En 8M #YoMarcho

Hoy las mujeres del mundo estamos en huelga. Marchamos en América Latina. Marchamos en Colombia. Cinco mujeres nos cuentan por qué saldrán a las calles para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.

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Marchamos por el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo. Para que nos escuchen. Para denunciar el abuso y la violencia. Marchamos para que no nos sigan asesinando nuestras parejas, exparejas, familiares, conocidos. Para que el trabajo de las mujeres defensoras de derechos humanos sea reconocido y no las maten para silenciarlas. Marchamos para que no haya más impunidad. Marchamos por nuestras hijas. Marchamos para que haya paridad en la política, para visibilizar el trabajo no remunerado. Marchamos para que el Estado y sus instituciones reconozcan su rol en el trabajo del cuidado y éste no recaiga exclusivamente sobre nosotras. Marchamos para que nuestros gobiernos entiendan que no pueden hablar de equidad si las mujeres no estamos presentes. 

Marchamos, paramos, para celebrar, reconocer y seguir promoviendo nuestras luchas. Porque hoy no queremos una flor, queremos igualdad. 

Yo paro por mis hijas. Para que crezcan sin miedo a ser, a estar o a salir solas. Para reiterarles que son dueñas de sus cuerpos y de sus sueños. Que no hay roles ni jerarquías ni ideologías de género ni esferas prohibidas. Para que sepan que la maternidad no es la única ni la más válida de las realizaciones de una mujer. Yo paro para que mis hijas sean mujeres que cuestionan el lenguaje, las estructuras y su lugar en el mundo. Un mundo que las viste de rosa, les dice que deben ser flacas y bellas, que las piropea y constantemente las encasillan en un lado y en otro. Yo marcho por los derechos de las mujeres, los de ellas, los míos, los de todas. Para que mis hijas, y todas las mujeres, seamos libres, no valientes.

Somos la generación de mujeres que se apropió de Internet para inundarlo con sus relatos. Somos Las Igualadas que llenamos nuestros espacios digitales con nuestras voces, las que hicimos de nuestros celulares y tablets y computadores nuestro megáfono. El megáfono en contra de la violencia. Y Twitter y YouTube y Facebook y Google y todos ahora saben de la igualdad que perseguimos y de los retos a los que nos enfrentamos. Por eso, hoy, nosotras paramos. Paramos con esa fuerza y esa empatía que venimos construyendo en Internet, para hablar en voz alta también en la calle. Que nos escuchen en la oficina. Que nos escuchen en el colegio. Que nos escuchen en las universidades. De YouTube para el mundo, la igualdad es imparable.

Nosotras paramos para que se respete la autonomía reproductiva de las mujeres. Desde 2006 en Colombia el aborto está despenalizado en tres circunstancias. Y en octubre del año pasado la Corte emitió la primera sentencia de unificación en la que reafirmó todos los estándares en los que se ha implementado el aborto en los últimos 12 años en el país. Fue una sentencia que no sólo confirmó el aborto como un derecho de todas las mujeres, sino que además reconoció las barreras de acceso como una forma de violencia contra las mujeres. Algo necesario, porque aunque el servicio de aborto está reconocido en el Plan Obligatorio de Salud, sabemos que las barreras siguen existiendo. Hoy, desde la La Mesa por la vida y la salud de las mujeres nos preocupan, por ejemplo, las dificultades de acceso a la interrupción voluntaria del embarazo de mujeres migrantes venezolanas en situación irregular en el país. Nos preocupa, también, la criminalización de mujeres por presuntos casos de abortos ilegales. Por eso paramos. Porque creemos que ninguna mujer debe morir por verse forzada a realizarse abortos de manera insegura. Paramos porque las mujeres debemos poder acceder a información clara, veraz y oportuna. Paramos para que no nos impongan ninguna barrera. Paramos para que las mujeres podamos ejercer nuestro derecho al aborto de manera segura.

Yo paro porque protestar es lo mínimo que podemos hacer por las mujeres colombianas que han sido asesinadas y violentadas por la indiferencia y el machismo de nuestro sistema. Paro para recordarle al país que negarnos el derecho a la libertad tiene graves consecuencias. Paro porque nuestro país necesita vernos juntas, atentas y decididas. Paro porque la dignidad humana también se reclama a los gritos y porque nuestros derechos tienen que ser garantizados. Marcho por las mujeres futbolistas, por las mujeres trans, por las víctimas de Hollman Morris y Gonotaser, por las lideresas asesinadas y las mujeres indígenas, por las niñas abusadas y obligadas a ser madres, por las mujeres racializadas, por el reconocimiento y la remuneración del trabajo doméstico, por las mujeres con discapacidad, por nuestro derecho a ocupar el espacio público y a decidir sobre nuestros cuerpos, por el poder que nos han negado, por la información que nos han escondido y el futuro que nos siguen arrebatado.

Yo paro porque en lo que va del año han asesinado a al menos 40 mujeres en Colombia. Tanto la calle como la casa siguen siendo territorios inseguros para las mujeres y pareciera que esa violencia se ha normalizado hasta el punto de que una cifra así de estremecedora no prende ninguna alarma. Eso habla sobre la manera en la que nuestra cultura se ha parapetado sobre creencias machistas que sirven como pararrayos que amplifican los prejuicios y que deshumanizan a las mujeres. Paro también porque las bases del Plan Nacional de Desarrollo de este gobierno han borrado de un tajo a las mujeres y a la población LGBTI, lo que es muy elocuente. Estamos ante un gobierno que no está dispuesto a invertir en que tengamos una vida digna.