El capitán del auto fantástico

Cada fin de semana, un «yate» de cuatro ruedas y conductor de guantes blancos se toma Bogotá. La ciudad pinchada, la de clase, la que aparenta ser de clase y —en general— todo el que pueda pagarlo, son el objetivo de este capitán de tierra firme.

por

Alejandra Caicedo


12.05.2014

Foto: Alejandra Caicedo

«Diez personas, nueve metros de silla, tres pantallas de video, un equipo de sonido estéreo, cristalería para todo tipo de licor, mini bar, aire acondicionado y luces de neón. Servicio 1A«.

Ese es el portafolio que Juan Pablo Niño -alto, trigueño, delgado- ofrece los fines de semana, cuando saca a pasear por las calles de la capital a “su yate blanco”, una limosina marca Chrysler del año 2006 cargada de lujo.

Él tiene que mantener una apariencia sobria y seria, como edecán de baile, porque sus pasajeros esperan sentirse como la crème de la crème en la Bogotá Pinchada. Con guantes, corbata y chaleco blanco, Niño ofrece más que un viaje: una experiencia.

Lo suyo es conducir, pero desde que se montó por primera vez a estos alargados vehículos, ya no quiere bajarse del bus. Pero entre semana le toca, porque debe llegar a su otro trabajo: un billar en el centro de la ciudad.

 

Alejandra Caicedo es comunicadora social y estudiante de la maestría en periodismo del CEPER. Esta nota se hizo en el marco de la edición Bogotá Pinchada, de la clase Narrativa multimedia.

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Alejandra Caicedo


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