver qué pasa en los hogares.  

Además, en las bases del Plan enfatizan la idea de facilitar el traslado del trabajo de las mujeres a la casa. Eso es aumentar la precarización laboral: como las mujeres no tienen tiempo, que se lleven el trabajo a la casa, pero ellas asumen los costos y, de paso, se reafirma su rol en el hogar.

Otro aspecto preocupante es lo que tiene que ver con la propuesta de una política pública del cuidado que se propone en las bases del PND. Desde el movimiento de mujeres siempre hemos propuesto que lo que se necesita es que haya un Sistema Nacional de Cuidado, en el que el Estado reconozca que lo que hacen las mujeres en el trabajo del hogar es, en realidad, función del mismo Estado. Hoy, el 50 % de los niños y niñas de 0 a 5 años están en los hogares porque no hay oferta pública de instituciones que provean el cuidado de los menores en la primera infancia, o porque la poca que hay es de pésima calidad. En países desarrollados los niños y niñas están en instituciones desde temprana edad. Acá están en la casa al cuidado de las mujeres que tienen que asumir esa tarea. Lo ideal es que el Estado la asuma, que asuma la cobertura, para liberar el tiempo de las mujeres. Eso no está planteado ni siquiera en las bases del PND.

La propuesta del Plan en materia de cuidado se centra exclusivamente en el cuidado directo, que se refiere específicamente al cuidado del otro: niños y niñas, personas mayores y con discapacidad. Pero el DANE ha demostrado que ese tipo de cuidados sólo equivalen al 20 % del tiempo que las mujeres gastan en los hogares. Porque el otro 80 % tiene que ver con la alimentación, con limpiar la casa, con cuidar el espacio habitacional. No hay ninguna propuesta que tenga que ver, por ejemplo con comedores comunitarios para liberar el tiempo de las mujeres en lo que tiene que ver con alimentación.  

En esto el Estado tiene una responsabilidad enorme. Pero están haciendo supuestos alegres. No hay presupuesto y dicen que con la política del cuidado que están planteando, las mujeres van a tener más tiempo y por ende va a aumentar su participación en el mercado laboral. Pero qué garantiza que liberar el tiempo de las mujeres implique que entrar a hacer parte de la fuerza de trabajo remunerado. Primero, necesitamos ofertas de empleo para las mujeres.

No está claro cómo van a articular eso que ellos llaman política del cuidado. Pero está claro que sin presupuesto no van a generar ninguna transformación.

“El PND en ninguna parte reconoce el papel activo de las mujeres como constructoras de paz y la importancia de su participación en los procesos de afianzamiento de la paz en los territorios”: Victoria Sandino - Senadora Farc

El enfoque de género en el PND se queda en el discurso. Cuando hablamos de transversalidad se requiere un proceso real de destinación de recursos específicos y diferenciados, de un compromiso de todas las entidades para realizar las acciones orientadas al enfoque. Se requieren  funcionarios y funcionarias capacitadas, y articulación con entes territoriales competentes y con los movimientos de mujeres.

Si bien existe un capítulo específico de género, este no tiene un presupuesto en el plan plurianual de inversiones. Y esto bajo el argumento de que el enfoque de género está transversalizado en el presupuesto de los demás capítulos del Plan. Sin embargo, en esos capítulos no se identifican los montos de dicha transversalización ni la forma en que se asignarán los recursos.

Cuando se habla de un proceso de transversalización del enfoque, lo que se busca es transformar la vida de las mujeres y la población LGBTI, generando acciones que reduzcan las brechas de desigualdad y garantía de derechos. Eso en términos de políticas públicas se evidencia en indicadores de impacto y metas trazadoras que permitan identificar en términos cuantitativos y cualitativos el impacto de dichas políticas. Pero en el PND actual los indicadores y metas son precarias.

En lo que tiene que ver con mujeres y paz, el PND en ninguna parte reconoce el papel activo de las mujeres como constructoras de paz y la importancia de su participación en los procesos de afianzamiento de la paz en los territorios. Hay que partir de la base de que el PND desconoce el concepto de construcción de paz, y por el contrario impone una visión de “estabilización de los territorios”. Eso se traduce en el desconocimiento de casi la totalidad de las medidas establecidas en el acuerdo final de paz para las mujeres.

El materia de género, el PND solo retoma la línea de empoderamiento educativo para fomentar el acceso y permanencia de las mujeres y lo asocia con el pilar de educación rural, pero no establece nada frente al diseño e implementación del plan nacional de educación rural. Tampoco establece medidas específicas para los hijos e hijas de personas en proceso de reincorporación. No habla de acceso y garantía de derechos a salud, educación, soberanía alimentaria, acciones para redistribuir, reconocer y reducir las labores de trabajo doméstico y de cuidado. Desconoce las medidas para las mujeres frente a la reforma rural integral y no establece nada para las mujeres vinculadas al Plan Nacional de Sustitución de Cultivos Ilícitos.

A pesar de ser consciente de la limitada posibilidad de maniobra en el Congreso desde el lugar de la oposición, vamos a hacer todo lo posible para que nuestras expectativas y necesidades queden incluidas en el Plan. Si en la visión de país de los próximos 4 años no estamos incluidas las mujeres de manera real, las acciones para las mujeres y la población LGBTI que el gobierno pretende mostrar, se quedarán en el discurso.

Lo que propone el PND no es un enfoque de género. Hay un enfoque de mujer como madre y como trabajadora, pero no transversalidad del enfoque de género. Más que una perspectiva de género, lo que hay es una perspectiva familista.

No está lo que tiene que ver con participación política, con el fortalecimiento de la institucionalidad,  con derechos sexuales y reproductivos, con el mismo concepto de equidad. Insisto, no hay política de género. Si la hubiera, tendrían que reconocer que ser hombre o mujer tiene que ver con relaciones de poder y que necesitamos mirar más allá de las mujeres como madres. Es un PND que no reconoce el aporte que hacemos las mujeres al PIB en el trabajo del cuidado, que no plantea reformas reales para la liberación del tiempo de las mujeres, que sólo se enfoca en articular un sistema de cuidado de niños y ancianos, pero no un sistema que tiene en cuenta las otras labores de las mujeres en el hogar: la preparación de los alimentos, el aseo, entre otros.

Es, además, tenue en el tema de violencias contra las mujeres. Se queda en abordar el problema desde la articulación institucional —que es fundamental, por supuesto—, pero es necesario mucho más. Necesitamos una transformación cultural profunda, que inicie en las familias, en los medios de comunicación, en las escuelas, para realmente cambiar el machismo que mata. De eso no hay nada en el PND.

Por esto no podemos esperar mucho. Es una política que, además, queda bajo la responsabilidad de Martha Lucía Ramírez, una mujer conservadora, que reconoce sólo un tipo de familia, que mira con distancia todos los temas del derecho a decidir. Yo, con esto, no me hago expectativas.